Cultivos de invierno que padecen el embate de los hongos cuando la humedad es excesiva

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Llegó el niño y las inundaciones le ganarán a la sequía

El escenario más probable es que pasemos de los problemas de sequía que al menos continuarán hasta julio es altamente probable que enfrentemos inundaciones
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10 de junio de 2023 a las 05:03

Esta semana los servicios meteorológicos de Australia y de EEUU informaron que El Niño ha llegado. Es decir que después de tres años consecutivos de una situación Niña, el péndulo va violentamente al otro extremo. En estos tres años un planeta que se viene calentando había tenido al menos a su mayor océano más frío de lo normal. Ahora el calentamiento del Pacífico acelerará al calentamiento general. Así la anomalía de temperatura, la fiebre del planeta, ha permanecido estos tres años algo por encima de 1º C. Grave pero con un cierto margen frente al 1,5º C que los meteorólogos del mundo imploran que no se cruce.

Pero el calor ha ganado, el Pacífico ha cedido, se está calentando rápidamente y eso para empezar cambia el régimen de lluvias. El escenario más probable es que pasemos de los problemas de sequía que al menos continuarán hasta julio es altamente probable que enfrentemos inundaciones. Ahora el riesgo se traslada al trigo, la cebada, la colza. Cultivos de invierno que padecen el embate de los hongos cuando la humedad es excesiva. Riesgo para la zona de Lascano, que ya padeció inundaciones tremendas en el Niño anterior, el dramático otoño de 2016. Riesgo luego para la cosecha de verano. Beneficio para los vacunos que no tienen problema en chapotear, mientras, claro está no les pase como en Rocha donde las masas de agua pueden arrastrarlos y ahogarlos.

Pero lo realmente grave es lo que viene a nivel global. La emergencia climática ya vigente sube un escalón en ese camino por ahora de muy largo plazo a complicaciones cada vez mayores. Un planeta caliente y con el mayor de sus océanos ascendiendo en temperatura velozmente.  Al planeta le subirá la fiebre.

Si el calentamiento hasta ahora es brutal –pensemos lo que ha sido este año aquí en Uruguay- ahora acelera aún más. Avanzado junio seguimos arriba de 20º C, mientras en Beijing están arriba de 30º C padeciendo sus récords de primavera.

El Observador publicó una noticia impactante: el límite del 1,5º C que no deberíamos cruzar, lo estaremos cruzando en breve en 2027. Puede parecer que un cambio en esa temperatura es muy poco. En invierno hasta es agradable. Pero como la fiebre, un grado es mucho y cuando se pasa del grado de anomalía la gravedad es cada vez mayor. Todo el esfuerzo que se ha proclamado en distintos tratados internacionales todavía no se plasma en ningún tipo de freno. Cruzamos el primer límite de lo peligroso. El gran objetivo que se ha planteado de no cruzar los 2º C parece muy poco probable que se cumpla.

Otro dato importante es que no es sólo el Pacífico el que está con temperaturas por encima de lo normal. El agua oceánica en promedio está quebrando récords. Los océanos son grandes captadores del exceso de calor, pero  están ya en temperaturas inéditas. Y esto genera una reacción en cadena, porque entre otros problemas,  acelera el derretimiento de los hielos del mundo, y en particular se achican los hielos del norte.

Los hielos del Ártico vienen menguando como consecuencia del aumento de temperatura, un 12,6% por década según las mediciones satelitales nos ha informado esta semana un artículo de El País de Madrid que reporta que los hielos del norte se derriten mucho más rápido de lo que creíamos  y que no habrá hielo en verano en algún momento de la próxima década.

La ausencia de hielo en el Ártico en el verano dificulta y disminuye la producción de hielo en invierno. Y esa pérdida  de hielo derretido acelera el ya preocupante ascenso del nivel del mar. Es otro factor acelerador del calentamiento. El hielo con su color claro rechaza la mayor parte de la luz solar, mientras que las aguas oscuras que lo sustituyen captan una proporción mucho mayor de la energía solar que llega a la superficie de la Tierra. Es decir que el propio calentamiento hace que se acelere el calentamiento. Y esto sucede de muchas maneras.

En esta semana ya llegaron a tres millones de hectáreas de bosques de Canadá quemados. El calentamiento lleva a que proliferen los incendios espontáneos, como los que provocaron que estos incendios que empezaron en Alberta y ahora han llevado a evacuaciones en Quebec y a que Nueva York y toda la costa Este esté con un cielo naranja y mínima visibilidad. Una emergencia sanitaria además.  Los incendios espontáneos –veremos muchos de aquí en setiembre cuando el verano arrecie en el hemisferio norte- son otro mecanismo que acelera el calentamiento. Un loop de retroalimentación.

Más calor provoca incendios, el incendio lleva enormes cantidades de calor a la atmósfera y emite un montón de co2 que estaba en la madera y horas de loa árboles y así el calentamiento se retroalimenta. Las fotos de Nueva York de esta semana son realmente impresionantes. Como si viéramos una película de ciencia ficción. La estamos viendo, porque la estamos viviendo.

Los millones de toneladas de humo suman a  la mayor cantidad de CO2 en la atmósfera en varios millones de años.  El principal gas que causa calentamiento por el volumen que se emite, pues marcó en esta semana un nuevo récord, de las 280 partes por millón que había antes de la revolución industrial ha llegado a las 424 ppm.

Si volvemos a Uruguay, el aceleramiento del calentamiento que derivará de El Niño es importante porque la carne vacuna seguirá en el banquillo de los acusados. Mal que nos pese, los rumiantes emiten metano. Y lamentablemente la imagen de selvas del América del Sur taladas y quemadas para poner ganado es frecuente en las pantallas del mundo entero. Uruguay debería asumir que este problema existe y responder.

Si hemos de buscar un rayo de esperanza en torno a la ganadería es bueno enterarnos que también esta semana fueron presentados los resultados  del proyecto Ganadería y clima que a través de un trabajo conjunto de MGAP; FAO, INIA y Udelar. Este proyecto de coinnovación muestra formas de aumentar la producción reduciendo al mismo tiempo las emisiones por hectárea –y aún más por kg de carne producido-.

Las perspectivas para la ganadería uruguaya son de alto riesgo si no emprende lo antes posible una estrategia que acentúe la diferenciación respecto a la que se hace talando y quemando selva. Estos resultados y la certificación de deforestación cero serán pilares de ese esfuerzo por llegar a los consumidores más exigentes con argumentos sólidos para que elijan la carne del país en el que la carne se produce con cada vez menos emisiones y cada vez más biodiversidad. Ese entiendo, será el sello síntesis de la carne uruguaya en este siglo. Y puede ser una manera de plantear el Uruguay Natural 2.0, con calidad ambiental verificable. La llegada de El Niño hace de esto una necesidad más urgente.

 

 

 

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