Un brillante rayo de sol cae en la esquina del Yacht Club Punta del Este, la tarde está ventosa y una bandera de Bélgica flamea con fuerza. En la intersección entre la rambla del puerto y 2 de Febrero, a 45 grados de la Seccional 10 de la policía, descansa Olivier De Groote sentado bajo la sombra de una palmera. Los veraneantes o los habitantes de la zona lo conocen como el belga de los waffles. Deportistas que utilizan la rambla, comerciantes del puerto, turistas que pasean, todos conocen a Olivier. Y reconocen su icónico puesto con el cartel Sabores belgas artesanales.
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