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Las peripecias de la maestra rural que recorre 200 kilómetros para dar clase

Todas las semanas, Iris Peralta sortea el mal estado de los caminos para quedarse de lunes a viernes en la escuela de Rincón de Ramírez en Río Negro y enseñar a 3 alumnos
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31 de diciembre de 2018 a las 05:01

La educación es un tema de vocación, no hay vuelta”, son las palabras de Iris Peralta, una maestra rural de la escuela de Rincón de Ramírez, ubicada al este de Río Negro. Iris estuvo en el mismo centro educativo en el año 2006 y 2007 y luego volvió en el 2016, pero hace 19 años que ejerce la profesión. En todo ese tiempo su corazón estuvo en Rincón de Ramírez porque se encariñó con el ambiente rural y con los niños que iban allí. “No hay ninguno de los chiquilines que se vaya o que llegue y que no te dé un beso”, dijo la maestra.
Pero no todo es color de rosas, como afirma la propia Iris, oriunda de la ciudad de Fray Bentos, en Río Negro. Ella y su hija de ocho años, todos los lunes del año lectivo sobre las 12 de la noche se toman el ómnibus municipal que las deja en pueblo Grecco, que está a 230 kilómetros de Fray Bentos. Si bien el recorrido podría hacerse en un par de horas, en este caso se demora casi seis porque van parando por todas las escuelas y caminos vecinales. “Es como ir a Montevideo”, comentó la maestra entre risas.

Cuando en el 2006 Iris se enteró de esta realidad, su hija aún no había nacido pero sí debía hacerse cargo de sus dos hijos varones. “El problema en aquel momento era cómo hacía yo para llegar a la escuela por el camino de tierra”, dice. Ante esto, Iris salió en busca de poder comprarse una moto, financiada, para poder trabajar. El siguiente paso fue aprender a manejar. “Nunca tocamos el piso pero sí pegamos unos resbalones bárbaros”, contó Iris a El Observador.

Para ella el desafío más grande es poder atravesar todas las adversidades para darle a sus alumnos, que son solo tres si se cuenta a su hija, la mejor educación. 

Para la maestra de unos 40 años, los esfuerzos que lleva adelante hoy es lo que se va a quedar en cada uno de esos niños que no faltan nunca a clase, “ni por sol ni por lluvia”.

En este sentido, el sol y la lluvia tampoco detienen a la maestra que llega al salón a las 6:00 para planificar y luego dar clase a alumnos de jardinera, primer año de primaria, segundo y cuarto. 

Ella y su hija se quedan a dormir de lunes a viernes en una edificación que se conecta con la escuela.

Dificultades superadas
 

La primera vez que Iris estuvo en Rincón de Ramírez en 2006 las dificultades fueron leves porque tenía la moto; a pesar de que en muchos momentos el camino parecía “un arroyo” ella igual iba a paso firme. No obstante, la segunda vez que volvió el camino estaba más deteriorado y se dio cuenta  de que pasar por ese lugar en moto era muy complicado. “Conseguí un muchacho que me llevaba  en auto desde la entrada hasta la escuela”, contó.


Como una especie de taxi o de Uber, Iris le pagaba $ 500 la ida y $ 500 la vuelta, dicho dinero salía del bolsillo de la maestra. Para Iris, de todos los caminos que hay en la zona, el que va del pueblo Grecco hacia la escuela es el peor, el único al cual el transporte municipal no llega. No obstante, a mitad de este año, la auxiliar de la escuela compró un auto y, en la mayoría de los casos, entran juntas por el camino. De igual modo, Iris sigue recurriendo al “muchacho” cuando no tiene forma de llegar a la escuela.
Carencias.

Pero el camino y el clima no son los únicos obstáculos a los cuales se enfrenta a la hora de ejercer su profesión. En cuanto a las carencias que tiene la escuela, una de las principales es el mobiliario. “No voy a decir que los bancos son varelianos pero el estado es realmente malo”, ironizó la maestra. Para los alumnos las cosas tampoco son fáciles. “Los padres de los chicos trabajan todos en el campo y, al igual que yo, se exponen al clima y los obstáculos que puedan surgir”, afirmó Iris y expresó su pesar porque es una lástima que en un ambiente tan agradable, donde está todo dado para que los alumnos puedan estudiar, haya carencias que no se solucionen.  
En esta misma línea, en cuanto al contacto que mantiene Primaria con la escuela, Iris afirmó que se comunica por teléfono y que en el último tiempo no ha recibido la visita de la inspectora, la cual ejerce un control sobre la maestra pero a la cual también se le puede transmitir las necesidades que hay en la institución.

Una mano.
 

Iris afirmó que los padres de los alumnos siempre están a las órdenes para cualquier favor, y del mismo modo los vecinos o pobladores que conocen la escuela. 

Por ejemplo, este año el dueño de una estancia de la zona donó la única computadora que posee la escuela sin que nadie se lo solicitara. Pero para Iris uno de los mayores logros ha sido poder tener conexión eléctrica desde octubre de 2017. “Antes nos iluminábamos con un farol a gas y los días que había tormenta era díficil porque no se veía nada a la hora de dar la clase”, recordó. 
Pero el camino para llegar a la luz artificial fue díficil. 

Los alumnos escribieron una carta al presidente Tabaré Vázquez explicando la situación y aclarando que a pesar de que la columnas de UTE estaban a 40 metros, el lugar no contaba con electricidad.  

“Movimimos cielo y tierra hasta tener luz”, dijo la maestra. Y como el empeño y la actividad fue importante, el festejo también, ya que exalumnos organizaron un baile para conmemorar el suceso.

Para Iris todos estos elementos hacen que haya preconceptos crecientes sobre la escuela rural. “Incluso hay menos alumnos; cuando yo entré acá en el 2006 había seis jóvenes, hoy se redujo a la mitad. Eso también influye”, señaló. Además, Iris cree que ese preconcepto va más allá de la educación en la zona rural, ya que la educación pública también tiene un estigma que ha ido creciendo a lo largo de estos años. 

 A todas estas dificultades, se le agrega una más y es el hecho de que la edificación en donde se queda Iris con su hija de lunes a viernes, la cual es prefabricada con madera, le faltan chapas en el techo y tiene goteras. “Vamos moviendo las camas en función de donde caiga el agua”, dijo. 

Aunque tienen la posibilidad de mudarse al comedor del edificio donde está la escuela, para Iris esto traería dificultades porque le sacaría demasiado especio a los alumnos. En cuanto al apoyo de las autoridades, Iris dijo que priorizan el local en donde se dan las clases, porque hay pocos “rubros” para invertir en más cosas.
 A pesar de que los obstáculos son más que las facilidades, Iris aún sigue creyendo en su profesión y cree que los que no tienen vocación es porque no tuvieron mejores oportunidades. 

“No sé qué pasará el año que viene, pero si puedo, quiero seguir aportando mi granito de arena en Rincón de Ramírez”, dijo la maestra esperanzada.  

 
Lo malo y lo bueno
 

El director del Departamento de Educación para el Medio Rural del Consejo de Educación Inicial y Primaria, Limber Santos, dijo a El Observador que en los últimos años se ha dado más apoyo pedegógicos a los maestros rurales para que se puedan ir formando a medida que ejercen su profesión. Además, para Santos se ha avanzado mucho en el “acompañamiento” de los docentes para que no estén solos. En esta misma línea, de las 1091 escuelas rurales que hay en el país ninguna hoy en día no tiene luz, siendo la de Rincón de Ramírez una de las últimas instituciones en acceder a la electricidad. Asimismo, esa cifra tuvo su auge en los años 60 cuando las escuelas en el medio rural en Uruguay eran mayores a los 3.000 centros pero luego bajó de manera drástica.

No obstante, para el director hay ciertos debes que son importantes, como el hecho de que en el ámbito educativo-rural no se cuenta con tantos recursos humanos como en las zonas urbanas. En este sentido, Santos afirmó que por ejemplo, en la mayor parte de los centros educativos de las ciudades hay acceso a educación física pero que en los centros rurales esto se da en la minoría de los casos. “Se han desarrollado proyectos pero por razones presupuestales, creo yo, esto no ha salido adelante”. El jerarca señaló que esto también se da en el caso de la educación artística.

Sin embargo, Santos afirmó que sí se ha avanzado en la enseñaza de lenguas extranjeras, sobre todo en el caso del idioma inglés. “Pero en comparación con las escuelas urbanas, es un debe en sí mismo”. La escuela de Rincón Ramírez, no tiene acceso a ningún tipo de actividad que vaya más allá de lo curricular.

Santos además dijo que la realidad de lo rural, por estar alejado de los centros de decisión, siempre “está en déficit en cuanto al conocimiento profundo de lo que realmente pasa allí”.

El director dijo que se trata de tener “la escuela abierta tanto como sea posible” a pesar de que es una realidad que la cantidad de alumnos por escuela no pasa de los 5 estudiantes. Hoy en día, 10.000 niños aproximadamente reciben educación en el ámbito rural.

 

 

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