Economía y Empresas > JAVIER MOSCA - GERENTE COMERCIAL DE GRÁFICA MOSCA

La otra Mosca

Gráfica Mosca fue constituida en 2001 pero su historia arranca a fines del siglo XIX; cómo analiza su gerente comercial el sector gráfico y cómo sobrelleva trabajar en una empresa familiar
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24 de marzo de 2015 a las 15:30

Fue el año en que Jack el Destripador aterrorizó a Londres, se publicó la primera edición de la revista National Geographic, Van Gogh se automutiló una oreja, Brasil abolió la esclavitud y Máximo Tajes presidía Uruguay. En ese mundo de 1888 Juan Mosca fundó en Montevideo la librería que tomaría su apellido cono nombre, que con los años también anexaría una imprenta, y que las generaciones siguientes continuarían dirigiendo. Esto hasta 1994, cuando la familia decidió vender la empresa a la argentina Estrada. Si bien el grupo del otro lado del Plata adquirió el 100% de la empresa, no estaba interesado en la imprenta sino en la librería (hoy, Mosca Hermanos) y sus varias bocas de venta. La situación económica en Argentina en 2001 y cambios societales en Estrada fueron el caldo de cultivo para que la imprenta se pusiera a la venta. “Surgió la opción de que mi padre la recomprara”, cuenta hoy el gerente comercial de Gráfica Mosca, Javier Mosca. De esta manera, el 1° de octubre de 2001, nació Meralir SA, la razón social de una empresa joven con un rico pasado. Así las dos Moscas –librería e imprenta– comenzaron a operar como empresas independientes. Hasta hoy es un desafío para Gráfica Mosca que el público separe a ambas firmas.

Cuando la familia Mosca volvió a tomar las riendas, la imprenta estaba fuertemente endeudada: “Mi padre puso en garantía sus casas y bienes y negoció con todo el mundo”. La crisis de 2002 tomó a Gráfica Mosca dando sus primeros pasos y sus ventas cayeron 50%. “Nos ayudó a enfrentar la crisis de pique”, señala Mosca. La desatención que había sufrido la imprenta en años anteriores generó que perdiera terreno frente a la competencia. Para volver a estar en forma la estrategia fue invertir en tecnología, norte que mantiene hasta hoy. El fuerte de Gráfica Mosca son las revistas, que significan más del 50% de su facturación, seguido de los estuches (como cajas de medicamentos y alimentos, con el 25%) y libros de alta calidad y catálogos, que se lleva el 20%. El año pasado imprimió unos 5 millones de unidades de libros, revistas y catálogos para unos 250 clientes. Javier Mosca comparte el directorio con su padre, un tío, y dos hermanos.

¿Cómo ve el sector gráfico?
No escapa de la tendencia mundial de decrecimiento. La economía crece, y el sector crece pero en menor medida. También, para mí, Uruguay a nivel de producción está medio a tope. Además, es muy fácil la inversión gráfica. Nosotros compramos máquinas cero k, que de repente valen US$ 2 millones o US$ 3 millones. Pero de repente una (máquina) que tiene tres o cuatro años cuesta la mitad. Y además con la crisis de Europa de repente la bajan. Las posibilidades de adquisiciones de máquinas buenas en otros lados está, y por eso muchas imprentas han comprado y se han equipado. Antes había 10 empresas significativas en capacidad de maquinaria –offset– y había muchísimas pequeñas. Esas pequeñas que fueron creándose, en el caso de que las grandes inviertan en tecnología y crezcan un poquito las medianas, van a desaparecer. La primera tendencia es que se va a consolidar un poquito. Y después entre los jugadores grandes hay que ver cómo se distribuye la torta. Es finita y la capacidad de maquinaria en Uruguay es excesiva, en proporción al número de habitantes.
Siempre dicen que per cápita somos el mejor en todo, bueno, per cápita a nivel gráfico somos los más grandes. No hay otro país que tenga tanta máquina gráfica.

¿Exportan al día de hoy?
Un proyecto que hicimos en 2009 requería que exportáramos anualmente y hasta ciertos valores. Eso nos impulsó a abrir una oficina comercial, en el mercado de Porto Alegre. Desde que pusimos la oficina siempre el real se devaluó más que el peso, y nos afectó bastante el negocio.

Sobre todo trabajamos mucho la parte de libros de arte, porque lo que es la parte de revistas es muy difícil porque el servicio tiene que ser inmediato y acá, por más que dicen que hay Mercosur, no existe. Hay trabas paraarancelarias, como por ejemplo el tema del flete. Estamos pensando en desactivarla o rever su utilización, porque realmente la venta desde acá es muy difícil.

¿Cómo lleva el gerenciar con la gente que después se junta el fin de semana a almorzar?
Como mi madre no trabaja lo primero que dijimos fue que los fines de semana cuando estemos con ella o nuestras esposas no se habla del tema.

¿Y eso lo respetan?
A rajatabla. Aunque a veces hay algún problemita acá, venimos calientes pero no sacamos el tema más por respeto a los otros. Y eso desde el primer día fue así. En una empresa familiar hay muchas ventajas: el compromiso, la confianza, la honestidad. A su vez, para la gente es muy difícil, lo reconocemos, trabajar en una empresa familiar. Por más que te pongas límites, muchas veces se termina llevando al ámbito familiar. Hay otros gerentes que no son de la familia y para ellos es muy difícil, sin dudas. Tratamos de que no sea un obstáculo.

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