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Peñarol campeón: el grito de un pueblo que por su historia exigía una copa y el homenaje de Larriera al fútbol
La fiesta del Estadio Centenario en dos colores. La celebración contenida. La emoción postergada. El grito anudado en la garganta de un pueblo que exigía una recompensa, después de una larga espera. El homenaje de Mauricio Larriera al fútbol. En ese penal con el que el argentino Nicolás Gaitán cerró la serie y coronó la noche, Peñarol finalmente se reencontró con su historia de una forma que le da valor agregado al camino recorrido, y no por los arbitrajes sino por el plan y la propuesta que eligió para llegar a este final.
Peñarol campeón del Uruguayo 2021 es la más justa expresión y reconocimiento del fútbol local al mejor equipo del año, que con la construcción de un proyecto a largo plazo, y sin apartarse de su objetivo (incluso ante el descreimiento del hincha y los tropiezos naturales de cualquier campaña), desembarcó este martes de noche en el Estadio Centenario en el lugar que le imponía su historia.
Atrás y como anécdota quedará la interminable final con Plaza, un rival que jerarquizó la conquista en 120 extenuantes minutos, en los que terminaron 1-1 y en que le peleó hasta el último penal por el triunfo en la semifinal (se resolvió después de 18 remates, 8-7), que le hubiera permitido extender la definición dos partidos más a los de Colonia.
Peñarol campeón es el grito que nace del alma del hincha, de ese que sufrió durante gran parte del año, porque como consecuencia de la pandemia tuvo que mirar a su equipo por televisión y muy lejos del cemento, el lugar en donde quienes alguna vez pasaron por allí pueden contarlo con propiedad. Sin embargo, el final de 2021 les recompensó con dos finales, la del Clausura en el Campeón del Siglo y la semifinal del Uruguayo en el Centenario, con 100% de aforo y la respuesta del pueblo aurinegro que agotó casi 100 mil entradas.
Es también el grito de un plantel que le ganó a la adversidad que desde el mismo club sembraron con presiones excesivas por los errores arbitrales, que terminaron sacándolos del foco de la competencia, lo hicieron perder la paciencia, el norte y le pusieron una presión extra en el momento que debían abordar en calma la definición de la temporada.
Es la lección que Larriera le dio al presidente Ignacio Ruglio cuando transformó el "Contra todos" por un "Todos juntos", y para llegar al lugar que querían encontraron los puntos de contacto para unir todas las fuerzas en el lugar justo.
Es la lección de Bengoechea desde su primer día como director deportivo cuando les pidió a los dirigentes que buscaran la unidad para llegar a buen final.
Es el grito de los dos, de Mauricio Larriera y Pablo Bengoechea, quienes guiaron a Peñarol hasta este destino.
Porque atrás de lo que coronaron este martes hay una serie de aspectos que ensalzan la conquista. El título de Peñarol viene acompañado de varias recompensas. Desde lo deportivo, por el valor de alcanzar el campeonato de la forma en que lo consiguió, con un producto dentro del campo que los hinchas cuestionaron y miraron con desconfianza durante los primeros meses, y del que finalmente se enamoraron. Porque ver a Peñarol definiendo jugadas como la del gol de Torres este martes ante Plaza, tras un pase largo de Gargano y una asistencia perfecta de Álvarez Martínez, es un valor agregado que le puso Larriera a este plantel, en el que descubrió que la cantera le sigue dando grandes réditos.
Peñarol se consagró campeón con los pibes que llevaron al equipo a la definición y al título. Que lo pusieron en semifinales de la Sudamericana. Y que devolvieron al club la certeza de que el semillero es el soporte de las grandes campañas.
Peñarol fue campeón rompiendo el molde de su estructura deportiva. Derribando barreras. Rompiendo tabúes y ganándole a la desconfianza. Bengoechea generó estabilidad. Larriera desarrolló con singular suceso el arte de dirigir. Los futbolistas, que jugaron con la camiseta -porque muchos de ellos aprendieron a vivir a Peñarol desde pequeños- y se desempeñaron dentro del campo como hinchas, llevaron el proyecto al lugar que otros 15 clubes lo intentaron, pero no pudieron.
En el año más difícil, en el que el tricampeonato de Nacional tenía un peso insostenible, Peñarol es el mejor.
