Como parte de la nueva política de seguridad, el Ministerio del Interior reabrió en distintos puntos del país 18 destacamentos policiales, cinco subcomisarías y dos comisarías, con lo que se pretende un “repoblamiento policial de la campaña” y más cercanía con la población, según informaron a El Observador fuentes de esa secretaría de Estado.
El criterio para comenzar con la reapertura de estas dependencias policiales y no otras fueron los indicados por los jefes de Policía de cada departamento, en función de “la demanda y los recursos”.
“Había muchas comisarías, seccionales y destacamentos que se habían transformado en taperas”, dijo el ministro Jorge Larrañaga a El Observador.
Durante la campaña electoral, una de las críticas que hacía la entonces oposición –que hoy es gobierno– al exministro Eduardo Bonomi fue precisamente el cierre de algunos puestos policiales, una consecuencia de una política de seguridad enfocada en la centralización de decisiones operativas en las Zonas Operacionales de cada Jefatura y en el Centro de Comando Unificado de Montevideo.
Esa orientación fue producto de un programa que Bonomi había comenzado a ejecutar a partir 2011 con el objetivo de “modernizar” la policía. El principal objetivo de ese plan era centralizar tanto las investigaciones como la planificación del patrullaje, de acuerdo un estudio de las zonas calientes, que reflejaban las áreas donde se cometían más delitos. Esas eran tareas que antes de la llegada de Bonomi –y la aplicación del reordenamiento operacional– eran desempeñadas por cada comisaría del país, y con la impronta de cada comisario.
“Esa política no la compartíamos, porque no se podía dejar sin la presencia de la autoridad decenas y decenas de kilómetros”, sostuvo Larrañaga.
La línea de mando sufrió un giro de 180 grados con Larrañaga a la cabeza del ministerio. El 2 de marzo, cuando el presidente Luis Lacalle Pou reunió a los 19 jefes departamentales de Policía, transmitió a los jerarcas tres premisas, que de inmediato se transformaron en directivas impartidas por el nuevo director nacional, Diego Fernández: respaldo a todos los uniformados, mayor presencia en la calle y cercanía con la población.
Con ese norte, el diseño y la forma de aplicar el patrullaje también cambió, y pasó a ser definido por los jefes de los departamentos, de acuerdo a criterios propios de donde surgían las denuncias, y ya no prorizar exclusivamente los delitos cometidos.
Fue así como el Programa de Alta Dedicación Operativa, un sistema de patrullaje especial implementado desde 2016 por Bonomi, pasó ahora a depender de las jefaturas de policía departamentales, que a su vez se nutren de la información que proporcionan los jefes de Zonas y los comisarios.
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