Los nuevos casos de violencia doméstica ejercida por hombres que terminan con la vida de mujeres llenan de impotencia y dolor a todo el Uruguay.
Los relatos son espeluznantes. En La Comercial un hombre se presentó en la casa de su expareja para llevarse a su hijo durante la Nochebuena. Ante la negativa de la madre se fue para volver al rato, saltar el cerco y matarla de un disparo en la cabeza.
En el camino al crimen también hirió a la hermana de la victima, que luego falleció en el hospital. Tras el asesinato volvió a la pensión donde vivía. Allí lo detuvo la policía con el revólver calibre 38 a su lado.
El otro horrendo ataque ocurrió en Flor de Maroñas cuando una joven de 18 años veía como su madre se defendía como podía de los golpes con el atizador de la parrilla perpetrados por su padrastro. Se interpuso entre el agresor y su mamá.
El hombre le clavó un cuchillo en el pecho a la hija de su expareja. Murió minutos después en el hospital Pasteur adonde había sido ingresada. El hombre ya está identificado y es buscado en estas horas intensamente por la policía nacional.
La semana de la Navidad volvió a teñirse de sangre y luto con el asesinato de estas mujeres. No hay marcha callejera, tobillera electrónica, campaña de sensibilización, sanción social, nada que logre detener una epidemia nacional que enluta el país en todos sus estamentos.
Según datos de la División Políticas de Género del Ministerio del Interior a los que accedió El Observador, en los últimos tres años se registró un aumento de denuncias referidas a situaciones de violencia doméstica.
Medido en un período comprendido desde el 1º de enero al 15 diciembre, en 2017 se registraron 37.764 denuncias, en 2018 hubo 37.913, y este año 38.044, lo que significó un aumento del 0,3% cada año.
De los 26 asesinatos a mujeres en ámbitos domésticos en lo que va de 2019, 22 son femicidios –pese a que la cartera todavía no incorporó los ataques de la jornada navideña porque aún se investigan.
A nivel técnico se debate si es conveniente declarar una emergencia nacional ante el flagelo. Pueden existir argumentos contrarios y a favor de la intención de algunos políticos y el clamor popular, no lo sabemos, pero sí algo diferente hay que hacer urgente para cortar esta hemorragia de vidas de mujeres.
Hay que admitir que la violencia contra la mujer está fuera de control y que parece no alcanzar nada para detenerla. Enfrentar el problema de hondas raíces culturales e históricas que tiene como centro a la educación del hombre, el manejo de sus profundas debilidades, frustraciones, la ira y la aceptación intrínseca de que no es dueño de la vida de nadie, es un tema de todos los estamentos de la sociedad.
Es una causa que no admite más demoras ni titubeos: interpela a cada uruguayo a exigir un gran pacto nacional contra la violencia de género donde escuelas, liceos, universidades, políticos, educadores, sindicatos, cámaras, Justicia, policía, Estado, medios, clubes deportivos, iglesias y oenegés se involucren y juntos tuerzan el rumbo para siempre de este grave padecimiento que Uruguay tiene que sanar ya mismo.
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