Al inicio de la década de 1980 hubo un auge en la actividad de Conaprole, y en la familia 0’Brien pensaron abandonar la producción artesanal de quesos y pasar a remitir la leche a la cooperativa. Les convenía, pero no pudieron: en su establecimiento –a pocos kilómetros de Ecilda Paullier– no había energía eléctrica y debían salir a la ruta en caballos. Debieron seguir transformando leche en quesos. Cuarenta años después, gracias a inversiones en genética y tecnológicas, son proveedores de quesos artesanales de alta gama de comercios de Montevideo, pero inmersos en un sector en crisis, acosado por altos costos, donde no cesa la salida de productores.
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