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Lisandro Aristimuño y un concierto anfibio

Pese a las fallas técnicas, el argentino brindó un show multifacético que hace justicia a su compilado de canciones en concierto
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12 de mayo de 2016 a las 18:30

En 2015, Lisandro Aristimuño sintetizó sus escenarios en un disco doble, En concierto, que abarcaba tanto los clásicos melancólicos que lo dieron a conocer como la metamorfosis musical que reflejó su Mundo anfibio (2012), justamente destinado a simbolizar una nueva versatilidad.

Con su perfil, de sombrero, recortado en naranja contra un fondo violeta, el cantautor argentino le daba a cada canción una vuelta de tuerca, fuese dotándola de ritmos que antes no tenía, incluyendo partes instrumentales más extensas o -incluso- desnudándolas hasta lograr la mínima expresión acústica de canciones que ya apuntaban a la simpleza.

En su espectáculo de ayer en el Auditorio Adela Reta, Aristimuño logró reflejar de forma fiel las versiones de En concierto, incluso con el mismo sombrero que lo vestía en aquella portada. Tras 20 minutos de espera y los aplausos inquietos del público, el cantautor salió al escenario con ABC, acompañado por un esquema de iluminación violeta y anaranjado que también aludía al disco.

Al concluir la canción, el cantante se disculpó por la mínima tardanza y mencionó "graves problemas" de sonido que se vieron en el espectáculo bajo la forma de voces poco nítidas, que, sin alcanzar el volumen necesario, no permitían que el timbre de Aristimuño tuviera el protagonismo necesario.

Sin embargo, y como en En concierto, la banda resaltó con una amplia gama de instrumentos, desde el cello y los violines hasta la guitarra eléctrica, el glockenspiel y charango, una combinación variante que lograba imprimirles gravedad a ciertos temas, mientras que plagaba a otros de una energía alegre, contenida.

Por donde vayan tus pies fue la segunda canción, seguida por Perdón, que fue introducida con el primero de varios chistes que Aristimuño realizaría, con las carcajadas del público como beneplácito y evidencia de su fanatismo. Una de las constantes virtudes técnicas del concierto, pese al sonido, fue el trabajo de iluminación, que siguió a la perfección el ritmo y el clima de las canciones.

Para vestirte hoy sucedió a Perdón, ambas con espacio para las cuerdas, y con un eco que hacía que la voz de Aristimuño, más fuerte en sus agudos, sonara más portentosa. Azúcar del Estero le permitió desplegar su faceta más folclórica, aquella que data de sus raíces en la Patagonia argentina, y también supuso su interacción más íntima con el público. Dejando a la banda en su labor, Aristimuño descendió a la platea y recorrió uno de los pasillos del auditorio, motivando que el público cantara y que los instrumentos se silenciaran con la mera indicación de sus manos.

Tras esa canción, una de sus más celebradas, aunque no una de las más populares, El búho antecedió a Cerrar los ojos, otra de las festejadas gracias a la participación de Martín Buscaglia en los vocales, quien interpretó una versión con un tono decididamente más reggae que su original, volcada al tango. Ambos artistas ya habían colaborado en el homenaje a Alfredo Zitarrosa con Los dos criollos.

Anfibio y Tu nombre y el mío siguieron, la última acompañada por la historia de su primer disco, Azules turquesas, y convertida en un ritmo distinto, electrónico, que osciló entre un pesado dramatismo y una melodía más ligera, que acompañaba con tino el "canto de colores" al que alude la canción.

Luego de Plug del sur llegó How long, que concluyó con un zapateo virtuoso de la hermana del cantante, Rocío Aristimuño, quien mostró sus habilidades como bailarina de flamenco tras haber comandado gran parte de la percusión del espectáculo.

El primer bis estuvo a cargo de La última prosa, otro de sus primeros temas, y Mi memoria, para luego incluir la guitarra de Nico Ibarburu en Traje de Dios, quien también se lució con un solo acompañado de batería.

Al finalizar Blue, un segundo bis comenzó con versiones acústicas y en solitario de Canción de amor y Me hice cargo de tu luz, con algunas fallas de su voz en los agudos de la última. La vuelta de la banda se dio con Es todo lo que tengo y es todo lo que hay, que contó con coros y aplausos de un público que se mantuvo ovacionando al artista, sin agotarse de verlo.

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