El celular de Antonio Da Silva, el director de la Dirección de Hechos Complejos del Ministerio del Interior, sonó sobre las 21.30 de este jueves. Del otro lado de la línea, la voz de un hombre del Cerro le dijo que en la esquina de Burdeos y Patagonia, en ese barrio, había una bolsa de nylon con dos pistolas Glock nueve milímetros con la inscripción “Armada Nacional” en uno de los laterales. Eran dos de las tres armas que tenían los infantes de la Marina asesinados de varios disparos este domingo a manos de un hombre que fue detenido el lunes e imputado el martes por la Justicia de un homicidio muy especialmente agravado.
Las armas estaban desaparecidas desde que el presunto asesino ingresó al destacamento de la Armada, al costado de la Fortaleza del Cerro, en la madrugada del domingo, con el objetivo de llevarse las tres pistolas para luego venderlas o cambiarlas por droga, según dijeron a El Observador fuentes de la investigación. Y para la fiscal del caso, Mirta Morales, este hombre –un adicto a la pasta base que estuvo en la Armada desde 2014 hasta marzo de este año, cuando fue cesado por faltar cinco días seguidos– no tenía otra finalidad que robarse las armas y aprovechar que podía entrar con facilidad porque conocía a sus víctimas: había trabajado como guardia en ese puesto de control.
De acuerdo a los investigadores, primero dialogó con los dos marinos que estaban de guardia –Alex Guillenea y Alan Rodríguez– y luego les preguntó si le permitían que pasara a la pieza del fondo para descansar, en donde dormía el tercer infante de marina, Juan Manuel Escobar. Le dijeron que sí y, al cabo de un rato, comenzó con los disparos.
En algún momento de la madrugada el asesino agarró la pistola de Escobar, caminó hacia donde estaban Guillenea y Rodríguez y les disparó a cada uno en la cabeza. Escobar se despertó con los disparos, pero no tuvo tiempo de reaccionar. El homicida fue hasta donde estaba él, y Escobar solo atinó a cubrirse el rostro. Por eso, una de los seis tiros que recibió lastimó uno de los dedos de su mano derecha. Otros dos fueron a su cabeza.
A las ocho de la mañana del domingo, otro infante de marina que fue a relevar la guardia vio la escena y llamó a la policía. Prácticamente al mismo tiempo, el comandante de la Armada, el almirante Jorge Wilson, llamó al ministro de Defensa.
“’¿Cómo anda comandante?’ Me dijo: “Muy mal”. ‘¿Qué pasa, comandante?’ Y me dijo: ‘Acaban de encontrar asesinados a tres marineros, en un puesto de custodia de la Armada, en el Cerro de Montevideo’”, relató Javier García en la comisión de Defensa en su comparecencia este miércoles.
En el caso participaron alrededor de 20 invesitgadores de la policía, en una investigación liderada por la Zona Operacional IV de Montevideo –que abarca el oeste de la capital– y la Dirección de Hechos Complejos.
En 24 horas lograron ubicar al presunto autor del crimen: estaba en la casa de una pareja –un hombre y una mujer que fueron imputados de un delito de encubrimiento y enviados a prisión preventiva junto con el acusado de homicidio– en la cale Bulgaria, en donde alquilaba un cuarto. A esa casa se había dirigido la misma mañana del lunes, y allí comió un asado con los inquilinos.
Tras allanar la vivienda, la policía encontró descargada la pistola de Escobar –las otras dos fueron las que aparecieron este jueves a la noche–, dos cargadores de pistola Glock, ambos con diecisiete municiones, y una pistola de la misma marca, sin cargador.
El trabajo de la Policía Científica fue una de las piezas clave para resolver el caso, como reconoció el ministro del Interior, Jorge Larrañaga, en la conferencia de prensa del martes, que se realizó luego de la audiencia y en la que también estaba presente el fiscal de Corte, Jorge Díaz, además de la fiscal Morales.
Los técnicos de esta dirección encontraron huellas dactilares en el “picaporte interior que permitía el acceso al lugar donde descansaba” Escobar, tal como lo detalló la fiscal del caso en su dictamen. Además, en los championes del principal imputado se encontró “manchas pardo rojizas” que a la postre resultaron ser sangre.
En la mañana de este viernes, un grupo de personas intentó ingresar al destacamento del Cerro, pero los militares repelieron el ataque al dar la voz de alto y realizar disparos al aire. El ministro Larrañaga dijo luego en rueda de prensa que el episodio se vincula con “una boca de pasta base” de la zona.
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