Nacional > CONDENADO POR HOMICIDIO
Lo criaron "como a un hijo" pero mató a su madre adoptiva con un amortiguador y de varias puñaladas
Su hijo biológico había conocido al acusado cuando cursaban juntos en la UTU y rápidamente se hicieron amigos, lo que llevó a que se integrara a la familia.
El joven estaba bajo el amparo del INAU, ya que su familia biológica lo había abandonado a los 12 años, y pocos días antes de cumplir 18 su amigo le planteó a su familia la posibilidad de que se mudara con ellos.
"Yo lo quería mucho, (era) como un hermano más para mí", declaró su mejor amigo en el juicio realizado este año.
Es que casi dos años después de que la familia lo adoptara y lo criara "como a un hijo", el joven mató a su madre adoptiva a golpes. Le pegó más de 40 veces con un amortiguador y le dio 14 puñaladas, según determinó el juez penal Marcelo Souto, quien este lunes lo condenó a 27 años de prisión. Así, el juez aceptó la pena y la calificación que había solicitado la Fiscalía de Homicidios de 1o Turno, a cargo de Carlos Negro.
A la hora de calcular la pena, además de tener en cuenta cuestiones jurídicas y normativas, el juez dijo que no se podía obviar que "la víctima lo había recibido en su casa, lo había integrado a su familia, lo trataba como a un hijo más, cuando su familia biológica no lo había hecho, y a pesar de todo eso le dio muerte de la forma que le dio", según consta en la sentencia de condena a la que accedió El Observador.
El marido de la víctima así lo había declarado en el juicio: "Lo criamos como a un hijo, o sea, lo estábamos criando como a un hijo, mi señora lo trataba como tal, porque lo trataba igual que a mis otros hijos".
Según la teoría del caso de la Fiscalía –que para la Justicia quedó plenamente probada–, el 1 de octubre de 2021 el condenado ingresó por la mañana a un Red Pagos y retiró $5.800 de una tarjeta del Banco República de su madre adoptiva, a sus espaldas. Luego volvió a la casa y, al rato, su madre notó que le faltaba la tarjeta. Al revisar los movimientos a través de la aplicación del banco, advirtió el faltante de dinero.
La mujer entonces contó lo que había pasado y el joven respondió que a él también le faltaba su tarjeta, de Mi Dinero. Ella decidió ir al banco a hacer la denuncia acompañada de su hijastro y su marido.
Horas más tarde, el marido se fue a trabajar —era taxista— y una vecina que declaró en juicio dijo: "Sentí como un grito de ella, que decía algo de una tarjeta, discutía por una tarjeta". El hombre volvió a la casa 20 minutos después y encontró al hijastro manchado con sangre, diciendo que había sido apuñalado, cuando en realidad tenía "un cortecito".
La mujer estaba tirada a los pies de la escalera de su casa y, aunque su marido intentó frenar las heridas del cuello con toallas, ya no había nada que hacer.
Cuando le preguntaron al joven qué había ocurrido, aseguró que había vuelto del Red Pagos y dos personas lo habían agredido, asesinado a su madre y dado a la fuga. Dio dos versiones, en un momento dijo que se habían ido por la puerta —cosa que era imposible porque se cerraba con unas cadenas, de una forma muy particular y que estaban intactas cuando el marido llegó— y luego que lo habían hecho por los techos, algo que tampoco era verosímil porque era de chapa y se hubiese hundido por el peso de una persona.
La defensa del acusado, liderada por un abogado de oficio, intentó alegar que al momento del crimen había tres personas dentro de la casa: la víctima, su defendido y el marido de la mujer. En un extenso razonamiento, el juez concluye, a raíz de las declaraciones de varios testigos, que eso era imposible. El hombre había salido en su taxi al momento del crimen.
El abogado también presentó informes de un psiquiatra que había evaluado al acusado en 2019 y que determinó que tenía Síndrome de Asperger, por lo que estaba dentro del espectro autista. Sin embargo, el juez cuestionó que no hayan brindado ninguna prueba que permitiera saber cuál era su situación al momento del crimen y reprodujo la pericia psiquiátrica realizada por una médica del Instituto Técnico Forense, quien advirtió que esos trastornos se detectan en la niñez y que –si bien no accedió a la historia clínica– no notó indicios de que tuviera esa condición.
De todas formas, aclaró: "No tenía ninguna enfermedad alienante, ninguna que le hubiera podido impedir en ese momento haber reconocido el hecho como ilícito o determinarse libremente”.
A su vez, la Fiscalía advirtió, a través de las declaraciones de dos de los hijos biológicos de la víctima, que no era la primera vez que faltaba dinero en la casa pero que no querían ni podían pensar que fuera el acusado quien la robaba. A uno de ellos, incluso le llegaron a faltar sueldos enteros, razón por la que decidió mudarse con su tía. Una vez que eso ocurrió, no sufrió más robos. Esta situación, advirtieron, se extendió durante dos o tres meses.
"Por una pequeña suma de dinero que había sustraído si la comparamos con el valor vida, si lo comparamos con el bien jurídico protegido en el delito de homicidio, el imputado dio muerte a la víctima con esa violencia extrema para ocultar el delito", señaló el juez Souto, quien aceptó el pedido de la fiscalía y lo condenó por homicidio muy especialmente agravado por haberse cometido para consumar otro delito, en este caso, encubrir el hurto.
