Un niño en la Plaza Libertad el día del recuerdo a los detenidos desaparecidos durante la dictadura

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Noveno muerto por coronavirus fue un preso político cuya historia fue narrada por Galeano

Juan José Neuched Sosa tenía 76 años y había sido capturado en 1973
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15 de abril de 2020 a las 22:24

Juan José Neuched Sosa, el hombre de 76 años con coronavirus que murió este miércoles a causa de covid-19 fue mencionado por el escritor Eduardo Galeano en el Libro de los Abrazos, una colección de 191 relatos publicado en 1989, según confirmó El Observador.

Galeano recuerda en su texto la sanción que recibió Neuched en 1973, cuando era un preso político de la dictadura militar que comenzó en junio de ese año. Neuched –que en la narración del escritor el apellido es modificado a Noueched–, era un tupamaro que había caído a manos del gobierno de facto por esos días, y que por no haber llevado ambas manos a su espalda mientras se trasladaba en fila india con el resto de los presos había sido castigado con cinco días de absoluto aislamiento.

Pero Neuched era manco.

"Había caído preso en dos etapas. Primero había caído su brazo. Después él. El brazo cayó en Montevideo. Noueched venía escapando a todo correr cuando el policía que lo perseguía alcanzó a pegarle un manotón, le gritó: ¡Dese preso! y se quedó con el brazo en la mano. El resto de Noueched cayó un año y medio después, en Paysandú", escribió Galeano.

El exsenador del Frente Amplio Marcos Otheguy se refirió al tema en su cuenta de Twitter.

A continuación, la pieza en que Galeno recuerda al expreso político, y que también puede leerse en el libro, disponible online.

La burocracia (1)
5 de abril de 2014 a las 16:47 Publico
En tiempos de la dictadura militar, a mediados de 1973, un preso político uruguayo, Juan José Noueched, sufrió una sanción de cinco días: cinco días sin visita ni recreo, cinco días sin nada, por violación del reglamento. Desde el punto de vista del capitán que le aplicó la sanción, el reglamento no dejaba lugar a dudas. El reglamento establecía claramente que los presos debían caminar en fila y con ambas manos en la espalda. Noueched había sido castigado por poner una sola mano en la espalda.

Noueched era manco.

Había caído preso en dos etapas. Primero había caído su brazo. Después él. El brazo cayó en Montevideo. Noueched venía escapando a todo correr cuando el policía que lo perseguía alcanzó a pegarle un manotón, le gritó: ¡Dese preso! y se quedó con el brazo en la mano. El resto de Noueched cayó un año y medio después, en Paysandú.

En la cárcel, Noueched quiso recuperar su brazo perdido:

-Haga una solicitud -le dijeron.

Él explicó que no tenía lápiz:

-Haga una solicitud de lápiz -le dijeron.

Entonces tuvo lápiz, pero no tenía papel:

-Haga una solicitud de papel -le dijeron.

Cuando por fin tuvo lápiz y papel, formuló su solicitud de brazo.

Al tiempo le contestaron. Que no. No se podía: el brazo estaba en otro expediente. A él lo había procesado la justicia militar. Al brazo, la justicia civil.
 

 

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