La lección que deja el desprestigio de los políticos de comienzos de los 70'

El consumo de las milanesas del restaurante El Águila. Ese era uno de los reproches que se le hacía a los políticos en la década de 1970. En particular a los ediles de Montevideo que se pedían, a costo de la Junta Departamental, las milanesas que eran consideradas como las mejores de Montevideo.

No todo es blanco o negro y la cantidad de razones que llevaron al golpe de Estado pueden ser tantas como a las personas que se le pregunte. ¿Fue culpa de los tupamaros que atentaron contra las instituciones, de los militares que querían poder, de los gobernantes, de los partidos que no supieron administrar las crisis políticas?

Pero por primera vez aparecen datos empíricos sobre el clima de opinión de los uruguayos previo al golpe. Y lo que muestran es que el desprestigio de los políticos en ese momento era muy fuerte. Tanto como para entender la reacción anodina de la mayoría de los uruguayos ante esa ruptura democrática que hoy nadie duda en condenar. Y tanto como para comprender que ese desprestigio también fue el que minó las instituciones y abrió el terreno para la irrupción de los militares.

El politólogo y experto en opinión pública Ignacio Zuásnabar presentó, la semana pasada en el programa Así nos va de radio Carve, una encuesta de la consultora Gallup realizada en Uruguay entre abril y mayo de 1973, un mes antes del golpe de Estado. Allí se consultó sobre el prestigio de los políticos y los militares.

La conclusión es que los militares eran mejor valorados por la población que los políticos (ver recuadro).

Desde la crisis de febrero (en la que los militares desafiaron al gobierno, vetaron la designación de Antonio Francese como ministro de Defensa, se acuartelaron y lograron revertir ese nombramiento) fueron creciendo en influencia y confrontación con los políticos.

El 23 de marzo de 1973 los militares divulgaron el comunicado 775/73 en el que aseguraron que la actitud de febrero "fue avalada por el pueblo", al adherir de forma "tácita" a los comunicados 4 y 7. Pero fueron más allá y acusaron al sistema político de "abusar" de diferentes "privilegios" y de incurrir en "prácticas de corrupción".

Por eso, la encuesta de Gallup preguntaba: "¿Usted cree que las acusaciones de los militares hacia los políticos son ciertas o exageradas?". El 52% contestó "ciertas" y 27% respondió "exageradas".

Sobre la afirmación "los diputados y senadores no se han preocupado por el bienestar del pueblo", el 60% dijo estar de acuerdo. Entre los votantes del Frente Amplio el acuerdo con esa frase era aún mayor: 73% compartió esa acusación de los militares a los legisladores.

El 70% de los encuestados compartía con los militares que los parlamentarios gozaban de "grandes privilegios que son verdaderos abusos". Y entre los votantes frenteamplistas, el 78% creían que "esos abusos" son " la causa de los movimientos subversivos".

En su libro La primera orden, el periodista e investigador Alfonso Lessa relató el desprecio que Gregorio Álvarez sentía por los políticos. "Le molestaba tratar con los políticos porque tenía una pobre opinión de ellos, los políticos profesionales", contó una de las fuentes en el libro.

Pero el desprestigio había empezado mucho antes. Estado de guerra, otro de sus libros, aportó documentos donde queda demostrado cómo los militares trazaron esa estrategia. "Eso está claro", dijo Lessa a El Observador, aunque aseguró que también hubo otros motivos que contribuyeron a ese desprestigio.

Lessa, sin embargo, advierte que a las cifras de la encuesta de Gallup hay que tomarlas con pinzas ya que en esa época era una herramienta muy precaria aún. "De todas formas, si hubo un desprestigio de los políticos fue una responsabilidad colectiva. Por un lado estuvo el ataque duro de una parte de las Fuerzas Armadas. Pero también hubo responsabilidad muy grande del MLN y de la guerrilla en general. El MLN atacaba duramente el prestigio de los partidos, a tal punto que no acompañó el surgimiento del Frente Amplio", dijo.

"También hubo responsabilidad en los sectores del FA que criticaban (al sistema político) y de los partidos tradicionales, que vivieron enfrentamientos durísimos", agregó Lessa.

Para Zuásnabar, en su momento "fallaron los amortiguadores: sustancialmente el sistema político, que no fue capaz de procesar marcos de referencias comunes". "Los uruguayos se sintieron desamparados por el sistema político y quizá por ello no hubo grandes manifestaciones en defensa de las instituciones en aquel momento", agregó Zuásnabar en Carve.

El cruce de acusaciones de corrupción, denuncias judiciales y el diagnóstico del presidente Tabaré Vázquez sobre cómo el sistema político está practicando la autofagia plantea el debate sobre si se está siguiendo el mismo camino que en la década de los 70.

Para Lessa, si bien "es importante revisar lo que pasó para no repetir" errores, "si uno estudia bien, las diferencias son enormes". "El nivel de agresividad del discurso (era) gigantezco", agregó.

Para Zuasnabar, "un aprendizaje es la importancia que tiene el sistema político" y también lo relevante que es "construir relaciones sanas". "Saber escuchar y respetar la mirada del otro. No creer que soy poseedor de la única verdad. La importancia de no acusar por acusar. A veces todo eso se transforma en boomerang. Acusar sin argumentos genera eso", dijo.

La autocrítica es muy importante para evitar esos desgastes y eso hoy, no es moneda corriente.