En el
cine, el poster es importante. Si bien el producto final -la película- es lo que se llevará los aplausos o los abucheos, el poster es una de las puertas de entrada a la historia y es, además, el responsable de una etapa fundamental en el proceso comercial: la venta.
Cuando un poster está bien hecho, hace que la película quede en el imaginario colectivo por más mala que sea; cuando la película es excelente y su poster también, el combo se hace legendario. Los ejemplos sobran: La naranja mecánica, La invasión de los ladrones de cuerpos, Cold Hand Luke, Harry el sucio, Casablanca, El exorcista.
Todos estos títulos tienen algo en común. En realidad, todos sus carteles tienen algo en común: están diseñados por Bill Gold, uno de los creadores de posters preferidos de Hollywood. Bill Gold tenía 97 años y murió este domingo 20 de mayo en un hospital de Connecticut por complicaciones del Alzheimer que padecía.
Además de los títulos nombrados, Gold diseñó los carteles de La soga, Pacto siniestro, Un tranvía llamado deseo, La llamada fatal, El hombre equivocado, My Fair Lady, Bonnie y Clyde, La pandilla salvaje, Pat Garrett & Billy The Kid, Papillon, Mississipi en llamas, entre otras.
Fue
colaborador frecuente de algunos de los directores más legendarios del cine, como Alfred Hitchcock,
Clint Eastwood, Stanley Kubrick, Sidney Lumet, Elia Kazan, William Friedkin y François Truffaut.