La supervivencia de Donald Trump

En reiteradas ocasiones se habló de un posible juicio político por parte de los demócratas con la finalidad de destituirlo. Pero del dicho al hecho hubo mucho trecho y el amague nunca se concretó. Ahora, las cosas parecen haber cambiado, tanto, que algunos representantes (diputados) demócratas que antes se negaban a hablar de un juicio político al presidente, a partir de la semana pasada están dispuestos a estudiar el caso. En la cámara baja se necesitan 218 votos para iniciar el proceso de impeachment, aunque esto no quiere decir que el presidente vaya a ser removido del cargo, pues luego la discusión pasará a la cámara alta, en la cual el proceso puede ser descarrilado por los senadores republicanos.

La mayoría de los estadounidenses, a la fecha de hoy, están en contra de iniciar un proceso de destitución del presidente, tal como lo destacan las recientes encuestas, pues consideran, entre otras cosas, que sería muy nocivo para la economía del país, la cual es percibida como muy sólida, aunque escarbando la realidad sea otra. La opinión colectiva podría cambiar muy pronto si el proceso contra el mandatario levanta vuelo y quedan confirmadas las acusaciones en su contra. En sus apariciones en público recientes Trump se ha mostrado errático, cansado, distraído, como si supiera que hay elementos, aun no dados a conocer por completo, para ameritar su remoción del cargo.

Su participación en la asamblea general de las Naciones Unidas no fue muy destacada, repitiendo en su discurso las mismas figuritas retóricas repetidas, a las que pocos le prestan atención, ni siquiera aquellos que dicen que lo van a votar nuevamente. Vaya uno a saber por qué razón –que la hay–, pero por primera vez desde que inició su carrera política, Trump aburre. Su principal arma de combate, una verborragia filosa y en reiteradas ocasiones hiriente contra el objetivo de su ataque, suena altamente reiterativa y previsible. Da la impresión de que el agente provocador se fue al mazo, o está camino de hacerlo apenas crezca la presión en su contra.

El miércoles pasado, al final de la conferencia conjunta que dieron, el presidente de Ucrania lo invitó a visitar su país. Trump, haciendo gesto de total desinterés, respondió, “Vamos a ver”, para agregar inmediatamente que ahora no sería posible pues tiene asuntos de mayor importancia para tratar. Vaya si los tiene, uno de ellos, la muy probable batalla contra los demócratas en ambas cámaras del congreso para poder llegar vivo a las próximas elecciones presidenciales.