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La verdad sobre los algoritmos de los sitios de citas

Las relaciones son demasiado complicadas como para crearlas matemáticamente
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13 de noviembre de 2015 a las 05:00

Tinder lanzó una versión actualizada de su algoritmo para juntar personas este miércoles, un "gran cambio" que el CEO, Sean Rad, ha estando anunciando con bombos y platillos desde la semana pasada. En un posteo en su blog, Tinder ofrece algunos detalles sobre el nuevo algoritmo, pero básicamente prometía que revolucionaría la cantidad y calidad de compatibilidades que cada usuario recibe.

"Solo abre Tinder y fíjate", alientan. "Estamos seguros de que estas actualizaciones mejorarán la aplicación y llevará a conexiones más significativas".

Pero hay un pequeño hecho sobre el nuevo algoritmo que Tinder seguramente no está diciendo: los algoritmos de los sitios de citas no tienen sentido. Realmente no hacen nada. De hecho, algunas investigaciones sugieren que los llamados "algoritmos de coincidencias" solamente son apenas mejores uniendo personas que el azar.

La evidencia más fuerte de esto viene de un estudio publicado en 2012 por la Universidad Northwestern en la publicación Psychological Science in the Public Interest, que no solo dejó por el piso el concepto mismo de "algoritmos de conexiones", sino que llamó a la Comisión Federal del Comercio de Estados Unidos para regular las afirmaciones sobre su efectividad.

Para entender por qué estos autores encontraron estas reivindicaciones tan preocupantes, primero se deben entender algunas nociones básicas de cómo funcionan las relaciones. Dejando de lado, por un minuto, las nociones de cuentos de hadas de las almas gemelas y el verdadero amor: en realidad, la mayoría de las personas podría felizmente emparejarse con un gran número de compañeros potenciales, y los factores que determinan con quién se emparejan tienen más que ver con las circunstancias que con cualquier otra cosa.

El éxito de las relaciones básicamente depende de tres cosas, según explican los autores del estudio: las características individuales, como si una persona es inteligente o qué tipo de obsesiones tiene en una relación; la calidad de la interacción, o cómo se da la aproximación en persona; y las circunstancias que los rodean, o cuestiones como la raza, la salud o el estado financiero.

Solo esto prueba ser un gran obstáculo para los algoritmos de conexiones. Simplemente no pueden dar cuenta de las circunstancias futuras o la forma en que se interactúa con otras personas, particularmente antes de conocerse; podrían intentar moldear esas cosas, pero no tienen suficientes datos para dar cuenta de la diversidad de posibles resultados.

Dado esto, los algoritmos de conexiones tienen a enfocarse solamente en la personalidad: conectar a una persona con alguien similar, o lo suficientemente similar como para no rechazarlos de inmediato. Pero eso presenta otros problemas, como el hecho de que estudios de gran escala de parejas casadas han demostrado que la similitud de las personalidades de las dos partes solamente da cuenta de la mitad del porcentaje de la razón por la que están felices (Tinder, curiosamente, ha comenzado a agregar datos sobre la educación y la profesión a sus perfiles, seguramente para poder elegir a un compañero con antecedentes similares a los de uno).

Además de eso, hay demasiadas preguntas sobre las compatibilidades que los psicólogos no han respondido. Como: dada una serie de puntos en los que una persona y su pareja coinciden y no coinciden, ¿cuáles debería privilegiar el algoritmo de conexiones al calcular el "porcentaje de compatibilidad"? (OkCupid lo hace, por ejemplo, al permitir a los usuarios puntuar qué tan importante es cada dato para ellos; pero los usuarios son notoriamente malos al calcular ese tipo de cosas, y matemáticamente hablando, es un instrumento impreciso).

¿Y qué pasaría si se miente sobre lo que a uno le gusta o encuentra atractivo de otra persona? ¿O si las creencias y la personalidad cambia durante el tiempo en que empezó a usar el sitio de citas y el presente?

Peor aún, ¿cómo puede el algoritmo dar cuenta de las ocurrencias básicas y bien documentadas de la naturaleza humana: que las personas son bastante caprichosas acerca de aquellas a las que se sienten atraídas?

"Es virtualmente imposible tener éxito en la tarea que muchos sitios de citas se han planteado", concluyen los autores. "Más allá de las reivindicaciones sobre lo contrario, es poco probable de que cualquier algoritmo de conexiones basado en datos recolectados antes de que las personas se encuentren unas con las otras pudiera ser efectivo al identificar compaleros que podrían ser compatibles en una relación a largo plazo".

En otras palabras, las afirmaciones de Tinder de que matemáticamente puede hacer conexiones más profundas es puro palabrerío.

Claro que Tinder no es March.com o eHarmony; si se está chequeando Tinder un viernes a la noche, presumiblemente no se está buscando una media naranja. Eso es ideal porque, mientras que las apps son muy malas para predecir relaciones de largo plazo, son muy buenas, dicen los investigadores, para ayudar a conocer más personas.

Así que si lo que se busca es un trago o una relación esporádica que potencialmente podría terminar en algo más, entonces, Tinder es la opción ideal. Si es verdadero amor lo que se busca, Tinder no es la celestina ideal.

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