Miedo por el temblor: relatos de uruguayos en México

A las 11.00 de este martes se realizó en Ciudad de México un simulacro de alerta sísmica. Dos horas después, a las 13.20, la apariencia fingida se volvió real. Un sismo de magnitud 7.1 sacudió la capital mexicana, según reportó el Centro Sismológico Nacional. Hacía exactamente 32 años, a las 7.17 hora local, el más mortífero terremoto en la historia de ese país se llevó miles de vidas.

"Estoy medio temblando todavía. La semana pasada viví el que supuestamente fue el más fuerte desde 1985. Vividos de forma diferente, el primero con una ignorancia absoluta. En este estaba profundamente dormido y salí de la inconsciencia con un movimiento donde todo mi cuerpo iba de un lado a otro de la cama. Es como un viento huracanado, pero no es un viento, es un movimiento. Te tira. Abrí los ojos y se movía la casa, las plantas, los espejos, todo. Fue salir de un estado de inconsciencia para entrar en un estado de terremoto", contó a El Observador el periodista y escritor uruguayo Álvaro Pérez García, que hace algunos meses vive en la capital mexicana.

Quizás por la falta de experiencia o hábito que tienen los uruguayos en estos fenómenos, una palabra, una sensación se repite con insistencia: "Miedo, mucho miedo".

A diferencia del temblor ocurrido hace dos semanas, que tuvo epicentro en el sur del país, el de este martes ocurrió en el día. La ciudad estaba viva. En las partes más afectadas cayeron edificios y escuelas, y otros tantos deberán ser revisados antes de volver a ser usados. Caos y mucha gente en estado de espera, asustada de volver a sus casas, contó Pérez García.

"Me vestí con lo primero que encontré y salí a la calle, mientras el edificio se movía literalmente. Hay una escuela a la vuelta. Es el pánico, madres corriendo, gente llorando. Pero no es histeria colectiva, es real, la gente teme por su vida y la de los suyos. Te roba las ideas sobre todo, quedas únicamente concentrado en ese momento en que la tierra está temblando mientras te vas enterando de cosas", graficó Pérez García.

En tanto, el prosecretario general de la Intendencia de Montevideo, Christian Di Candia, caminaba después de hacer algunas visitas turísticas por la Ciudad de México por una feria estilo Tristan Narvaja incrustada entre dos edificios. "Me agaché a agarrar un libro y se me movió el piso. Pensé que me había mareado por la altura, pero cuando me paré, se entró a mover todo, y a mover mal. Cuando me di cuenta estaba entre dos edificios altos; creo que empecé a correr como nunca antes lo había hecho en mi vida en busca de un lugar abierto hasta que llegué a una plaza. Todo el mundo corría", explicó Di Candia.

Unas horas después, el jerarca caminaba sin rumbo tan solo con una botella con agua, hasta que abruptamente comentó mientras charlaba con El Observador: "¡Uy, acabo de llegar a un edificio que está totalmente caído!".

Es que el miedo es real, y los escombros nacidos desde las entrañas de la tierra evidenciaban el inevitable contraste de que ya no se trataba de ningún simulacro.