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La relación entre India y China que puede remodelar la geopolítica de Asia

El vertiginoso crecimiento económico y demográfico de India plantea el interrogante si podrá superar el desarrollo alcanzado por China
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17 de mayo de 2023 a las 05:01

La población de la India superará este año por 2,9 millones a la de China y se convertirá de este modo en el país más poblado con 1.428,6 millones de habitantes, desplazando al gigante asiático del primer lugar que mantuvo durante los últimos tres siglos. Así lo indica un informe publicado a fines de abril por la agencia que patrocina los programas de política demográfica de Naciones Unidas (ONU).

La proyección plantea cuestiones que trascienden la estadística. Según los analistas, el hecho genera al menos dos nuevos interrogantes con relación al ya tenso vínculo entre Nueve Delhi y Beijing. ¿Superará India el desarrollo industrial y del mercado chino? ¿Intensificará el crecimiento demográfico la rivalidad entre las ambas potencias asiáticas?

Por lo pronto, en la última década, Beijing se ha convertido en el desafío de seguridad más importante para Nueva Delhi. En el centro de la cuestión está la disputa fronteriza que mantienen y que se intensificó en los últimos tres años con escaladas y desescaladas.

En 2020, tropas indias y chinas se enfrentaron en el Valle de Galwan, en la Línea de Control Real (LCR), un problema que continúa hasta la actualidad. Según los observadores, India reconoce el desafío que representa China para su seguridad y el actual gobierno del Partido Bharatiya Janata (BJP) ha tomado algunas medidas para enfrentarlo.

Sin embargo, las mismas fuentes señalan que Nueva Delhi se muestra reacia a reconocerlas públicamente. Los analistas subrayan el hecho que India ha perdido territorio a manos de China y evalúan que su capacidad de disuasión se estaría desmoronando.

En 2022, el PIB de China estuvo cerca de los US$ 18 billones, mientras que el de India fue de unos US$ 3,5 billones. En ese contexto, el presupuesto de defensa de Beijing fue de alrededor de US$ 230.000 millones, tres mayor que el de Nueva Delhi.

En ese contexto, hay poca indicios sobre cómo entrarán en juego las asociaciones estratégicas de India con Estados Unidos y sus socios en caso de un nuevo enfrentamiento con China. Nueva Delhi no tiene seguridad de que las potencias occidentales acudan en su ayuda. La razón: su propia dependencia comercial de Beijing y la ausencia de acuerdos de defensa mutua.

En lo inmediato, la información oficial señala que India ha concentrado la mayor cantidad de tropas en el Himalaya. Para algunos, la creciente confrontación fronteriza podría remodelar la geopolítica asiática. La razón: la tensión ha obstaculizado en cierta medida la agenda de Beijing.

Michael Gilday, almirante y jefe de operaciones de la Marina de Estados Unidos, India presenta para China un problema de “dos frentes”. Ahora, Según Gilday, Nueva Delhi obliga a Beijing no solo a mirar hacia el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán, sino que también “tiene que mirar por encima del hombro a la India”.

Aunque India participa del Diálogo de Seguridad del Cuadrilátero junto con Australia, Japón y Estados Unidos, el pacto no está previsto para ayudar a los estados miembros durante una crisis militar. De allí que algunos sectores de la política india insistan en que el país debería asumir que sus acuerdos estratégicos no resultarán en asistencia directa en el caso de un conflicto con China.

La hipótesis señala que India no puede escalar con la seguridad de una victoria, pero tampoco desescalar sin pérdidas. Nueva Delhi se enfrentó por última vez hace diez décadas a un adversario superior en una guerra. Entonces, como ahora, el oponente era China. Sin embargo, había una diferencia de poder menos pronunciada. Hoy, el enfrentamiento podría escalar fácilmente de una escaramuza a los dominios propios de la guerra cibernética e híbrida.

La presión china no es solo militar y la respuesta de India se complica por sus intereses políticos y comerciales. La rivalidad también tiene una dimensión económica. India es la quinta economía más grande en parte gracias a los productos baratos que compra a China. Establecer sanciones económicas contra su vecino podría ser contraproducente para Nueva Delhi.

Durante el período 2021-22, las exportaciones chinas a la India representaron el 15,4% de las importaciones indias, pero solo el 2,8 % del total de las exportaciones chinas. Es claro que Nueva Delhi enfrentaría mayores pérdidas que Beijing si impusiera sanciones.

Hay otra cuestión. Para la comunidad empresarial india, China sigue siendo una oportunidad. Es lógico. Sus productos son más baratos que los fabricados en otros lugares. Como resultado, Nueve Delhi y Beijing solo han mejorado sus relaciones comerciales.

El juego de las diferencias

Existen dos factores que diferencian a India y China: el ritmo de crecimiento de la economía y el control de la tasa de natalidad. Nueva Delhi ha logrado que ambas variables se inclinen a su favor. El motivo: cuenta con una gran fuerza laboral joven y una economía en expansión.

La población de China, en cambio, está envejeciendo y reduciéndose. Un problema para China, pero también para el resto del mundo, acostumbrado a la demanda de sus mercados. Además, su crecimiento se ha desacelerado en los últimos años. En 2022, creció apenas un 3%. El registro más bajo en casi medio siglo.

Beijing, no obstante, cuenta con una ventaja: la educación y el empleo de las mujeres, las cuales aportan el 40% del PIB nacional. En la India, las mujeres solo representan el 17%. Según los analistas, para superar a China, India debería cerrar la brecha de género e invertir en urbanización, infraestructura, fabricación y educación.

“Si India logra estos objetivos, podría posicionarse ante China como un poder económico global y como la democracia más grande del mundo, lo que podría traerle mayor prestigio y admiración en sus relaciones exteriores con el resto de los países”, escribió días atrás en el sitio de la CNN Frida Ghitis, columnista y analistas del diario The Washington Post y de World Politics Review.

Ghitis imagina el momento en el que una China envejecida ha perdido su lugar en la cima, sustituida por una India joven y dinámica. “Ese momento ya está aquí. Y marca un cambio que no ha hecho más que empezar. Convertirse en el país más poblado del mundo es sin duda una inyección de confianza. Si juega bien sus cartas, India podría convertirse en uno de los actores más poderosos del planeta”, estima Ghitis.

El “Tibet del sur”

Según Brahma Chellaney, profesor de Estudios Estratégicos en el Centro de Investigación de Políticas con sede en Nueva Delhi, al hacer frente a las invasiones territoriales chinas, India ha desafiado abiertamente el expansionismo de Beijing como ninguna otra potencia mundial lo ha hecho.

Chellaney no vislumbra un final al enfrentamiento fronterizo. Su lectura señala que la acumulación de recursos militares a ambos lados de la frontera habla de una rivalidad a largo plazo que podría remodelar la geopolítica asiática.

“La extralimitación estratégica del presidente chino Xi Jinping provocó que India se alejara de su anterior política de apaciguamiento y acelerara su desarrollo militar”, sostiene el investigador en un artículo publicado en Project Syndicate.

El autor se refiere al intento de China en la primavera de 2020 de ocupar cientos de kilómetros cuadrados en las fronteras heladas de la región de Ladakh, en el extremo norte de la India, en un momento en que Nueve Delhi aplicaba el bloqueo nacional más estricto del mundo por la pandemia.

“Xi calculó mal cuando asumió que China podría obligar a India a aceptar el nuevo statu quo como algo consumado. Desde entonces, Nueva Delhi superó con creces los despliegues militares de Beijing, alimentando la mayor concentración militar jamás vista en el Himalaya”, dice Chellaney.

Beijing, en tanto, ha procurado saturar las defensas indias abriendo un nuevo frente en el Himalaya oriental, a más de 2.000 kilómetros de la incursión de 2020. En diciembre de 2022, las fuerzas indias repelieron una incursión en el estado fronterizo Arunachal Pradesh, supuestamente con ayuda de la inteligencia estadounidense.

En un esfuerzo por fortalecer su reclamo territorial, China ha sinodizado el nombre de Arunachal Pradesh nombrándolo como el "Tíbet del Sur". La anexión del Tíbet por parte de China en 1951 resultó en uno de los desarrollos geopolíticos más importantes en la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial. Le dio a Beijign fronteras con India, Nepal, Bután y el noroeste de Myanmar.

El Tíbet, según Chellaney, es la clave del expansionismo chino en el Himalaya, a pesar de solo haber formado parte del actual territorio del país cuando China fue ocupada por los mongoles y los manchúes. Debido a que no puede reclamar ninguna conexión, sus reclamos se basan en supuestos vínculos tutelares con los habitantes de la región.

¿Una nueva oportunidad?

Si las proyecciones demográficas se cumplen, hasta 2040, India probablemente agregará 270 millones de personas a su población urbana. El cambio ya se está mostrando en las grandes ciudades. Nuevos y relucientes edificios se levantan en Nueva Delhi a medida que los nuevos ricos alimentan las inversiones inmobiliarias.

En el frente tecnológico, la infraestructura digital de la India se encuentra entre las más avanzadas del mundo. En solo unos años, casi todos los ciudadanos han recibido una tarjeta de identidad nacional que vincula a la persona con cuentas bancarias y la seguridad social, incluso con su contrato de alquiler si lo tiene.

No solo eso. Los reportes económicos enfatizan como unos de los logros más significativos del Partido Bharatiya Janata la creación de una única zona económica a partir de los desordenados impuestos federales y estatales, lo que ayudó con la recaudación de ingresos, que alcanzó un máximo el año pasado, proporcionando fondos para nuevos aeropuertos, carreteras y demás obras de infraestructura.

Sin embargo, los datos del Banco Mundial, entre otros, dan cuenta que China todavía está muy por delante. Aunque Nueva Delhi tiene algunas de las tarifas telefónicas más baratas del mundo, el uso de Internet va a la zaga con relación a su vecino, que también supera a la India, por ejemplo,  en capacidad de transporte aéreo y tráfico portuario de contenedores.

La educación es otro escollo. La mitad de todos los graduados indios están desempleados. El desempleo no cede. El nivel general se mantiene en torno al 7%. Para enfrentar el problema, el gobierno aumentó el gasto en educación en un 13% este año, el más alto de la historia, a unos US$ 13.400 millones. El objetivo: mejorar la educación digital y abordar las deficiencias educativas para procurar cerrar la brecha entre la demanda y la oferta.

Hace cuatro décadas, China e India eran economías basadas en gran medida en la agricultura. Sin embargo, a medida que el mundo occidental subcontrató la producción de todo tipo de bienes, Beijing aprovechó la oportunidad. India llegó después. Hoy, la industria manufacturera de China representa una cuarta parte de su economía. En la India sólo el 14%.

No obstante, la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China le está dando a la India una nueva oportunidad. Un ejemplo: tres proveedores taiwaneses clave de Apple obtuvieron incentivos para impulsar la producción y las exportaciones de teléfonos inteligentes. La compañía con sede en California fabrica ahora casi el 7% de sus iPhones en India.

Sin embargo, ascender en la cadena de valor no es fácil. Las leyes laborales siguen siendo restrictivas y, en comparación con países como Bangladesh o Vietnam, India ha tenido menos éxito en la creación de parques industriales altamente eficientes, los preferidos por los fabricantes globales.

Además, el reloj corre. La ventana demográfica de Nueva Delhi tampoco estaría abierta para siempre. Su población podría comenzar a disminuir en 2047 y caer a 1.000 millones hacia 2100, según la ONU. A diferencia de los demógrafos, los economistas suelen evitar los pronósticos de largo plazo. No obstante, teorizan que si India puede seguir creciendo al 7% anual y su moneda se mantiene firme, se economía podría ocupar el tercer lugar en 2030. Nada menos que por encima de Alemania y Japón.

No todo es economía

 “La rivalidad entre los dos gigantes asiáticos ha alcanzado un punto de inflexión. No se trata solo de una curiosidad estadística. India ha mantenido el crecimiento de su economía, incluso cuando ha conseguido controlar su tasa de natalidad, antaño peligrosamente alta. China, por su parte, ha entrado en un ciclo que amenaza su poderío económico”, asegura Chellany.

No es raro que en ese contexto China informara de una disminución de su población. La primera desde 1961, cuando el Gran Salto Adelante de Mao Zedong produjo una hambruna que mató a millones de personas. La contracción de 2022 marcó el comienzo de un fenómeno largamente anticipado y, a la vez, desencadenado en parte por la política  de hijo único que sostuvo Beijing durante décadas.

Para algunos, la crisis demográfica de China está llegando más rápido de lo previsto, con importantes ramificaciones no solo para el país, sino para un mundo que se ha acostumbrado a la creciente demanda de sus mercados. Hoy, tras décadas de crecimiento vertiginoso, el PIB per cápita de la población china es muy superior al de India. No obstante, la economía India se está acelerando y el Banco Mundial prevé que sea una de las de más rápido crecimiento este año.

Un dato adicional. Como resultado de las crecientes tensiones geopolíticas, la tendencia actual es hacia el “nearshoring” y el “friendshoring”; es decir: llevar la producción a países más cercanos y amistosos. Otra oportunidad para que Nueva Delhi salga ganando de las tensiones entre China y Estados Unidos.

India, sin embargo, enfrenta según los observadores una baja institucionalidad. Su democracia dista mucho de ser aceptable y en los últimos años habría retrocedido. Entre los datos negativos apuntan el aumento de las políticas discriminatorias contra los musulmanes y el acoso a periodistas y críticos del gobierno. Aun así, es una democracia multipartidista.

(Con información de la agencia AFP, Project Syndicate, CNN, Foreign Policy, The Japan Times y (The New York Times)

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