Lalo Mir
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Lalo Mir: "Los del rock nos vamos poniendo grandes, y toda esta generación no es rocker"

El periodista argentino está en Montevideo para grabar la versión local de Encuentro en el Estudio, que emitirá TV Ciudad
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10 de marzo de 2023 a las 05:04

Aunque la carrera de Lalo Mir abarca decenas de proyectos y décadas de trabajo, uno de los proyectos de más alto perfil incluso fuera de las fronteras de su Argentina natal es el ciclo televisivo Encuentro en el Estudio. El programa donde Mir tiene el doble rol de entrevistador y espectador de lujo de los shows que graban los artistas invitados tiene ya diez temporadas en el bolsillo emitidas entre 2009 y 2021 y ahora una edición uruguaya en rodaje.

En febrero, TV Ciudad anunció que emitirá una temporada realizada en Montevideo del programa, con una grilla de artistas que incluye a Buitres, Níquel, Hugo Fattoruso, Lucas Sugo, Ana Prada, Florencia Núñez, Luciano Supervielle y la murga Agarrate Catalina.

El programa, realizado en el marco de un acuerdo entre el canal de la Intendencia de Montevideo y la entidad gubernamental argentina que gestiona Canal Encuentro, está terminando de rodar sus ocho episodios en el estudio Sondor. “Salió más fácilmente de lo que esperábamos”, contó Mir. “Porque cuando te vas a otro país, son otras costumbres, otros hábitos, otras formas. Pero nos parecemos bastante y fue muy fácil”, agregó.

Mir descubrió por primera vez a algunos de los músicos que pasan por esta edición criolla del programa, pero considera que ese es también uno de los encantos del formato. “Descubrir y que ese sentimiento se traslade a la pantalla; creo que uno de los éxitos del programa es que logra la simpleza, esa intimidad y proximidad, de llegar a lo más emotivo del artista”, consideró sobre Encuentro en el Estudio.

En el marco de esa visita laboral del periodista argentino de 70 años a Uruguay, Mir conversó con El Observador sobre este salto del formato al otro lado del Río de la Plata, sobre la música y los medios actuales, y sobre las razones por las que el aburrimiento juega un rol clave en su carrera.

¿Cómo ha sido tu vínculo con la música uruguaya?

Para mí no hay música uruguaya. Hay música. Yo escucho música desde hace mucho tiempo, de manera muy antropológica. Desde los años 80, con mis primeros viajes a París, empecé con esta postura a través de disquerías que visitaba, como FNAC o Virgin. Una radio me llevó mucho a eso también, Radio Nova, que pasaba música sin prejuicios. Ahí escuché a Fito Páez, a Charly García, a Mercedes Sosa y a Mano Negra, que me abrieron un camino. Escuchar a Mano Negra es entrar en África, pasar por el Caribe, España, Francia. Me distancié del término fusión, que es fake para mí, prefiero mestizo. Pero fue un término que nos sirvió para categorizar, para catalogar la música de esa época. Y eso me hizo que le perdiera un poco de sentido a términos como "música uruguaya". Es como la música de Salta o de Trenque Lauquen. Es música. Más buena, menos buena, llega más o menos, tiene más o menos seguidores, pero solo se trata de vivir y cantar. Tengo más relación con algunos, a Rada lo debo haber entrevistado 20 veces, ya es casi un amigo, a Drexler también varias veces. Hubo acercamientos más espectaculares, cuando fue Falta y Resto a grabar a Buenos Aires para nosotros era Disney. Como acá con la Catalina. Es maravilloso porque es un poco más exótico, entonces lo hace más entretenido visualmente, el canon de voces que se arma no es tan habitual, es música con patrones diferentes y es divertido.

Lalo Mir

¿Cómo te llevás con la música nueva?

Me llevo bien, he viajado mucho, y en los 80 en Nueva York ibas a un baile y había hip hop. No era común, porque era todavía algo solo de los negros en Estados Unidos, pero ya estaba ahí y era otra forma, más urbana, con una poesía más rústica, más espontánea, muchas veces entre una presentación y otra el tema cambiaba de letra. Eso difiere de la canción tradicional como la concebimos, que es algo más estricto, con alguien que canta lo mismo dos millones de años y es siempre lo mismo, aunque como un chiste en un show cambie una palabra. Pero la música urbana tiene otro discurso, otra cosa. No hay melodías, casi no hay armonías, es ritmo y letra arriba, es un signo de los tiempos nuevos. Hay cosas que me gustan y otras que no, como todo. Wos, Trueno, Nicki Nicole me parecen muy interesantes, ahora está Bizarrap que es un fenómeno, porque maneja elementos muy básicos: una computadora, a veces un teclado o una máquina de ritmos, efectos y un sampler, y el pibe ahora se va al programa de Jimmy Fallon con Shakira; le abrió las puertas del mundo a toda esta música argentina. Son referencia en el Caribe, en Europa, en todos lados. Nunca había pasado, con el rock no pasó, no fue ni tan global ni tan inmediato, fue mucho más hispanoamericano. Esto es ya un idioma nuevo, mezcla con inglés, no se sabe, palabras inventadas, síntesis. Es muy novedoso.

¿Llevarías a esta nueva generación de músicos a Encuentro en el Estudio, por donde todavía no han pasado?

Ya estamos para hacer Encuentro en el estudio con los más viejos, que ya tienen cerca de 30 años y capaz ya tienen diez años de carrera. Ya tienen un camino. Porque en Encuentro en el estudio lo que tenés que tener es un bagaje, una experiencia que nos permita hablar una hora y media y abras tu alma. En un artista nuevo es difícil eso. Los más grandes lo tienen y me animo a decir que alguno de los más jóvenes también, como Nicki, que en tres o cuatro años explotó, fue muy rápido. Es como Billie Eilish en Estados Unidos, que sale del garage con el hermano y suenan en todo el mundo, sin estudio, sin corporación, sin nada. Con un teléfono. Eso es sorprendente pero no hace a la calidad, el artista la tiene haga lo que haga y cómo lo haga.

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Hace algunos días la edición argentina de la revista Rolling Stone publicó una selección de las 300 mejores canciones del rock argentino y en la lista había varias canciones de hip hop y trap. ¿El rock está ahí ahora?

Los del rock nos vamos poniendo grandes, y toda esta generación no es rocker. El rock, como evento cultural, fue un fenómeno de los 60. Aparece en los 50 en Estados Unidos pero culturalmente es el Mayo Francés, que cambió la historia política del mundo. Y eso es rock, esa es la cultura del rock para mí. Y pasaron ya 50 años. Es notable que todavía sea una corriente mayoritaria. Calculo que quedará como quedo el tango, como queda el jazz o como queda el vals. Son como capas que van quedando, más o menos notorias depende de las culturas locales. Creo que el rock es eso, va a seguir estando porque ya se filtró en nuevas corrientes, y una guitarra distorsionada la uses donde la uses, es rock. Es Hendrix, que no hacía rock, hacía rhythm and blues. Otra vez, las definiciones. Que a la hora de narrar algo están bien, porque aceleran el proceso de comprensión. Sabés qué esperar. Sin ellas, sería difícil explicar o dar una clase, así estamos armados. Pero estos chicos son interesantes, movieron muchas cosas, no sabían qué estaban haciendo. Con Encuentro en el estudio nos pasó, no sabíamos que iba a ser así, y todavía es chiquito, podría ser un formato mucho más grande. Y quizás es porque no es perfecto, porque ves lo real, la desprolijidad. Lo humaniza.

¿Y con los medios nuevos como te llevás? Trabajás por ejemplo para un sitio como Filo news, haciendo videos para YouTube.

Es lo mismo, son herramientas. Lo que no me gusta no lo veo, lo miro y lo rechazo, lo dejo ahí. Lo que me atrae, me involucro más. Ese es el proceso. No sabemos muy bien todavía cómo reaccionar, sabemos que todos podemos publicar contenidos, a todos nos está permitido y eso es revolucionario, pero no es tan liberal como dicen. Hay un algoritmo que es control. Es Gran Hermano, Orwell. Es un libro de ciencia ficción de hace 60, 70 años. Yo soy bastante “ciencia ficcionero”, y también muy de la divulgación. Y se dio. Hay cosas que sabía que iban a pasar por haber leído esos libros, nada más. Y ahora estos aparatos son hasta bancos, todo. ¿Qué van a ser? Capaz dentro de un tiempo, imagino, la democracia pase por el teléfono y no haya que votar cada cuatro años, sino elegir algo todos los días. Una locura.

¿Pensás en el futuro entonces?

Es un tema, sí. La aceleración, por ejemplo, es un tema para mí ahora. El futuro es aceleración, aunque viene desde la revolución industrial, pasa que es exponencial. Todo lo que sucedió en cien años sucede en un día. Es raro. Pero son simpáticos estos aparatos. Los tengo que dejar a veces, porque te cansan, te estresan. Solo los agarro para anotar algo o sacar una foto.

Para alguien que empezó en los medios analógicos tradicionales ¿cómo fue acostumbrarse a que no se hace más radio en una radio o televisión en un estudio?

Somos cuatro personas charlando, pongo el teléfono en el medio y hay una aplicación que con inteligencia artificial te lo procesa, lo ponemos en radio, y es como si estuviéramos en un estudio con un micrófono profesional. Te trae lo que está en segundo plano al primero y le saca el reverb. ¿¡Say what!? No hace falta más nada. Tengo una radio que es un club, formamos una asociación civil sin fines de lucro en San Pedro, mi pueblo, se llama Lechiguanas, y no hay estudio. Es un galpón de camiones donde hay una compu, internet, un transmisor y una antena. Hacemos los programas por Whatsapp, es maravilloso. Después hay que editar, que es divertido. Y el canal de televisión más visto del mundo es YouTube, que no tiene estudio, no tiene nada. Y tiene miles de millones de televidentes.

¿Qué lugar tiene el aburrimiento en tu carrera?

Me aburro mucho. Entonces estoy todo el tiempo buscando cosas nuevas para hacer. Pero a su vez, como hago tantas cosas, tengo una larga lista de deudas conmigo mismo. Entonces cuando estoy aburrido digo "bueno, voy a limpiar tal escritorio", tengo cinco lugares de trabajo, soy un pesado, un acumulador. Y eso ocupa tiempo. Ordenar. Tengo una vida con muchas actividades muy relacionadas con lo lúdico. No sé por qué hago lo que hago, salvo ir a trabajar formalmente, que tampoco lo hago más, aquello de ir a una radio cuatro horas todos los días dejé de hacerlo en 2018. Grabo cuando tengo ganas, pido disculpas cuando no estoy. Y me funciona. Me dicen "ok, dale". Ya está, ya no me reclaman nada. De hecho, muchas de las cosas que hago no tengo ninguna obligación de hacerlas, salvo las grabaciones, que se resuelven en horas y le ponen hitos al camino para no descarrilar. Estoy mucho tiempo al pedo. Leo, voy al río, miro. Estoy muy contemplativo. Puedo estar horas sin hacer nada, que antes no podía.

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