La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) revisó a la baja la perspectiva de crecimiento para la región

Mundo > Política y economía

La inflación pone en riesgo la gobernabilidad en algunos países de América Latina

Los altos niveles de inflación que se registran en la región multiplican el malhumor social, ponen presión a los gobiernos y amenazan el prestigio de la democracia
Tiempo de lectura: -'
05 de junio de 2022 a las 05:02

Un fantasma recorre América Latina. Es el fantasma del descontento social que impulsa una inflación que erosiona el poder adquisitivo de los sectores de menores ingresos, pero también de una clase media empobrecida, tras la larga y agotadora batalla contra la pandemia. En este contexto son cada vez más los analistas que advierten sobre las consecuencias que tiene en la región la ola inflacionaria global y las “ondas sísmicas” provocadas por la guerra en Ucrania, como las definió recientemente el Fondo Monetario Internacional.

Por lo pronto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) revisó a la baja la perspectiva de crecimiento para la región, que pasó del 2,1 al 1,8 por ciento, luego del fuerte rebote que registraron las economías nacionales en 2021 mientras dejaban atrás las medidas de aislamiento social. “La dinámica inflacionaria en la región se ha acelerado a un promedio del 7,5 por ciento”, advirtió su secretario ejecutivo interino, Mario Cimoli, durante la presentación del último informe del organismo.

Ante un panorama que presagia que los precios al consumidor seguirán escalando en lo que resta de año traccionados por las altas cotizaciones en los mercados globales de los alimentos y la energía, los bancos centrales endurecieron sus políticas monetarias en forma significativa, llevando sus tasas de referencias a niveles similares a los observados en 2017. La previsión de la Cepal indica “que el retiro del impulso fiscal se acelerará en la segunda mitad de este año, en consonancia con la evolución de las condiciones macroeconómicas y el aumento de los costos de financiamiento”.

También el gasto público se contraerá, reforzando la reducción observada en 2021, lo que ya está reduciendo el aporte de la política fiscal al crecimiento. Una pésima noticia para los mercados laborales de la región. Aunque las altas tasas de desempleo y subocupación han mostrado signos de recuperación, ha sido muy lenta, incompleta y en gran medida impulsada por la creación de puestos en el sector informal. A futuro, según la Cepal, “se espera que la desaceleración en el ritmo de crecimiento combinado con una mayor participación laboral impulse la desocupación durante el presente año”.

“Son tiempos duros para ser latinoamericano”, afirmó en Davos el chileno Andrés Velasco, exministro de Hacienda durante el gobierno de Michele Bachelet. Incluso antes de la guerra entre Rusia y Ucrania, la inflación ya había aumentado en muchos países de la zona por los precios de las materias primas y los desacoples entre la oferta y la demanda provocados por la pandemia.

La alta inflación conlleva riesgos políticos. Un ejemplo son las protestas sociales que sacudieron al gobierno del presidente Pedro Castillo en Perú. Se iniciaron con un paro de transportistas por el incremento del precio de los combustibles y rápidamente se extendieron a otros sectores. Sin bien cada país tiene sus propios conflictos internos, y no todos están expuestos de la misma forma, la inflación es un denominador común que erosiona la popularidad de los mandatarios.

Al descontento, de cara a una economía que crece a tasas bajas y no da respuestas a las demandas sociales, se suman sistemas de partidos políticos muy fragmentados. Algo que se ve reflejado en el proceso electoral que atraviesa Colombia. La desintegración de las agrupaciones tradicionales de la derecha, una izquierda liderada por Gustavo Petro que consigue con cuentagotas el apoyo del electorado del centro y el escepticismo social potenciaron la candidatura del ultraderechisa Rodolfo Hernández. Sin partido, a fuerza de un discurso demagógico y propagandas cortas y efectistas en las redes sociales, el exalcalde de Bucaramanga despunta como el nuevo Jair Bolsonaro de la región de imponerse en la segunda vuelta electoral del 19 de junio.

En Argentina, un país que ha dado pruebas de fortaleza institucional desde la recuperación de la democracia en 1983, la pandemia y el elevadísimo nivel inflacionario -un problema estructural de larga data- erosionan las bases electorales de las dos grandes coaliciones y abrieron la puerta a la muy probable candidatura presidencial del recientemente electo diputado nacional Javier Milei. Con un 20 por ciento de intención de voto, Milei aboga por la libre portación de armas, impulsa la venta de órganos -que califica como “un mercado más”- y propone la eliminación del banco central del país.

En Chile, Gabriel Boric, a menos de cuatro meses de llegar a la presidencia con una propuesta de izquierda moderada que intenta canalizar demandas postergadas, tuvo que enfrentar la primera gran movilización en su contra. Fue cuando los camioneros bloquearon carreteras en ocho ciudades para protestar por el alto precio de los combustibles y exigir más seguridad en la región de Araucanía, donde la comunidad mapuche -el pueblo originario más numeroso del país- reclama la propiedad de tierras y autonomía. El conflicto, arraigado en la región más pobre desde hace años, estuvo invisibilizado durante la sangrienta dictadura de Pinochet y fue cobrando fuerza con los gobiernos democráticos que se sucedieron desde entonces.

La movilización se produjo, además, en un momento en que la popularidad de Boric cae en las encuestas y cada vez más chilenos dicen que rechazarán la nueva Constitución, que la sociedad votará en un plebiscito pautado para septiembre próximo y que, según los borradores elaborados hasta el momento por la Convención Constituyente, debería dejar atrás el modelo neoliberal que impuso la dictadura pinochetista a imagen y semejanza del Consenso de Washington y la Escuela de Chicago.

Según la última encuesta de Cadem -una de las consultoras de mercado más importantes de Chile-, el 53 por ciento de los chilenos desaprueba la gestión de Boric y apenas un 36 por ciento la aprueba. Según la consultora, el 46 por ciento de los entrevistados dijo votará en contra de la nueva Carta Magna. Solo el 40 por ciento se manifestó a favor. Una muestra de la impaciencia popular y de las altas expectativas en un país que vive un profundo proceso de cambio social y político.

En lo inmediato, los altos niveles de endeudamiento público y el encarecimiento del crédito en los mercados financieros globales por las subas de las tasas de interés que lidera la Reserva Federal de Estados Unidos le ponen más presión a los gobiernos, que no cuentan con recursos suficientes para elevar los subsidios sociales. Tampoco ayuda el comercio internacional. Si bien el alto precio de los commodities que la región exporta significan un alivio para los fiscos, son al mismo tiempo un dolor de cabeza para los gobiernos por el incremento del costo de los alimentos.

De acuerdo con la Cepal, la dinámica del comercio mundial se verá todavía más afectada por la prolongación del conflicto entre Rusia y Ucrania. Los principales socios de la región crecerán menos de lo esperado. Las proyecciones señalan que las economías de Estados Unidos y la Unión Europea avanzarán este año un 2,8 por ciento. Lo que implica reducción de 1,2 y 0,7 puntos porcentuales con relación a la anterior estimación, respectivamente. China, en tanto, se expandiría un 5 por ciento (-0,7%). Una situación que restaría recursos para aumentar la ayuda social.

El panorama es incierto y volátil. Las promesas optimistas del multilateralismo global, tanto como la siempre pendiente integración regional, ya no despiertan entusiasmo. En muchas regiones del continente se trata de la diferencia entre tener un plato con comida y no tenerlo. No es extraño que en muchas elecciones se presenten candidatos que se postulan como representantes del cambio. “Outsiders" que impugnan a la política tradicional, son competitivos y que podrían consolidar regímenes autocráticos.

Deterioro democrático, sistemas lastrados por la fragmentación, cortoplacismo y gobiernos a base de Twitter. El peligro es claro. El prestigio de la democracia retrocede. Según Latinobarómetro, ya en 2020 uno de cada dos latinoamericanos afirmaba que toleraría un gobierno no democrático si le resuelve los problemas. La confianza en las instituciones públicas es baja, crece el descontento y las redes sociales le imprimen una velocidad a las demandas que los estados son incapaces de procesar. Una crisis de expectativas. De esperanzas que se esfuman.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...