Los monos dicen adiós a una trilogía más que humana

Más allá de su título, El planeta de los simios: la guerra, no es una película exclusivamente bélica. Si bien el filme dirigido por Matt Reeves tiene escenas de acción de una ejecución y suspenso admirable al mostrar el enfrentamiento entre los monos y diferentes ejércitos, al cierre de la nueva trilogía de la saga de ciencia ficción le queda mejor ser calificado como un relato de venganza. Uno muy emocional.

La película retoma el desenlace de su antecesora El planeta de los simios: confrontación (2014) y para comprender mejor su trama se recomienda estar al día con la trilogía. De todas formas, una introducción textual permite comprender el conflicto de La guerra de manera sencilla.

Diezmados por un virus que disminuyó a la población mundial, un último grupo de soldados humanos liderados por "el Coronel" (Woody Harrelson) deciden hacer un último intento para aniquilar a la población de simios inteligentes que viven en los bosques de California bajo el mando de César (Andy Serkis).

A diferencia de Confrontación, La guerra se preocupa menos en retratar las visiones opuestas sobre el conflicto que pueden encontrarse en ambos bandos. En cambio, se deja en claro los roles de ambos grupos: los soldados son los villanos y los simios son las figuras bondadosas que habitan en una sociedad pacífica con comportamientos más humanos que los propios hombres que desean eliminarlos.

El afán por la supervivencia de su especie en un mundo sin una población mayoritaria era una de las principales motivaciones detrás de las acciones de César hasta ahora. Sin embargo, tras una tragedia que dispara la trama principal del filme el líder de los monos debe emprender un viaje de represalia que lo lleva a mostrar su lado más animal.

En La guerra, Reeves construye múltiples escenarios repletos de momentos violentos, en los que la cámara y el diseño de sonido ayudan a equilibrar la acción y el suspenso. Con la noche como una de las principales ambientaciones del filme, el director y su equipo son capaces de moverse entre el bosque tupido de San Francisco y una base militar en el medio de un valle nevado de forma espectacular, con escenarios que recuerdan a los paisajes más deslumbrantes de El renacido (2015).

El trabajo técnico más impresionante, sin embargo, son los efectos especiales utilizados para la construcción en pantalla de los simios. Interpretados por actores de carne y hueso armados con trajes de cuerpo completo con pequeñas esferas pegadas y una cámara colgada a su cabeza que toma sus reacciones faciales, los monos de El planeta de los simios se ven y suenan más reales que nunca.

La película, además, tampoco defrauda en la construcción de sus personajes. Con la excepción de una niña muda que es utilizada simplemente para enfatizar la compasión de los simios, las emociones que corren por las venas de estos animales son capaces de alterar a los espectadores del otro lado de la pantalla.

La labor de Serkis, cuya campaña por ser nominado al Oscar por su papel como César se hace cada vez más meritoria, es la mejor hasta la fecha. El actor –conocido por su labor como Gollum en El señor de los anillos– se consolida nuevamente como el maestro capaz de dominar la actuación tradicional con los efectos especiales y su trabajo físico y de voz son estremecedores.

Aunque la premisa de ver a un simio armado arremetiendo sobre un caballo puede resultar disparatada, La guerra no podría estar más lejos de esa concepción. La película es un drama de suspenso y acción conmovedor y duro, cargado de una seriedad pocas veces vista en un producto de Hollywood.

Lejos de contar con la popularidad de otras sagas como Star Wars o las películas de Marvel, el estudio 20th Century Fox ha brindado una de las trilogías de mayor impacto narrativo y cinematográfico de la última década y por ello Reeves, Serkis y el resto de los responsables merecen una ovación de pie y golpeteo a puño cerrado en el pecho.