Las tecnológicas en la mira

Donald Trump fue uno de los primeros en avanzar en esta dirección a lo largo de la campaña electoral que le permitió acceder a la presidencia, cuando cargó una y otra vez contra ellas, por la que consideró una cobertura tendenciosa de noticias en contra de su postulación. 

Hace poco, Trump insinuó que la relación de Google con China podría significar una posible amenaza para la seguridad nacional y esta semana la volvió a acusar de amplificar las noticias negativas sobre su persona.  

También varios precandidatos demócratas a la elección presidencial del año próximo están cuestionando a las tecnológicas. Algunos de ellos hasta han planteado el desmantelamiento obligatorio de sus varias actividades, para neutralizar sus posiciones de poder en los respectivos mercados.    

Tal como era previsible, estos embates oficialistas y de la oposición dieron paso a varias formas de regulación.   

A fines de del mes pasado, el Departamento de Justicia de Estados Unidos inició una investigación “anti trust” sobre las principales plataformas en línea. Ella habrá de concentrarse en el proceso que les ha permitido alcanzar una situación de poder en el mercado y en el eventual ejercicio de prácticas que atentan contra la libre competencia, impidiendo por tanto la innovación y dañando a los consumidores.  

Aunque el anuncio del Departamento de Justicia no nombra a ninguna empresa en particular, su interés en “los medios sociales y ciertos servicios minoristas en línea” apunta directamente a las cuatro grandes tecnológicas.    

Pocos días después, la “Federal Trade Commission”, que es la otra autoridad importante en defensa de la competencia, anunció una multa de U$S 5.000 millones a Facebook, la mayor de su historia, para dar por concluida la investigación que había determinado un mal uso de los datos de sus usuarios, por ejemplo facilitando sin su conocimiento sus números de teléfono u ofreciendo información insuficiente sobre la técnica de reconocimiento facial.    

Bajo los términos del acuerdo, Facebook deberá nombrar un comité de privacidad, independiente de su directorio, así como ofíciales encargados del  control de esta cuestión. En forma separada, la empresa deberá pagar una multa adicional de US$ 100 millones por haber informado a sus usuarios en forma incorrecta sobre el mal uso de sus datos.  

Del otro lado del Atlántico, también la Unión Europea está actuando en la misma línea. 

Hace ya un tiempo, el organismo especializado en el control de la competencia impuso una multa de € 4.300 millones a Google por el abuso de dominio del sistema operativo Android. Y en el pasado mes de abril, un informe interno de la Comisión Europea dejó para las nuevas autoridades que están asumiendo en estos días la tarea  de actualizar las reglas anti trust, a fin de contrarrestar la posición dominante de las principales empresas tecnológicas. 

En el plano fiscal, hace un mes Francia aprobó un impuesto del 3% sobre la facturación doméstica de las tecnológicas. Muy pocos días el Reino Unido anunció un proyecto de impuesto que gravará con el 2% a los ingresos provenientes de los usuarios domésticos de las plataformas sociales e instrumentos de búsqueda en Internet o mercados en línea. 

Poco después, los ministros de Finanzas del G7 acordaron impulsar una reforma del sistema tributario internacional para asegurar una imposición más justa sobre las empresas multinacionales. En particular, hubo acuerdo sobre la imposición de una tasa mínima global, a fin de asegurar que ellas no canalicen sus beneficios a favor de los paraísos fiscales o las jurisdicciones de baja tributación.   

Fue una decisión orientada en especial contra las prácticas fiscales de las tecnológicas, que en principio contó con el voto a favor de Estados Unidos, aunque sujeto a una posición definitiva una vez que se conozca el proyecto que habrá de presentar la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica. Pero a la vez, el gobierno de Trump inició una investigación para determinar si el impuesto de Francia discrimina en contra de las empresas americanas, que podría desembocar en una posible represalia en contra de las importaciones de ese origen.  

Del otro lado del mundo, también Australia proyecta ajustar la regulación sobre la actividad de las empresas tecnológicas, para estudiar el daño que pueden estar ocasionando a los medios de comunicación y más en general a sus usuarios. En los últimos años la publicidad a través de la prensa tradicional ha tenido una baja muy importante, en buena medida debido a la irrupción de las tecnológicas. También fueron comprobados varios casos en los que los usuarios no fueron debidamente informados sobre el uso de sus datos para la generación de otros ingresos. 

Estos movimientos anticipan la aprobación progresiva de un nuevo marco regulatorio y tributario para la actividad de las grandes empresas tecnológicas. En adelante, la privacidad de los datos de los usuarios, la posición de poder asociada al uso de la tecnología, la publicidad en línea y el pago de impuestos en los países en los que están presentes, entre otros, serán temas de cuidado para los gobiernos.