La guerra de los talibanes que redujo drásticamente el cultivo de amapola

Tras dos décadas de ocupación externa, el Talibán recuperó el poder. No se conocieron atentados del grupo fuera del país y muchos auguraban que el crecimiento de los cultivos de amapola sería imparable.

De hecho, durante el primer año de gobierno del Talibán, la cosecha de la amapola, base para la fabricación de heroína, creció un tercio respecto del año anterior, según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). El documento destacaba que el crecimiento de esa siembra en 2021/2022 ocurrió en medio de “la grave crisis humanitaria y económica que vive el país”.

En 2022, el aumento del cultivo de amapola representaba unas 233.00 hectáreas, y con eso se podían fabricar “hasta 380 toneladas de heroína de calidad de exportación con una pureza del 50 al 70%”. Afganistán concentra las tres cuartas partes del cultivo de la clase de amapola con la que se producen el opio, la heroína y otros opioides cuyos mercados de consumo principales son los Estados Unidos y Europa.

Los Estados Unidos gastó miles de millones de dólares en Afganistán para “tratar de erradicar la producción y el tráfico de opio, y cortar así la fuente de financiación de los talibanes”. Las fuerzas estadounidenses lanzaron ataques aéreos contra campos de amapola en territorio controlado por los talibanes, quemaron reservas de opio y realizaron redadas en laboratorios de drogas.

Un informe de la BBC de fines de junio de 2023 destaca que “el opio también se cultivaba libremente en áreas controladas por el antiguo régimen afgano respaldado por los Estados Unidos”.

Pero en el curso de este año, el gobierno del Talibán está arrasando con los cultivos de amapola.

“Con un AK-47 colgado del hombro izquierdo y un palo en la mano derecha, Abdul golpea las cabezas de las amapolas tan fuerte como puede. En cuestión de minutos, Abdul y una docena de hombres arrasan la cosecha de amapolas que cubría el pequeño campo”, dice la crónica de la cadena británica.

Los hombres, “todos vestidos con un shalwar kameez, una túnica tradicional afgana con pantalones holgados, se amontonan en la parte trasera de una camioneta y se dirigen al siguiente campo”. Se trata de una unidad antinarcóticos del Talibán de la región de Nangarhar, en el este de Afganistán.

Esos hombres eran combatientes y, tras la victoria, ejecutan las órdenes del gobierno musulmán ortodoxo que recaudó mucho dinero del tráfico de heroína para financiar su guerra contra los ocupantes.

En abril de 2022, el líder supremo talibán Haibatullah Akhundzada prohibió el cultivo de la amapola y puso en marcha la erradicación. Al estilo Talibán: cualquier persona que violara la prohibición sería sancionada según la ley Sharia y su cosecha sería destruida.

Afganistán llegó a producir más del 80% del opio del mundo. “La heroína hecha con opio afgano representa el 95% del mercado en Europa”, destaca la BBC, que encaró el reportaje con la ayuda de análisis satelitales para comprobar qué había de cierto en la acción del gobierno.

“Los líderes talibanes parecen haber tenido más éxito en la eliminación del cultivo que nadie antes. Encontramos una gran caída en el cultivo de amapola en las principales provincias productoras de opio, y un experto señaló que el cultivo anual podría ser un 80% inferior al del año pasado”, señala el estudio de la cadena británica.

No sólo eso. Sino que también funcionan los cultivos de trigo. Aunque menos rentables, “suplantaron a las amapolas”. Los agricultores que cambiaron por el cereal ganan menos dinero en un país muy pobre, pero con un gobierno que cuando se propone algo, no escatima en la severidad de su ejecución.

El decreto talibán no se aplicó a la cosecha de opio de 2022, por eso las elevadas cifras del UNDOC. En lo que va de 2023, la BBC encontró otro panorama. “La evidencia que vimos en el terreno está respaldada por imágenes satelitales”, afirma el reportaje.

David Mansfield, un destacado experto en el comercio de drogas de Afganistán, que trabaja en Alcis, una empresa de Reino Unido que se especializa en análisis satelital, dijo: “Es probable que el cultivo sea menos del 20% de lo que fue en 2022. La escala de la reducción no tiene precedentes”.

Toor Khan, comandante de la unidad de patrulla talibán citado por la BBC, dice que sus hombres destruyeron campos de amapola “durante casi cinco meses y eliminaron decenas de miles de hectáreas de cultivos”. Los hombres armados advierten a los cultivadores que las destruyan ellos mismos, pero si no lo hacen, proceden a destruir las plantaciones.

La crónica señala que “llama la atención la velocidad a la que los talibanes realizan el trabajo utilizando únicamente palos. La patrulla limpió seis campos, cada uno de entre 200 y 300 metros cuadrados, en poco más de media hora”.

El equipo de la cadena de noticias británica fue a la provincia de Helmand, en el suroeste del país, el corazón del cultivo de amapola, donde se producía más de la mitad del opio del país. Lo hicieron sin compañía de los grupos antinarcóticos.

“El año pasado, cuando estuvimos en la provincia, vimos tierras cubiertas de campos de amapola. Esta vez no podemos detectar ningún campo de ese cultivo”, advierten. El análisis de Alcis muestra que “el cultivo de amapola en Helmand se redujo en más del 99%”.

“Las imágenes de alta resolución de la provincia de Helmand muestran que el cultivo de amapola se redujo a menos de mil hectáreas. El año anterior era de 129.000 hectáreas”, dice David Mansfield.

Pero para un pueblo ya impactado por una larga guerra, la prohibición del opio es un golpe a la economía de los campesinos. La destrucción de cultivos tiene lugar en medio de un colapso económico que agrava la pobreza en Afganistán.

Zabiullah Mujahid, portavoz del gobierno talibán, dijo a la BBC: “Sabemos que la gente es muy pobre y está sufriendo. Pero el daño que causa el opio supera sus beneficios. Cuatro millones de afganos de una población de 37 millones sufrían de adicción a las drogas. En cuanto a las fuentes alternativas de sustento, queremos que la comunidad internacional ayude a los afganos a enfrentar las pérdidas”.

El portavoz advierte que “el opio no sólo está dañando a Afganistán, todo el mundo se ve afectado por él. Si el mundo se salva de este gran mal, entonces es justo que el pueblo afgano reciba ayuda a cambio”.

Puede tomar un tiempo para que la destrucción de cultivos impacte el precio de venta al público de heroína. El experto británico David Mansfield dice que “si bien los precios del opio y la heroína se mantienen en su punto más alto en 20 años, estuvieron cayendo durante los últimos seis meses, a pesar de los bajos niveles de cultivo de amapola este año”.

“Esto sugiere que hay reservas significativas en el sistema, y que la producción y el comercio de heroína continúan. Las incautaciones en estados vecinos y más lejanos también indican que la escasez de heroína no es inminente”, añade Mansfield.

Lo cierto es que, cuando el Talibán llegó al poder, la prensa occidental advertía que crecería el cultivo de amapola y el tráfico de heroína. Respecto del primer punto, los musulmanes radicales que lograron torcer el brazo a los Estados Unidos y tomar el poder, parecen mostrar una determinación similar a la que tuvieron durante la guerra.