Enzi, Frida, Eva y Fargo son perros y tienen algo en común: son criados por soldados del Ejercito Nacional en la Brigada de Infantería N° 1, en el Centro de Instrucción de Perros de Trabajo Militar del Ejército (CIPTME). Y desde cachorros han sido entrenados para buscar narcóticos, explosivos y rescatar personas porque son perros de trabajo militar. Pese a que el nombre de su trabajo hace pensar en disciplina, y ese concepto es parte de su rutina diaria, estos perros “hacen todo por el juego”, afirmaron a El Observador miembros del Batallón, durante un entrenamiento de estos animales.
Para encontrar narcóticos y explosivos se les enseña desde chicos a reconocer olores, y una vez encuentran su objetivo, son premiados con su juguete.
“Ellos no buscan los narcóticos o los explosivos, ellos buscan los juguetes”, explicó el coronel Mario Aguerrondo, comandante de la brigada.
Al inicio del entrenamiento, cuando son cachorros, en un cuarto lleno de pelotas se esconden cajas con sustancias para que ellos las busquen. En cada sesión esas cajas se van cambiando de lugar, luego las sustancias se sacan y se van intercambiando con otras sustancias, para así entrenar el olfato y la búsqueda. Cada perro se entrena para una especialidad: búsqueda de narcóticos, personas o narcóticos.
Diariamente, los 20 perros pastores alemanes y belgas que forman parte del plantel del Centro de Instrucción de Perros de Trabajo Militar del Ejercito y Grupo de Operaciones K-9, en el centro San Miguel Arcángel, entrenan varias veces. Cada uno tiene un guía, y cada guía está a cargo de varios perros, pero las señales y órdenes se dan de igual manera, para que, en caso de un día tener que cambiar de guía, los perros obedezcan. Suquen, out, sit o plat son algunos de los indicativos que se les dan para que busquen, suelten un objeto, se sienten o se echen.
En los entrenamientos se trabajan 14 diferentes áreas como vehículos, depósitos, granjas o supermercados. Los entrenamientos se hacen varias veces al día y en diferentes condiciones, por ejemplo, con luz solar y en lugares oscuros, para que el can se adapte a diferentes ambientes.
Los entrenamientos se planifican de forma anual para cada equipo de perros. Además, no solo se hacen en la Brigada 1, por ejemplo, actualmente un equipo está entrenando en la búsqueda de personas en el campo, en la ruta 101. También, varias veces por semana un equipo va a hacer inspecciones en el Aeropuerto de Carrasco.
Uno de los tipos de entrenamiento es en granjas y para eso los perros son enseñados especialmente para saber moverse entre animales y no atacarlos. En la Brigada de Infantería, por ejemplo, los perros se enseñan cerca de las caballerizas, para que se acostumbren a los equinos.
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca tiene entre sus planes contar con un equipo de personas y perros con entrenamiento similar al del K-9 para atender un problema que aqueja a los productores: las jaurías que matan animales de producción.
En una “línea de bultos”, se esconden en bolsos sustancias y explosivos para que los canes puedan buscarlos. Primero el guía sienta al perro frente a la línea que puede suponer bultos encontrados en un allanamiento o en un control de ruta, luego le da la orden de avanzar, y una vez que el perro encuentra su objetivo debe quedarse quieto al lado del mismo, así, su guía podrá saber dónde está la sustancia. Eso mismo se debe repetir en los operativos.
Esa actitud pasiva al encontrar un explosivo o sustancia es para evitar riesgos, por ejemplo, que lo que se encontró explote. En caso de que lo que se busque sea una persona, al encontrarla el perro deberá ladrar.
Pero en el Batallón no todo es entrenamiento para estos pastores. Todos los viernes es día de “play” para los perros, una jornada libre en la que se los suelta para que jueguen entre ellos y descansen de los entrenamientos.
Cada uno cuenta con un canil (jaula) donde duermen, tienen espacio para caminar y hacer sus necesidades, así como un espacio para comer y tomar agua. Una guardia constante está en el lugar para asegurar la limpieza de esos espacios y la alimentación de los perros. En cada canil se puede ver el nombre de cada can, también a qué grupo de trabajo pertenece, y en el caso de las hembras, si está o no en celo.
Los nombres de los perros se eligen con una letra específica por camada, por ejemplo, todos los que nacen el mismo año se nombran con la letra A, y los que nacen al año siguiente, con la letra B, y así sucesivamente.
Algunos de los perros del K-9 se llaman Apache, Esparta, Flora, Vania o Qerry.
Todos los lugares a los que el presidente de la República va en visitas oficiales son controlados por oficiales del Ejército y uno de estos perros, para descartar la existencia de explosivos. Esto también sucede con la visita de jerarcas de otros gobiernos. Por ejemplo, cuando llega a Uruguay un presidente extranjero, estos perros inspeccionan el aeropuerto y las caravanas de vehículos donde el jerarca se trasladará.
Shoppings, liceos, casas, lugares públicos y campos son algunos de los lugares que suelen recorrer junto a sus guías en misiones.
Algunos de los perros del K-9 nacen en el Batallón, pero otros son comprados a criadores de las razas o son importados. Todos llegan a las instalaciones cuando son cachorros, para que su entrenamiento comience desde los primeros meses de vida, y el aprendizaje sea mejor.
Pasan casi toda su ida en trabajo militar, hasta que un día, como los propios trabajadores, los perros se jubilan. La mayoría se va a vivir con quienes fueron sus guías, a sus casas, otros quedan viviendo en el Batallón, donde tienen caniles, espacio de juego, de entrenamiento, y un centro veterinario con dos doctores.
Aquellos que se jubilan y quedan en el Batallón, allí terminan sus vidas, otros, figuras destacadas del grupo K-9, también, porque en el centro existe un cementerio canino, donde están enterrados aquellos canes que murieron. En el cementerio, que está al fondo del predio, destaca una imagen del arcángel San Miguel, que le da el nombre al centro de entrenamiento.
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