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La silenciosa lucha de Henry Giménez

Los golpes de la vida llevan al delantero de 33 años a pasar de disfrutar sin traumas del recuerdo de haber sido parte del River de Carrasco, y los lujos de Italia, a la lucha por las canchas de la B
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29 de julio de 2019 a las 05:01

Henry disfrutaba el fútbol. Esperaba con ansiedad el fin de semana para entrar a la cancha a sentir el placer de jugar. Aquel equipo de River que integró entre 2007 y 2009 era un deleite para la vista. Henry lo disfrutó.

River era la sensación del campeonato. Su juego invitaba a propios y extraños. Llenaba las canchas. El juego de Giménez despertó rápida curiosidad en el exterior. A mediados de 2009 se lo llevó Bologna de Italia.
Fueron cuatro años y medio. “Los primeros dos años fueron muy buenos, con muchos minutos, la pasé muy bien”, contó a Referí. Luego se produjo un cambio de directiva y entrenadores y, pese a que Henry se mantuvo en el club, no tuvo la misma participación.

En Italia jugó al más alto nivel. “La vida es como vos la quieras vivir”, aclara, pero asume que “en el club no te dejan faltar nada. Tenés tus decisiones si querés que te den apartamento, te lo dan. Ellos están en todos los detalles. Las coordinaciones con los fisioterapeutas, los médicos... El entrenador con el horario de entrenamiento, cómo planificaba cada técnico su pretemporada, las estadías en los hoteles, todo”, recordó.

Una serie de problemas de salud lo llevaron a perder peso en el equipo. Henry debido ser intervenido de un problema la nariz y luego de varicocele que es el agrandamiento de las venas dentro de la piel floja que sostiene los testículos. Fue entonces cuando Bologna lo mandó dos meses al club Grosetto de Italia.

En 2014 volvió a Uruguay. Y si bien aspiraba a quedarse en Europa tuvo que hacer el clic de afrontar el impacto del regreso.

“Al inicio te da un poco de melancolía dejar el primer nivel futbolístico pero tenés que pensar que hay que seguir, porque tu carrera sigue, tu vida sigue. La readaptación cuesta unos meses. Pero volví a mi lugar, a mi familia, a mis amigos, a mi país”, expresó rememorando el optismo de aquellos días.

En Nacional, donde se consagró campeón Uruguayo, volvió a sufrir otra recaída física y debió ser intervenido de un quiste. “Gracias a Dios era benigno. Perdí unos meses y no me pude poner en forma”, acotó.

Henry reconoció que ese período fue duro. “Sufrí, sufrí porque era salir de una y meterse en otra y el cuerpo estaba mucho tiempo parado, con cirugía que nunca es bueno, y perdés en lo físico, en lo mental te juega. Pero me fortaleció mentalmente”.

Disfrutar la vida

Luego de salir de esos golpes, Henry Giménez asume que disfruta las situaciones de la vida de otra manera.

“Por supuesto que se visualizan las cosas de otro modo. Siempre he valorado las cosas pero creo que no le doy tanta relevancia o importancia a temas diarios de la vida con los que antes por ahí me amargaba”, dijo Giménez a Referí.

El jugador agregó: “Hoy en día no digo que no me detenga en los problemas pero ya la manera de pensar es distinta. Tengo 4 hijos entonces después de eso tratás de mirar las cosas de un lado positivo. Que es lo mejor. Que el tiempo pase que siempre cura las heridas. Todo dura hasta que se termina en la vida”, expresó.

El delantero se reconstruyó saliendo a Perú y Ecuador hasta que en 2017 decidió que era tiempo de pegar la vuelta a casa.

Y no se le cayó ningún galón por tener que volver a las fuentes y retomar el fútbol desde el ascenso.

“¿Por qué juego en la B? Primero que nada porque me agarró en una situación que venía sin equipo y me llamó el Grillo Biscayzacú y me mostró la propuesta de Villa Teresa que es un equipo importante de la divisional”, expresó.

Giménez reconoce que el fútbol del ascenso tiene determinadas particularidades.

“Por ahí hay canchas más difíciles de jugar y equipos que por ahí capaz que técnicamente no tienen tanto desequilibrio. Pero sí tienen un hambre de buscar la gloria que se nota un poco más porque al no jugar tanto por el piso, al no poder lograr un mejor juego por las canchas, se ve más la actitud y el temperamento de los jugadores”.

Giménez admite que en los clubes del ascenso todo es a pulmón. En el Villa dice que encontró un club donde la gente es pasional y da todo por la causa. “No nos falta nada, estamos al día y la verdad que me sorprende cómo trabajan para que no nos falte nada. El Villa es un club muy barrial, con mucho sentimiento, la gente todo lo que hace lo hace con amor y pasión. Sin tener un respaldo económico te hacen sentir ese amor por la camiseta”.

Jugar por placer

Henry Giménez asume no tener la vida solucionada. “Nadie la tiene en el mundo”, apunta. Y agrega: “soy agradecido de lo que me dio el fútbol. Y hoy estoy en actividad y no me puedo quejar. Si me quejo sería de lleno. No tengo la vida salvada pero mientras Dios me dé salud y la familia que tengo, voy a estar bien”. Giménez está realizando el curso de entrenador.

Cuando se le pregunta si hoy juega por placer, responde: “¿Sabés por qué juego? Porque el fútbol es lo que amo y aparte de por placer juego porque me siento útil. Creo que estoy vigente, con ganas de seguir, el compartir un vestuario con los compañeros me hacer sentirme bien. Es obvio que no juego tanto por lo económico. A uno no le gusta jugar gratis, pero lo económico acá no marca la diferencia. Tengo 33 años y quiero disfrutar lo que me queda”.

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