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Los recomendados musicales de la semana

Críticas de los últimos lanzamientos de Radiohead e Iván y Los Terribles
Tiempo de lectura: -'
14 de mayo de 2016 a las 05:00

Radiohead - A moon shaped pool



Género: Rock, Pop
Sello: XL
****
Temas destacados: Identikit, True love waits, Ful Stop, The numbers

Desde 1997, Radiohead ha cargado con la responsabilidad de ser la banda de rock más influyente de su tiempo. No hay lanzamiento de disco que pase desapercibido, festival que agote sus entradas si es que lo encabezan, o músico actual que no les reconozca su aporte a la cultura pop actual -más allá, claro está, del habitual rostizador de músicos competidores Noel Gallagher y algún que otro cínico. Con OK Computer, la banda de Oxford comenzó a examinar la esencia de un ser humano confortablemente entumecido, fagocitado por la cultura contemporánea del consumo, la hiperconectividad alienante y la sobrecarga de información, evocando un estado de angustia existencial con el que miles de personas sintonizaron y cuyo críptico mensaje musical y visual (a través de videoclips y las obras del artista plástico Stanley Donwood) acompañó las resignificaciones musicales del grupo desde el electrónico y fragmentado Kid A (2000) hasta el regreso a ciertas formas de la canción más previsibles en In Rainbows (2007) o el intento más de música de ambientes de The king of limbs (2013).
Radiohead se ha reinventado a sí mismo desde lo musical tantas veces (y a diferencia de cualquier otra banda de rock de la actualidad, con casi idénticos niveles de aprobación en cuanto a crítica y público) que muchas de las nuevas canciones ya suenan más a "nuevo y habitual tema raro de Radiohead" que otra cosa. Por eso, y primero que nada, A moon shaped pool, el regreso de la banda que lidera Thom Yorke, no puede ser definido como otra cosa que "sonido Radiohead". Está lleno de grupos que pregonan sonar a sí mismos, pero en este caso, además, lo que sucede es que esto es en verdad cierto.

Desde el arranque, la musicalidad evidencia un corrimiento hacia los arreglos orquestales, probablemente vinculables a un aumento en la toma de decisiones de Jonny Greenwood, primera guitarra y arreglista del grupo, que en los últimos años se ha dedicado más a la composición de bandas sonoras con orquestas y sinfonías que a torturar su guitarra eléctrica. El aporreo de cuerdas en la inaugural Burn the witch así lo deja en claro, mientras el resto de los instrumentos cae sobre una base rockera sin mayores sorpresas. La canción es además el primer anuncio: una vez más, este no es un disco de estribillos ni canciones que peguen a la primera escucha. Quienes en Uruguay siguen a Buenos Muchachos entenderán de qué va el asunto.

Tras esa primera canción, Radiohead propone al escucha un disco en el que la invitación es a prestar la atención máxima para reconocer detalles (un sintetizador aquí, una línea de bajo perdida allí, una programación) o a simplemente dejarse sumergir en una música de ambiente fundamentalmente onírico. No importa si la composición es un poco más etérea y sintética, como en Daydreaming, o más intensa, como la evocación al motorik alemán en Ful stop. Es en estas canciones y en otras como Identikit (una vieja gema extraída del canon de la banda y quizá el mejor momento del disco) donde se luce uno de los elementos menos elogiados de la banda aunque más fundamentales: el profundo y pulsante bajo de Colin Greenwood.

¿Y Yorke? La voz del cantante brilla una vez más en los entornos menos cargados de distorsión, e incluso se podría decir que se sorprende a sí mismo: capaz de asegurar que no podría escribir una canción de protesta, la consigue en The Numbers, donde el fenómeno ambiental, una de sus obsesiones, es retratada en una serie de consignas ("Su sistema es de mentira / el futuro está dentro de nosotros /no en otra parte"). Es la primera vez que se lanza tan directamente a algo así desde la canción Idioteque, hace ya 16 años. Todo sucede dentro de un disco en el que, de todas formas, Yorke parece mucho menos contemplativo y categórico y más vulnerable. El hombre que desde su pluma ha interpelado a sus escuchas a un nivel en que quizá solo Roger Waters logró superar termina este trabajo con True love waits, otro clásico de los conciertos de Radiohead que no llegó a disco hasta ahora y que lo encuentra pidiéndole a alguien que no se vaya.

A moon shaped pool no es tu disco para escuchar en la oficina, y probablemente no lo sea tampoco para el coche o la salida a correr. En tiempos en los que a la música se le pide adaptarse a los requisitos más inverosímiles y complicados -gadgets, playlists, tiempos de escucha reducidos- lo que proponen los ingleses es un nuevo capítulo en una historia que está definida por ofrecer otras recompensas a aquellos que están dispuestos a dar algo más de sí mismos (su tiempo, su concentración) para recibir a cambio una experiencia que tenga algo más que recursos a los que el cerebro ya sabe digerir con facilidad. Como decía Gustavo Cerati, en este caso al final hay recompensa.

Iván y los Terribles - El maestro interior


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Género: Rock, Punk, Noise
Disponible en: ivanylosterribles.bandcamp.com
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Pocas cosas le caen tan bien a una banda de rock como lograr una base de sonido sólida a la que sumarle recursos . Iván y los Terribles -grupo que lidera Iván Krisman, ex La Teja Pride y actualmente en La Hermana Menor- consiguió, a punta de rock, punk de influencia española y algunos recursos más actuales, ser una de las grandes sorpresas de 2014 con su disco Los incautos no fallan. Pero en este nuevo trabajo, los sintetizadores, guitarras e incluso los filosos versos de Krisman -capaces de reflexionar sobre Walter Benjamin en medio de un pogo- colorean mucho más a la base musical.

El resultado es que Iván y los Terribles ya es una potente máquina de rock contemporáneo, capaz de haberle encontrado la vuelta a la difícil tarea de sonar punk sin que lo que suena parezca decadente. En el disco hay tanta violencia y furia como espacios para la escucha detenida, ahí donde Krisman se revela como uno de los escritores de rock locales más profundos, con todo lo que eso representa para el género hoy en día. Y hay tanta profundidad como diversión, evidente no en la amplia gama de recursos sonoros de los que se vale el grupo -una vez más, con un gran trabajo de Ezequiel Rivero en la producción- sino también en algunas letras: O día que Neymar quebróu ya es uno de los hits rockeros no oficiales del año.

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