Corría el año 1959 y Estados Unidos construía una base nuclear subterránea en Groenlandia. Ocho años después fue sepultada a la espera de que fuera aplastada por el peso del hielo. Pero los responsables del no contaban con el calentamiento global y el cambio climático, que provocan el efecto contrario.
Según un estudio publicado en el Geophysical Research Letters, los científicos estimaron que los residuos tóxicos que se formaron a partir de la actividad nuclear podrían llegar a la superficie dado que los glaciares del Ártico y Groenlandia se están descongelando con rapidez. Los desechos llegarían a la superficie a fines de siglo.
El científico de la Universidad York de Canadá William Colgan describió que "una vez que el lugar registre más derretimiento neto que nieve será solo cuestión de tiempo hasta que los residuos salgan a la superficie, será irreversible".
El estudio final arrojó que los residuos representarían una superficie total de 55 hectáreas con más de 240.000 litros de agua contaminada a partir de combustible, residuos fecales y productos nucleares.
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