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La historia de las sillas de Wilson y Herrera que se enfrentan día a día y qué significan en el Partido Nacional

Los blancos buscan preservar ciertos valores sin encansillarse en dos históricas ideologías
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19 de agosto de 2018 a las 05:00
Hay dos sillas en la casa del Partido Nacional que son mucho más que eso. Están enfrentadas, separadas por una mesa. Una no se puede mover porque está atornillada a la mesa y nadie se puede sentar ahí. La otra no solo se mueve, sino que se usa varias veces al mes. Hubo un tiempo en que la silla inamovible también se usaba. Allí se sentó Luis Alberto de Herrera durante años y ahora reposa en la sala donde se reúne el directorio nacionalista. La otra fue donada por la esposa de Wilson Ferreira Aldunate, Susana Sienra, porque su marido la utilizó cuando presidió el directorio de su partido. Pese a que los años le están pasando factura, la silla sigue cumpliendo la misma función y es utilizada por la actual presidenta, Beatriz Argimón.

Cuentan algunos wilsonistas que enfrentaron la silla de Wilson a la inamovible de Herrera para que las ideas de ambos sobrevolaran la sala en cada sesión del directorio blanco. Al pedirle la silla a Sienra (fallecida en diciembre de 2016) quisieron darle el mismo uso que le había dado él, aunque ella les advirtió que como asiento ya estaba un poco vieja. Así es que, al subir la escalera de la casa del Partido Nacional y se cruza un pequeño corredor para ingresar a la sala, las sillas wilsonista y herrerista conviven, frente a frente, en un momento en el que en el Partido Nacional buscan destacar la unidad como fortaleza, pese a las diferencias que reconocen que tienen las diferentes facciones. Algunas que vienen del pasado y otras que se renuevan en este presente.

A Argimón por momentos le causa gracia ver a esas dos sillas "porque es como tener a dos emblemas de su tiempo, que lejos de enfrentarse, complementaron miradas que en el siglo XXI están totalmente vigentes". La presidenta del Partido Nacional enumeró a El Observador como valores nacionalistas que perduran "la honradez administrativa de Herrera y una política de Estado a nivel internacional", sumados a las ideas de un país con el agro como gran motor, que Wilson defendía. "Está muy presente estructuralmente en la vida del partido el haber tenido liderazgos tan fuertes", opinó.

"Está muy presente estructuralmente el haber tenido liderazgos tan fuertes, que era obvio que iban a perdurar". Beatriz Argimón, presidenta del Directorio del Partido Nacional

La "vida del partido" se ha topado constantemente con enfrentamientos internos. No es que Wilson y Herrera hayan nacido para enfrentarse -no solo son de épocas diferentes, sino que nunca se conocieron personalmente- pero las ideologías que se formaron en torno a sus figuras los dejaron igual que a las sillas que tienen placas con sus nombres, conviviendo en un mismo espacio. "Creo que el ejemplo de cómo confluye toda la historia del partido está en ese directorio. Es la historia de debates, de intercambios, de toma de posiciones, de discusiones a veces con mucha vehemencia que en torno a una mesa central se llevaron a cabo", agregó Argimón.

Al pensar en el herrerismo y el wilsonismo, Luis Lacalle Pou se mueve en la misma línea que Argimón. De su bisabuelo dice que perduran, entre otros, "la defensa de la soberanía, un nacionalismo inclusivo y una concepción muy fuerte sobre la libertad individual". De Wilson, "la generosidad para con el país por encima del interés partidario y una visión descentralizadora".

Para el politólogo Adolfo Garcé mientras los blancos heredaron de Herrera un pragmatismo y liberalismo desde el punto de vista económico, "moderado, sin radicalismos, sin extremismos" y con variaciones según la época, "el wilsonismo revivió la épica blanca de la lucha por la libertad".

"Los partidos no solo precisan actualizar sus ideas, tienen que reinventar su épica. No son solo tradiciones e ideas, también son emociones", sostuvo.


Todas esas herencias tienen actualmente ciertos matices, en especial con los sectores que surgieron en las últimas décadas. "Son corrientes históricas pero ya no hay corrientes puras", dijo a El Observador el senador Álvaro Delgado, de Aire Fresco, perteneciente al sector Todos de Luis Lacalle Pou. Delgado recordó algo que Lacalle Pou repite y quiere mostrar: "Los liderazgos son con el equipo. El liderazgo (de una sola persona) es cada vez más perecedero, por eso es menos de una persona y más de un equipo".
Tal vez en Alianza Nacional, el sector de Jorge Larrañaga, rescatar el legado de Wilson sea más frecuente que escuchar a Lacalle Pou hablar de Herrera. "El wilsonismo nos brinda las coordenadas de sentido que permiten adaptarse a la flexibilidad de los cambios, de las nuevas realidades. Ese es el desafío de actualización, de pensar el Uruguay que se viene", dijo el senador Larrañaga en un discurso de hace más de dos años.

Jorge Gandini, diputado de su sector, consideró en ese sentido que pese a que los valores wilsonistas son reconocidos, "los tiempos han cambiado" y a la militancia deben hablarle sobre "los temas que interesan en ese momento" más que sobre ideologías que perduran, actualizadas, con el paso de los años.

Para Argimón, las ideas herreristas y wilsonistas y su supervivencia en los diferentes sectores tiene que ver con los procesos de cada agrupación: "El herrerismo es el herrerismo. Lo que tiene es que ahora con Lacalle Pou está teniendo un proceso modernizador interno. En el caso del wilsonismo, aquel movimiento Por la Patria histórico tuvo su proceso modernizador hace un tiempo encabezado por Larrañaga que instaló otro sector".


Eso, según la historiadora María Julia Burgueño, se explica porque hoy en día las agrupaciones toman un aspecto de una de esas ideologías en un contexto nacional que ha cambiado. Burgueño destaca que tanto el wilsonismo como el herrerismo surgieron en épocas, y por ende coyunturas, diferentes. En ese marco define al herrerismo como "conservador", es decir "que defiende lo tradicional y propio de Uruguay, y al wilsononismo como liberal total, que pasó a ser una opción de centro-izquierda en un contexto totalmente diferente al de Luis Alberto de Herrera".

El contexto actual también es totalmente diferente al de cualquiera de los dos líderes, pero las sillas siguen igual de enfrentadas en la casa de los blancos; una libre y la otra ocupada.

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