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Las lagunas legales facilitan el comercio de aletas de tiburón en Ecuador

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12 de agosto de 2022 a las 05:04

La pesca de tiburones fue prohibida en Ecuador en 2004. Sin embargo, tres años después, el entonces presidente Rafael Correa firmó el Decreto Ejecutivo 486, mediante el cual se permite la venta de algunos tipos de tiburones si la captura es incidental. La decisión abrió una laguna legal. Hoy, en las aguas territoriales del país se capturan unos 280 mil tiburones al año, según el legislador Washington Varela, titular de la Comisión de Biodiversidad de la Asamblea Nacional.

El año pasado, Ecuador exportó una cantidad récord de aletas de tiburón, un producto considerado como una delicia gastronómica en China y otros países asiáticos, donde su consumo está asociado con supuestos beneficios para la piel, el cuerpo y contra el envejecimiento, o bien como un afrodisíaco. En 2021, el Banco Central de Ecuador (BCE) contabilizó casi 321 toneladas métricas de exportaciones. El cuádruple de las 90 toneladas exportadas en 2020. Los ingresos también se dispararon. Pasaron de US$ 647.000 en 2013 a US$ 9,7 millones en 2021.

Si bien Ecuador prohíbe la pesca deliberada de tiburones, cientos de miles son atrapados cada año y declarados como “captura incidental”, lo que en definitiva permite que las valiosas aletas pueden venderse y exportarse legalmente. “Al final, se trata de una laguna legal”, dijo al portal InSight Crime el profesor Alex Hearn, docente de la Universidad San Francisco de Quito. “El gobierno coquetea peligrosamente con el concepto de que la exportación de aletas es una buena fuente de ingresos”, señala Cristina Cely, activista dedicada a la conservación del mar ecuatoriano.

La flota ecuatoriana está compuesta por barcos pequeños e industriales. Para capturar tiburones emplea dos métodos: grandes redes y palangres. El primero es utilizado por más de un centenar de atuneros, que usan redes que pueden recolectar hasta 700 toneladas de pescado. Una investigación Mongabay, un medio dedicado al periodismo ambiental, reveló que la flota atunera atrapó más de 63 mil tiburones sedosos entre 2014 y 2018, una especie considerada “vulnerable” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Todavía peor es el uso incontrolado de equipos con palangres, un tipo de pesca que consiste en lanzar una línea de varios kilómetros de extensión con miles de anzuelos cebados. Según Mongabay, dos cada diez embarcaciones pesqueras ecuatorianas, tanto industriales como artesanales, utilizan las palangreras. Cada nave nodriza remolca hasta una docena de  pequeños  botes de fibra de vidrio de los cuales cuelgan los anzuelos en líneas atadas a boyas. Según Pablo Guerrero, director de conservación marina de World Wildlife Fund-Ecuador (WWF), cada flota tiene unas 200 naves nodriza y 3.000 botes.

“Cuando las aguas del Océano Pacífico se enfrían, los buques que despliegan grandes anzuelos en busca de atúnidos terminan capturando también una gran cantidad de tiburones en aguas profundas”, explica Guerrero. Oswaldo Rosero, consultor de asuntos pesqueros y marítimos en Ecuador, dice que los buques que usan equipos de palangre ponen anzuelos que pueden llegar a ser “muy depredadores” y señala que “es absurdo que el noventa por ciento del botín sean tiburones”.

El comercio de aletas

En 2021, según la base de datos de comercio internacional Abrams, Ecuador aportó el 6,3 por ciento de las ventas mundiales de aletas de tiburón, frente al 1,6 por ciento en 2016. El año pasado, un grupo de legisladores y ambientalistas presentó un proyecto de ley que proponía una moratoria de un año sobre la pesca de tiburones y una prohibición de cuatro años sobre las exportaciones de tiburones. La iniciativano fue aprobada.

La exportación de tiburones capturados de manera “incidental” incluye principalmente cinco especies. Cuatro de ellas -el zorro pelágico, el zorro anteojos, el tiburón mako de aleta corta y el tiburón sedoso- están protegidos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, el acuerdo internacional que regula el comercio de vida silvestre.

Aunque para exportar productos de tiburón se requiere una licencia otorgada por el gobierno, la falta de patrullaje en el mar y las multas irrisorias alientan la actividad. En 2020, por caso, un exportador de 26 toneladas de aletas de tiburón intentó obtener un permiso retroactivo por parte del Ministerio de Medio Ambiente, Agua y Transición Ecológica luegoquesu cargamento fuera incautado en Hong Kong. La  multa fue de US$3.800. El precio del cargamento ilegal se estimó en US$1,1 millones.

“En Ecuador, es mejor cometer actos ilegales, recibir el castigo y continuar con la actividad ilegal porque así resulta más barato”, dice Cely.De las casi 320 toneladas de aletas de tiburón exportadas desde Ecuador entre 2013 y 2016, casi todas fueron enviadas a Hong Kong y España, según el BCE. Las exportaciones de aletas, sin embargo, se desplazaron bruscamente a Perú al año siguiente, reporta InSight Crime.

En los últimos cinco años, casi la totalidad de las 755 toneladas se vendieronal país vecino. Según el BCE, entre enero y mayo pasados, el país exportó con destino a Perú más de 40 toneladas. ¿El motivo? Las navieras se niegan a transportar las aletas directamente desde Ecuador, por lo que ahora la mayor parte de las capturas pasan por vía terrestre a Perú y luego se envían a los países de asiáticos, explica Fernando Rey, oficial de la costa marina de WWF en Ecuador.

Rey señala que quienes trafican con las aletas conocen las debilidades de las regulaciones en materia de pesca y de los controles fronterizos. Utilizan estrategias para “legalizar las aletas y luego exportarlas”, afirma. Además de usar permisos falsificados, las aletas se etiquetan como si fueran otros productos de mar, o biense superan los topes permitidosmezclandolas aletas con otras capturas.

En la ciudad de Manta, que los aborígenes llamaban Jocay -“casa de los peces”-, se encuentra el principal puerto pesquero de Ecuador. Esel centro de la industria atunera. Allí se asienta la flota más potente del Océano Pacífico. Más de un centenar de embarcaciones dedicadas a la pesca industrial con una capacidad de arrastre de 100 mil toneladas. La magnífica bahía y la industria legal esconden la práctica del “aleteo”, que consiste en cortar las aletas de los tiburones en mercados informales para luego arrojar sus cuerpos al mar. Un negocio sangriento y sumamente rentable.

Una cruel ironía

Si bien el gobierno del actual presidente Guillermo Lasso expandió la extensión de la reserva marina de las Islas Galápagos, los ecologistas afirman que se trata de una medida contradictoria e insuficiente. “Los tiburones son considerados vida silvestre en las Galápagos, pero una vez que salen de la zona protegida son capturados y se convierten en una fuente de ingresos por sus aletas”, explica Cely.

Fue el caso de Esperanza, una hembra de tres metros que los científicos y conservacionistas de WWW monitorearon durante casi ocho meses hasta que desapareció del sistemade rastreo satelital. “En su trayectoria se cruzó con una flota extranjera que pescaba en la frontera de las aguas protegidas de Ecuador”, escribió Lasso en un artículo de enero pasado en el que hacía una descripción de la reserva.

Hay una cruel ironía en la historia de Lasso sobre Esperanza. El gobierno encienda la alarma por la pesca ilegal, pero el país sigue siendo un punto de desembarque de grandes cantidades de tiburones capturados y uno de los mayores exportadores mundiales de aletas de tiburón.Por lo pronto, la laguna legal sigue abierta y permitida la venta si se trata de una “captura incidental”.

(Fuentes: InSigth Crime | Centro de Estudios Latinoamericanos de American University)

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