El golfo es considerado por los ambientalistas locales como la zona más afectada en la región por los efectos del cambio climático

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La suba del nivel de mar arrasa las aldeas de pescadores centroamericanos en el Golfo de Fonseca

En algunas zonas, la línea costera avanzó 600 metros en los últimos 17 años. Localidades como Cedeño, en la costa del pacífico hondureño, podrían desaparecer por completo en un plazo de cien años
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03 de marzo de 2023 a las 05:00

Las huellas del calentamiento global están a la vista en el Golfo de Fonseca, la profunda entrada que se dibuja en la Costa del Pacífico compartida por El Salvador, Nicaragua y Honduras. El área, de unos 3.200 kilómetros cuadrados de superficie marina, comprende un complejo de siete zonas costeras de unas 70.000 hectáreas en donde el avance de las aguas afecta a docenas de pueblo de pescadores.

En la orilla arenosa del golfo, muchas de las casas parecen como si hubieran sido barridas por un terremoto. Las olas, según denuncian los lugareños, como si se trata de un lento y persistente tsunami, van arrasando las propiedades. Es el caso de Cedeño, una ciudad de 7.000 habitantes ubicada a unos 100 kilómetros al sur de la ciudad de Tegucigalpa, la capital de Honduras. “El mar viene avanzando”, se lamenta Telma Yadira Flores.

La mujer, un ama de casa de 40 años, perdió su vivienda de ladrillos el año pasado y ahora vive en una precaria vivienda de tablas, cuya cocina tiene como piso la arena de la playa. Ante el creciente peligro, Telma, que vive junto a su hijo y su nuera, teme que la situación se repita. "Si otra vez se mete el mar tenemos que desalojar y ver para dónde nos vamos", explica la mujer.

Un informe del Comité de Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca (Coddeffagolf), una ONG constituida para proteger el corredor biológico que registra un total de 366 especies, varias de ellas amenazadas de extinción, confirma los temores de Telma. "Cedeño podría desaparecer por completo en cien años", advirtió la entidad en uno de sus habituales informes sobre el estado de conservación de la región.

El golfo, descubierto en 1552 por el piloto español Andrés Niño mientras buscaba una ruta marítima que vinculara los océanos Atlántico y Pacífico, es considerado por los ambientalistas locales como la “zona cero”; es decir: la más afectada en la región por los efectos del cambio climático.

En la práctica, según los lugareños, las fuertes marejadas derribaron ya buena parte de la barrera natural de cocos y manglares, con la consecuente destrucción de muros de contención, viviendas, un laboratorio marino, mansiones de ricos y famosos y pequeños negocios. En Cedeño, el ambiente de desolación es visible. La escuela Michel Hasbún, a la que asistían unos 400 niños, quedó abandonada, lo mismo que la sede de la Policía y el parque central de la comunidad.

Según determinó el Comité de Defensa en base a un informe que compara las líneas costeras de 2004 y 2021, el mar fue avanzando hasta inundar 105 metros tierra adentro en apenas 17 años. “El mar se comió seis cuadras. Había un campo de fútbol, pero ese campo se perdió", explica Sergio Espinal, un pescador artesanal de 75 años. "Había buenos restaurantes, buenos hoteles, pero eso fue muchos años atrás”, agrega.

Los habitantes de Cedeño no sólo son testigos de cómo desaparecen más y más metros de playa. También constatan temporada tras temporada la progresiva desaparición de decenas de especies de crustáceos y moluscos, cuyos hábitats están en las raíces de los bosques de manglares. La transformación es tal que la playa de Cedeño, antes poblada de cocoteros, es ahora un extenso manto arenoso que cuando la marea sube a ciertas horas del día se cubre por el agua.

Aves marinas, como pelícanos, tijerillas y gaviotas, sobrevuelan intentando subsistir, en medio de la escasez de peces. "Antes había decenas de familias de delfines, había tiburones, se sacaban peces espada, y ahora ya todo se perdió", se lamenta el lanchero Luis Fernando Ortiz, de 39 años, al navegar en las aguas de color azul turquesa. "Esa era la casa de Elvin Santos", dice en alusión al ex vicepresidente (2006-2008), mientras señala una mansión destrozada.

“La causa del deterioro ambiental es por el derretimiento de los glaciares, que está aumentando el caudal del mar", afirma Jorge Reyes, jefe de proyectos del Comité de Defensa. “Los signos más sensibles para la población costera son la destrucción y el agotamiento de las especies, lo que obliga a pescadores artesanales a recorrer grandes distancias para poder faenar", dice el ambientalista.

Como una forma de mitigar la situación, la ONG está desarrollando un proyecto que apuesta a la restauración de los ecosistemas costeros mediante la reforestación de los manglares y la sumersión de domos para rehacer los arrecifes muertos por el incremento de la temperatura de agua. Mitigación que, sin embargo, poco y nada puede ante la cada vez mayor cantidad de desechos sólidos que afectan al Gofo de Fonseca.

Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), 11 millones de toneladas métricas de plástico ingresan cada año al mar, cifra que puede triplicarse en las próximas décadas, tema de discusión a nivel global en las conferencias convocadas por la ONU para alcanzar un acuerdo global de carácter vinculante.

En lo inmediato, y aunque no existen trabajos científicos sobre el aumento del nivel del mar en el Golfo de Fonseca, la experiencia de los pobladores de la zona es consistente con el informe difundido por el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Colorado, que señaló que el hielo marino de la Antártida se redujo a 1,79 millones de kilómetros cuadrados el 21 de febrero, la menor extensión en medio siglo según los registros satelitales.

Los científicos del NSIDC subrayaron que la última cifra es preliminar, ya que aún es posible que se produzca más deshielo a finales de la estación, en tanto dijeron que publicarán una cifra definitiva sobre la extensión del hielo a principios de marzo. La capa de hielo es objeto de especial atención por parte de los científicos debido a que contiene suficiente agua para provocar, si se derrite, un aumento catastrófico en el nivel de los océanos.

Según los científicos, el deshielo de la Antártida y el Ártico suma problemas al calentamiento global. En los hechos, acelera el proceso. ¿La razón? Cuando el hielo marino, que devuelve al espacio hasta el 90% de la energía solar, es sustituido por un mar oscuro y descongelado, el agua absorbe en cambio un porcentaje similar del calor del Sol. Todo esto en un contexto en el que el año pasado fue el quinto o sexto más cálido jamás registrado, a pesar del enfriamiento provocado por un patrón meteorológico natural como el fenómeno conocido como La Niña.

Por el momento, los habitantes de las localidades costeras del Golfo de Fonseca, mientras luchan por restaurar las líneas naturales de defensa que protegían a las aldeas, esperan, al igual que muchas otras comunidades que dependen del mar, no verse arrastradas a una catástrofe medioambiental que podría desembocar, como advirtió el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un “éxodo de proporciones bíblicas".

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