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Los políticos y los 50 años del golpe: otra oportunidad para la autocrítica

La escasa confianza en la clase política fue una de las razones que abonaron el golpe de 1973
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26 de junio de 2023 a las 05:00

Medio siglo es una enormidad en la vida de un hombre y casi nada en la historia del mundo. En el caso del lapso de 50 años transcurridos que hoy nos convoca, es lo suficientemente extenso y lo evidentemente breve como para que las personas que lo han transitado oscilen entre el olvido y la memoria.

Pero el imperdonable golpe de Estado del 27 de junio 1973 perpetrado en Uruguay por militares y civiles, que dejó un tendal de muertos, desparecidos, mutilados y familias destrozadas, convoca a un rechazo que no puede dejar resquicios para la duda.

Y es ahí donde los políticos deben asumir una postura acorde a lo que fue, a lo que pudo haber sido y a lo que será. Porque la poca fe en la democracia, las debilidades y las equivocaciones de la clase política que mandaba en el país en aquellos años, también fue propicia para que los militares se llevaran puestas las instituciones.

Y la actitud que asuman en el presente, es fundamental para disuadir cualquier intento de terminar con la democracia en el futuro.

Es por eso que resultó preocupante la ausencia del presidente Luis Lacalle Pou en el acto en el que el Estado uruguayo reconoció su responsabilidad por los asesinatos de las llamadas Muchachas de Abril y las desapariciones de Luis Eduardo González González y Oscar Tassino.

Lacalle Pou pudo haber mandado un mensaje de paz y unidad que hubiera sido valorado por todos los partidos políticos, salvo por Cabildo Abierto, en donde resulta difícil encontrar palabras de consuelo para las víctimas y de repudio de los victimarios. Esto no resulta extraño puesto que el grupo liderado por Guido Manini Ríos está plagado de nostálgicos de la dictadura y, entre otras cosas, procura la prisión domiciliaria para los represores presos encarcelados en Domingo Arena, represores a los que ese grupo considera “presos políticos”.

Pero el resto de los partidos está en condiciones de decir y hacer lo debido para que la consigna de “Nunca Más” dictadura se convierta en algo más que una proclama de ocasión. Y su responsabilidad es mucha.

 

La poca fe en la democracia, las debilidades y las equivocaciones de la clase política que mandaba en el país en aquellos años, también fue propicia para que los militares se llevaran puestas las instituciones.

Es cierto que el apetito de poder castrense y el accionar de la guerrilla resultaron fundamentales para alentar o justificar el golpe, pero la escasa credibilidad de los políticos fue un innegable factor de peso para  empujar el fin de la democracia.

En ese sentido, una encuesta de Gallup realizada entre abril y mayo de 1973 preguntó si se consideraban ciertas o exageradas las acusaciones de los militares contra los políticos -divulgadas en un comunicado castrense- acerca de abusos de privilegios y prácticas de corrupción. El 52% contestó "ciertas" y un 27% respondió "exageradas".

Sobre la afirmación de que "los diputados y senadores no se han preocupado por el bienestar del pueblo", el 60% dijo estar de acuerdo. Y, entre los votantes del Frente Amplio, el apoyo a esa frase era aún mayor llegando a un 73%

El 70% de los encuestados compartía con los militares que los parlamentarios gozaban de "grandes privilegios que son verdaderos abusos". Preguntados acerca de quienes trabajan más seriamente, un 50% respondió los militares y un 17% los políticos.

Las cifras muestran a las claras cómo buena parte de la población había cifrado sus esperanzas en los militares desencantados con una clase política que no le daba respuestas.

A medio siglo del golpe, los políticos tienen la oportunidad de realizar un mea culpa sobre lo hecho en aquellos años que precedieron la ruptura institucional.

La opinión de los uruguayos sobre los políticos, a cincuenta años del golpe y a 37 de la restauración democrática ha cambiado, pero no todo lo deseable.

Una encuesta divulgada por Equipos el año pasado revela que un 50% de los consultados confía “mucho” o “algo” en las Fuerzas Armadas, en tanto que un 45% confía en los partidos políticos y un 50% confía “poco” o “nada”.

Es decir, el caldo de cultivo para alimento de iluminados está arriba de la mesa, aunque resulte extravagante pensar que las botas vuelvan a pisar la democracia.

A medio siglo del golpe, los políticos tienen la oportunidad de realizar un mea culpa sobre lo hecho en aquellos años que precedieron la ruptura institucional.

Por lo pronto, Lacalle Pou organizará un encuentro en la Torre Ejecutiva el 27 de junio con los expresidentes Julio María Sanguinetti, Luis Lacalle Herrera y José Mujica quienes hablarán sobre aquella ruptura institucional.

Por su lado, el Parlamento se reunirá el 26 de junio a la misma hora en la que sesionó antes de que las botas lo pisaran.

Habrá que ver cómo se comportan los políticos en esas y otras instancias de este dramático aniversario. Sus palabras los mostrarán aportando a la concordia y a la necesaria autocrítica, o arrimando brasas a la hoguera de la ineficacia y la desidia. Esa que los entrampó entre los militares y la guerrilla, y terminó convenciendo a la gente de que aquellos que los gobernaban eran todos iguales en su impericia, y la democracia que representaban nada más que un sistema fácilmente descartable.

 

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