En la calle Echevarriarza el comentario corre tan rápido como aquella bicicleta que subía y bajaba por Pocitos hace 35 años. Los cuentos sobre aquel niño rubio de un metro cuarenta reviven otra vez entre los vecinos que, con una pizca de novelería, recuerdan que el que este domingo será protagonista supo correr entre sus veredas.
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