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Muchos extranjeros en Uruguay tienen cargos por debajo de sus trayectorias, dice Ceres

El centro de estudios afirma que los inmigrantes favorecen el crecimiento de los países; en Uruguay aportan y valoran estar acá, pero ven burocracia, dificultades para revalidar sus estudios y buscan mejores oportunidades laborales
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16 de diciembre de 2020 a las 15:50

Muchos uruguayos se preguntan qué tanto aportan los extranjeros al Uruguay, a su economía, a la dinámica laboral, sobre todo desde que, en los últimos años, aumentó la ola migratoria, antes del cierre de fronteras por la pandemia.

Según el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), los beneficios económicos y sociales que genera la inmigración –cuando existen políticas acordes– está demostrada en investigaciones internacionales, al detectarse aumento productivo, mejora de capital humano e incremento de la innovación cuando participan extranjeros.

También, Uruguay tiene una oportunidad económica con la inmigración actual y se beneficia de la misma, dice Ceres.

Las residencias concedidas en el país entre 2015 y 2019 fueron, en su mayoría, de personas provenientes de Venezuela (27% del total) y de Argentina (22%), y en menor medida de Brasil (15%). Le siguen de nacionalidad colombiana (5%), peruana (5%) cubana (5%), dominicana (3%) y, con 2% cada uno, Estados Unidos, Paraguay y Chile.

Ceres realizó un estudio que se basó en un relevamiento de testimonios entre más de mil extranjeros en Uruguay de unas 50 nacionalidades y una de las conclusiones es que los inmigrantes en Uruguay valoran la calidad de vida, el buen trato y la estabilidad democrática de Uruguay, pero detectan una excesiva burocracia, falta de oportunidades laborales, de diversidad cultural y dificultad para revalidar sus estudios terciarios.

El 75% de los inmigrantes que llegó a Uruguay se encuentran en edad de trabajar, en comparación con el 57% de la población mundial. La cantidad de inmigrantes con educación terciaria creció 130% entre 1999 y 2010.

Actualmente, la amplia mayoría de los inmigrantes relevados cuentan con educación terciaria completa (73%) y el 23% del total poseen estudios de postgrado. Si también se considera a quienes cuentan con una carrera universitaria que aún no han culminado, dicho número asciende a 90%.

El 58% de los participantes manifestaron que su objetivo es que Uruguay sea su destino final, y que el 63% llegó junto con su familia (y de estos, más de la mitad con al menos un hijo menor de edad).

Antes de emigrar, el 10% de los participantes se encontraba desempleado (buscando trabajo). Una vez en Uruguay, ese registro asciende a 19%. Si bien sucede que a menor educación, el desempleo es mayor (25% entre quienes cuentan con estudios terciarios incompletos o menos), 17% de aquellos que han finalizado una carrera terciaria o universitaria se encuentran desempleados.

Uno de los datos más interesantes es que hay una disminución importante de la cantidad de personas que tenían cargos gerenciales (13%) o medios/profesionales (38%) en su país de origen, comparado con la actualidad en Uruguay (5% y 22%, respectivamente). Por otro lado, aumentó la cantidad de personas en cargos técnicos u operativos. Además, entre aquellos que estaban trabajando tanto en su país de origen como en Uruguay, solo 55% se mantuvo en el mismo sector luego de emigrar.

Si bien Uruguay se ubica en el primer puesto del ranking de la adaptación regional –que contempla a Argentina, Brasil, Paraguay– del Mipex (Migrant Integration Policy Index) 22 respecto a la residencia permanente, debido a las condiciones exigidas para la seguridad del estatus y la agilidad del proceso, es importante mejorar la exigencia de ciertos requisitos, así como el tiempo que lleva en la práctica. Para quienes no están amparados al régimen de residencia de Mercosur, este proceso fácilmente lleva 10 meses de duración, y muchas veces hasta dos años, y genera problemas con los documentos solicitados que pierden vigencia y obligan a repetirse.

Varios participantes del relevamiento mostraron su descontento con la burocracia, ineficiencia y demora para los procesos de residencia, además de que los requisitos les parecen imposibles de lograr apenas se llega al país.

Por qué vinieron

La razón principal que seleccionaron los participantes como motivación detrás de su migración a nuestro país es la calidad de vida en Uruguay (26%), de manera que en el país encuentran un lugar en el cual pueden prosperar y vivir bien. Por otro lado, el 14% de los relevados indicaron que tener una oportunidad laboral confirmada con anterioridad fue el principal motivo para mudarse a Uruguay.

Alineado con la ola inmigratoria que el país ha recibido en los últimos años, la tercera razón en magnitud es la inestabilidad política en su país de origen (13%). Entre los inmigrantes provenientes de Cuba, las principales razones que motivaron su llegada fueron la calidad de vida de Uruguay, los “motivos sociopolíticos y búsqueda de estabilidad democrática” y la búsqueda de trabajo, en igual proporción.

Sin embargo, para inmigrantes de otros países con un importante flujo hacia Uruguay, como Argentina y Brasil, se aprecia que las razones más comunes son otras: que su pareja es uruguaya o una oportunidad laboral confirmada con anterioridad (particularmente para los argentinos).

Los que más vienen

Entre 2017 y 2019, Venezuela se consolidó como el país con más solicitudes de residencias. Concretamente, en 2019 una de cada tres residencias concedidas fue a venezolanos (35%, lo que totaliza 4.803), mientras que en 2013 esta relación apenas alcanzaba el 2%.
Por su parte, los que llegaron de países limítrofes (Argentina y Brasil), que venían encabezando la inmigración a Uruguay, crecieron a un ritmo menor en el último período.
En 2015-2019, las residencias concedidas a argentinos (13.548) se duplicaron respecto a 2010-2014, mientras que las otorgadas a brasileños (9.117) se triplicaron.
En 2020, el consulado de Uruguay en Buenos Aires ha recibido una cantidad creciente de trámites para residencia en Uruguay, pero las restricciones de circulación fronteriza y las dificultades de operativa en las oficinas consulares, por efecto de la emergencia sanitaria, han dificultado el cumplimiento de esos trámites.

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