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Musicales en Uruguay: la cara inquieta del teatro

Lejos del preconcepto que lo señala como "género menor", estos espectáculos reviven con nuevas generaciones de estudiantes que buscan su lugar
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15 de octubre de 2016 a las 05:00
El trabajo de un actor de comedia musical suele compararse con el de un malabarista. Las diferentes disciplinas –actuación, canto y baile– que el artista necesita emplear en un musical serían las pelotas o bolos: el intérprete debe poder hacer equilibrio con las tres. Si una de las pelotas se le cae, todo su trabajo es afectado. Y ese desliz es tan evidente para el público como cuando se resbala una de las pelotas en un acto de malabarismo.

En el mundo, el teatro musical se vincula de inmediato con Broadway. Una avenida repleta de teatros que lucen marquesinas destellantes, puestas en escena millonarias, entradas agotadas y elencos estelares. Sin embargo, en Uruguay, el género es considerado "menor" dentro de las artes escénicas, según explicaron los directores Omar Varela y Luis Trochón a El Observador. Los musicales, a diferencia de otros circuitos artísticos comerciales como el de –sin ir más lejos– Argentina, no abundan en la cartelera local ni tampoco cuentan con estrellas destacadas, como sí existen en otros países. Sin embargo, lentamente y para algunos de los profesionales consultados, el género crece y se afianza entre el público uruguayo, al que aún le cuesta asimilar algunas características de este tipo de espectáculos. Parte de ese impulso lo están dando cientos de jóvenes que pasan por academias de comedia musical año a año y buscan formarse en este rubro. Algunos, incluso, ya están dando sus primeros pasos dentro del circuito comercial.

¿Por qué cuesta tanto montar espectáculos musicales en Uruguay?, ¿cuáles son los características de la formación en esta disciplina?, ¿cómo recibe el público uruguayo este género teatral? Algunos referentes, educadores y alumnos dentro del mundo musical explicaron cómo es hacer musicales a la uruguaya.

El hijo bastardo del teatro

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A la fecha de hoy, de las más de 100 propuestas teatrales que hay en la cartelera de espectáculos en Montevideo solo cuatro son comedias musicales: Cine Radio Actualidad, de Rafael Ponce e Ignacio "Nacho" Cardozo; El chiquitito que fui, de Fernando Recoba; Tan lejos, de Felipe Havranek; y Proyecto Jacinto Vera, de Federico Pereyra. Y hubo menos.

"Desde hace unos cuantos años se está generando una corriente de espectadores y realizadores que empieza a abandonar ciertos prejuicios –muchas veces fundados– que todos tenemos en torno a los musicales. A su vez, cada vez hay más espacios de formación dentro del área" opinó Trochón, que dirige la Escuela de Comedia Musical en Montevideo y fue el responsable de montar, entre otros, el musical Chicago en el Teatro Movie durante 2004. Una obra que se presentó con 65 funciones y vendió 24.800 entradas. Para el director cada vez hay más personas con ganas de producir espectáculos musicales y estos son "cada vez más frecuentes" dentro de la cartelera.

"En general, el musical está considerado un género menor. Eso se percibe desde el espacio que se le brinda en los medios de comunicación hasta en los premios que recibe. A nadie se les pasaría por la cabeza otorgarle un premio Florencio a Mejor espectáculo del año a un musical. Eso es una aberración", consideró.

El público en algunos casos, acompaña pero en otros la mecánica del musical puede generarle cierta incomodidad. "El público le pide muchas veces al musical un realismo que quizá no está en las entrañas del género", explicó Trochón.

Omar Varela, reconocido director y dramaturgo responsable de Están tocando nuestra canción (2003) y Piaf (protagonizado por la actriz Laura Canoura en 1996), explicó que muchos de sus colegas consideran a los musicales como un género frívolo y menor.

Nacho Cardozo, otro de los grandes exponentes de la comedia musical en Uruguay y director de varios espectáculos de renombre, entre los que se destacan La jaula de las locas y Sugar, contó a El Observador que intenta poner en cartel al menos un título por año. Ahora tiene Cine Radio Actualidad en el Teatro del Notariado, y para el año próximo está preparando una versión de El violinista en el tejado con un gran elenco encabezado por Humberto de Vargas.

"No hay musicales en la cartelera de Uruguay simplemente porque son muy complicados de producir y montar, y exigen mucho tiempo", explicó el director.

Y agregó que los ensayos son más exigentes que en una obra de texto común, ya que es necesario practicar canto, baile y actuación: "No todo el mundo se mete en este tipo de empresas", contó.

La nueva generación y el éxito

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A pesar de que las figuras más emblemáticas de la comedia musical en Uruguay conviven día a día con las dificultades de montar espectáculos en teatros locales, también, en contrapartida, las academias de formación dentro de este género abundan en Montevideo y cada vez cuentan con más alumnos inscritos.

La Escuela de Trochón; la de Valeria Lynch; La Academia; y la Escuela de Música, Actuación y Danza (MAD) son algunos de los centros de estudio y formación artística más destacados dentro del rubro.
Tanto la Escuela de Comedia Musical de Trochón, que viene funcionando desde el 2001 en Parque Rodó, como la MAD, que abrió este año en Carrasco, ofrecen carreras integrales y de larga duración para jóvenes y adultos.

Rodrigo Garmendia, director de la división de comedia musical en la MAD, explicó a El Observador que la apertura de la escuela surgió como respuesta a una necesidad y una inquietud notoria en los jóvenes de abandonar el plano amateur y comenzar a profesionalizarse. La carrera, que en la actualidad cuenta con nueve alumnos inscritos, tiene una duración de tres años y los cursos poseen una carga horaria de 17 horas semanales con un costo de $ 4.800 mensuales. Allí se les enseña danza, canto y actuación en cada uno de sus géneros. A su vez, cada año trabajan sobre diferentes musicales de renombre, como Matilda y Annie.

Alan Mullins tiene 15 años y es parte de la primera generación de alumnos en la carrera de la MAD. Desde chico está vinculado con la música y el teatro porque su abuela era cantante de ópera. Siempre supo que quería dedicarse a la comedia musical. Luego de varios cursos y talleres para niños en academias chicas, este año decidió dar el paso y comenzar la carrera.

Mullins afirmó que lo que más le gusta es cantar, pero que el baile y la actuación le permiten, juntos, ayudarlo a expresar mejor las historias que cuentan los espectáculos.

El coordinador pedagógico de la escuela de Valeria Lynch, Federico Lynch, dijo que "las nuevas generaciones que se están formando ahora son muy emprendedoras y eso hace que quieran buscarse un lugar en el medio".

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El musical Tan lejos, de Felipe Havranek, es el ejemplo de un espectáculo dirigido y producido por un actor joven (cursó la carrera en la escuela de Trochón) que llegó al circuito comercial con una obra propia. Havranek consideró su propuesta –la historia de amor de una pareja contada a través de canciones del rock nacional– como "un experimento" y una prueba para ver cómo recibe el público local un espectáculo así. También es una suerte de apuesta a un estilo más alternativo dentro del género musical, uno que –según Havranek– no enseñan en las academias.

Garmendia contó que hay varios jóvenes estudiantes o recién graduados que se están juntando para montar sus propias propuestas.

"Somos un mercado chico que tiene subidas y bajadas, pero se está generando un público interesado", agregó.

A su vez, esta semana se realizó en la Escuela de Comedia Musical de Valeria Lynch una master class a cargo del maestro argentino de la comedia musical, Ricky Pashkus, como respuesta a la inquietud de los jóvenes por formarse cada vez más. "El talento sin un talento para entrenar, para saber cómo comportarse, cuáles son las cuestiones a las que hay que darle importancia en la profesión, no sirve de nada porque termina siendo algo amateur", contó el director a El Observador en una publicación a propósito del seminario.

Trochón, que cada año alcanza un promedio de 450 alumnos en los cursos, explicó que en su escuela se insiste mucho en la disciplina, ya que, en un artista, esta es incluso más importante que el talento. La carrera dura tres años –con posibilidad de cursar un cuarto año de posgrado– con 17 horas y media semanales y tiene un costo de $ 5.500. Las materias son principalmente prácticas, pero puede que tengan algún componente o trabajo teórico, según la preferencia del docente.

Algunos colegios y liceos también suelen ofrecer clases de comedia musical y montar espectáculos para mostrar a la comunidad educativa a fin de año. The British Schools y el Ivy Thomas son algunos de los que incluyen esta opción dentro de su grilla académica desde hace tiempo.

Trochón cree que el futuro de la comedia musical en Uruguay es promisorio, mientras que para Varela no está tan claro.

"Los musicales son un género que está en extinción, como todo el teatro uruguayo", dijo.

Y enfatizó al concluir: "No nos dejemos engañar; el mercado teatral está terrible. Los jóvenes estudian comedia musical porque es maravilloso".

Desde la raíz uruguaya

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Cuando se trata de musicales de renombre internacional, como West Side Story o Sugar, los directores y productores deben comprar licencias de derecho de autor con costos muy elevados. Este es un problema de hoy, y lo fue también en 2004, cuando peligró el estreno de Chicago por falta de dinero para comprar las licencias. Fue gracias a una fuerte inyección de capital por parte de la Embajada de Estados Unidos que el espectáculo fue posible. En su momento, las licencias de Chicago costaron US$ 10 mil a la producción. En 2006, los permisos de West Side Story tuvieron un valor de US$ 12 mil.

Y en 2015, cuando el director se aventuró a averiguar el costo de los derechos de un musical similar, se enfrentó con que rondaban los US$ 35 mil.

Es por eso que varios directores y productores están apuntando a producciones originales, con música y textos uruguayos. La apuesta a lo local es clara por tres motivos: una cuestión económica; dramaturgos, músicos y actores muy talentosos; y una identidad marcada.

En cartel

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Cine Radio Actualidad
Un musical clásico que recorre varios estilos musicales. Dirigido por Nacho Cardozo. Funciones sábado 18.30 y domingo a las 17 en el Teatro del Notariado. Entradas a $ 420 en Abitab y boletería de la sala.

El chiquitito que fui
Un homenaje a la actriz Romina Yan con la música de Chiquititas. Sábado 22 y 29 (16 hs.) y domingos 23 y 30 (15 hs.) Teatro del Notariado, entradas a $ 300 en Abitab.

Proyecto Jacinto Vera
Un repaso musical por la vida del primer obispo católico de Montevideo. Todos los viernes hasta el 28 de octubre a las 21 en Teatro Stella. Entradas a $ 300 en boletería de la sala.

Tan lejos
Un musical de rock uruguayo a cargo de un elenco de jóvenes. Funciones los días miércoles 19 y 26 de octubre a las 21 en Teatro del Anglo. Entradas a $ 300 por Tickantel.

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