La restauración de antiguos manuscritos pone en valor la historia de una Nación sin Estado

"Entre los manuscritos hay temas diversos, como textos jurídicos, de astronomía, una biografía de Mahoma y el Corán", explica el experto formado en Italia, que trabaja con precaución con un pincel sobre un texto de gramática árabe, en el pequeño taller donde desarrolla casi en soledad sus tareas cotidianas.

Cuando constata que no es necesario tratar el documento bicentenario que tiene entre sus manos para quitarle color causado por la oxidación del papel a lo largo de los años, Salameh da un suspiro de tranquilidad.

Desde hace dos años y medio, ha restaurado unas 1.200 páginas de una docena de manuscritos pertenecientes a bibliotecas privadas palestinas del periodo otomano, algunos de 200 y 300 años de antigüedad. La mayor parte proviene de la Biblioteca Khalidi, que posee la mayor colección de manuscritos árabes e islámicos de los territorios palestinos.

La biblioteca, que también alberga obras en persa, alemán y francés, entre ellas una impresionante colección de libros de Victor Hugo, la fundó en 1900 Raghib al-Khalidi, un palestino notable que estudió en la Universidad de la Sorbona por petición de su madre difunta, Khadija.

Situada a la entrada del complejo de la mezquita Al-Aqsa, en el centro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la biblioteca es un complejo de tres edificios. Además del edificio principal del siglo XIII, tiene un anexo mameluco del siglo XV, el que contiene sus fondos impresos, y cuartos otomanos de los siglos XVIII y XIX para los eruditos visitantes.

La construcción principal es un edificio mameluco del siglo XIII, el segundo edificio mameluco más antiguo de Jerusalén, que contiene un nicho de oración y los restos de los guerreros musulmanes que en los siglos XII y XII participaron en la recuperación de Jerusalén de los Cruzados.

Visión de la historia de Jerusalén

AFP

La colección de la biblioteca tiene libros, correspondencia, decretos del Imperio Otomano y memorias, inclusive las de la influyente familia Khalidi, que ofrece una visión de la vida en la ciudad santa, entre ellos un manuscrito del siglo X.

"Tenemos manuscritos que abordan el estatus cultural y social de los habitantes de Jerusalén, y es un indicio de la presencia palestina aquí desde hace siglos", dice Khader Salameh, bibliotecario encargado de la colección y padre del conservador del establecimiento.

"El contenido de la biblioteca refuta la afirmación de los sionistas, según la cual este país estaba vacío", agrega Salameh, en referencia al discurso de los dirigentes sionistas antes de la creación del Estado de Israel.

Después de 1967, cuando la ciudad vieja de Jerusalén fue ocupada y anexionada por Israel, la biblioteca Khalidiyya, como tantas otras propiedades árabes/musulmanas, fue amenazada de confiscación por las autoridades de Tel Aviv. Los intentos se prolongaron durante muchos años, pese a que la ocupación israelí es considerada ilegal por Naciones Unidas (ONU) y la comunidad internacional.

Pese a la resistencia, una parte del edificio fue expropiado para construir allí una escuela religiosa judía, se lamenta el bibliotecario. La dirección de la biblioteca inició una larga batalla jurídica para oponerse, pero perdió el proceso y no pudo impedir que las autoridades israelíes se apoderaran de una parte de la histórica construcción.

Khader subraya, sin embargo, que la situación hubiera podido ser peor si todo el edificio hubiera sido incautado, y se congratula de haber recibido el apoyo de intelectuales israelíes que dieron testimonio a su favor en los tribunales israelíes; además del apoyo financiero de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Fondo Económico Árabe en Kuwait, entre otros, que le permitieron no sólo resistir, sino también reequipar la biblioteca e iniciar las tareas de conservación.

"Manuscritos delicados"

Desde que ocurrió ese episodio, la biblioteca continúa con su compromiso de preservar el patrimonio cultural árabe de Jerusalén gracias a su trabajo de restauración y digitalización, con el apoyo de organizaciones locales e internacionales.

"Trabajamos en los documentos con gran precisión sin exponer el papel a la luz, pues los manuscritos son muy delicados, y queremos conservarlos el mayor tiempo posible", dice Shaimaa al Budeiri, responsable de los archivos digitales desde su oficina, rodeada de centenares de libros y material.

La experta limpia las páginas antes de colocarlas para que sean fotografiadas y cargadas en su ordenador. Hasta ahora, ha fotografiado unos 2,5 millones de páginas de manuscritos, diarios, libros especiales y otros documentos que provienen de bibliotecas palestinas de Jerusalén.

La digitalización es necesaria, dice, para que los investigadores puedan acceder a los archivos de la biblioteca a distancia. Budeiri afirma que hace el trabajo por amor a los libros. "Si alguien manipula mal un libro, tengo la impresión de que el libro sufre", señala. "El libro nos da muchas cosas y no nos quita nada", concluye.

(Con información de la agencia de noticias AFP)