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Niños tranquilos y atentos como una rana

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20 de diciembre de 2021 a las 18:27

¿Alguna vez se descubrieron gritando a sus hijos para que ellos dejaran de gritar? Seguro somos varias quienes levantamos la mano. En el mejor de los casos, tomamos consciencia del hecho y sentimos vergüenza. La maternidad te obliga a mirarte en modo panóptico, a cuestionar tus propias acciones y hasta la forma de administrar tus emociones. No hay escuela en esto último y a veces se nos hace difícil vivir la emocionalidad tal cual nos gustaría verla en nuestros hijos. El estrés, la rutina ajetreada, las noches sin dormir, a veces nos saca reacciones que no elegimos.

En esta búsqueda por encontrar calma emocional di con algo que empezaré a nivel personal en breve, y que hoy tiene varios programas adaptados a los pequeños: Mindfulness. Se trata de una herramienta que invita a auto-indagarse, a descubrir nuestros propios sentimientos y sensaciones, y ayuda a mirar con atención esos pequeños detalles que en el trajín diario se escapan y son, nada más ni nada menos, que las piezas con las que se arma el gran puzzle de la vida. ¡Y se nos pasan!

Mindfulness tiene un nombre gigante pero una técnica bien simple. Hace unos días conversamos con la maestra Magalí Fernández, especializada en niños “no convencionales”, y nos contó sobre cómo llegó ella a esta práctica, de qué se trata en sí misma y sobre un curso que empezará para niños de entre 4 y 12 años basado en la formación de la holandesa Eline Snel, autora del libro “Tranquilos y atentos como una rana”.

¿Cuál era tu necesidad cuando llegaste al Mindfulness?

Me di cuenta que algunas emociones podían conmigo. Los niños te sacan las mejores y, sobre todo, las peores emociones. En un momento en que me daba cuenta que no podía identificar determinadas cosas, que no podía salir de reacciones o patrones, empecé a leer buscando información “científica” sobre algo que me ayudara y di con Mindfulness. No empezó por la docencia, tenía que ver conmigo. Lo que me llamó la atención es que el Mindfulness traía modificaciones beneficiosas en el cerebro y decidí probar.

¿Qué aprendiste a partir del Mindfulness?

Cuando hice el curso no fue en su momento muy revelador, porque si hay algo que tiene es que no es nada extravagante o raro. Yo pensaba que meditar era la típica visión de flotar, quedarte aislado del mundo y a mí mientras respiraba me dolía la espada, las articulaciones, estaba esperando que sonara la campana para terminar. El Mindfulness fue más el inicio de un camino profundo de pensar qué busco, qué quiero para mí, qué es lo que no me gusta de mí,…y de no rechazar las respuestas sino aceptarlas, abrazarlas, y encontrar la manera de convivir con esas partes. Descubrí que buscando momentos para conectar solo conmigo, con mi respiración, podía lograr lo que buscaba.

¿Cuáles son los pilares del Mindfulness? ¿Qué te enseña?

La aceptación ante todo, de lo bueno y de lo malo. Por otra parte, aprendés a no juzgar y no juzgarte.  Ayuda a que mires todo como la primera vez,  que seas más compasivo con los demás y con vos mismo. A veces somos más compasivos con los otros que con nosotros mismos, porque esta cultura te pauta que serlo contigo mismo es ser egoísta o egocéntrico. Ser autocompasivo, permitirnos, regalarnos, alabarnos, estar bien, es todo un aprendizaje.

La única forma para lograr esos cambios es parar, para darte cuenta. Al principio me ponía recordadores en el teléfono para parar, respirar y ver qué sentía, dónde estaba, tomar esa consciencia tan necesaria. Ahora no lo preciso. Creo que lo más importante es entender que el Mindfulness está en nosotros, no es que haya que aprender, hay que desarrollarlo.

Otro pilar que te enseña es la importancia del bien mayor, de hacer el bien a todas las personas que puedas. No solo para vos buscar lo mejor sino para todos, porque te beneficia.

A un niño, ¿cómo lo ayudaría a nivel escolar o personal?

A los niños hay que enseñarles a mirarse, a darse cuenta. Hay niños súper movedizos, que no pueden parar. Si en algún momento les dijéramos “¿te diste cuenta que no podés parar?, en vez de “¡pará!”, tal vez cambian. Que sean conscientes requiere de un entrenamiento. Si le decís «¿viste que siempre que llegás a algún lado agarrás las cosas?» lo invitás a pensar, a mirarse. Como adultos, somos recontra adultócratas, mandamos.

Esta técnica los ayuda a parar, a conocerse, a reconocerse, a conectar con la respiración que es algo que tenemos todos y no nos damos cuenta que si ponemos el foco en ella podemos manejar nuestros estados emocionales. La realidad es que es muy difícil que un niño “medite” y sea un niño nuevo en 8 semanas, pero sí tras el programa aprende a mirarse. Cada lección o encuentro tiene un propósito pensado. Se eligen las sensaciones, o percepciones, luego se trabajan sentimientos, luego pensamientos. El niño necesita de cosas muy concretas.

¿Algún ejercicio que podamos aplicar en casa?

Primero leer el libro “Tranquilos y atentos como una rana”, que viene con cd con ejercicios de 10 minutos para hacer padres e hijos. La realidad es que en 8 semanas aprenden cosas, pero hay que practicar. Siempre les digo que si creen que en 8 semanas van a tener otros niños, ¡se pueden ir! Pero promovés instancias de conexión para respirar, para escuchar el cuento de la rana, para poner las manos en la panza y sentir cómo se infla y desinfla.

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