Fútbol > TORNEO INTERMEDIO
Peñarol, dueño de su destino
Los aurinegros derrotaron 2-1 a Liverpool y si empatan ante Defensor, ganarán el grupo
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02 de julio de 2017 a las 20:30
El estilo Leonardo Ramos podrá tener cientos de detalles que llaman la atención.
Su verborragia. Aquella vieja cábala de recibir el caramelo de su amigo Carloncho. La vestimenta con el pantalón chupín y saco.
Pero tiene una característica que lo identifica. Es la chapa de su carrera como entrenador. Quiere ganar. No le importa la forma. Quiere ganar.
Su estilo chocó cuando llegó a Danubio. El trayecto estuvo marcado por muchos contratiempos. Pero se fue ganador. "La historia del club la hace el que salió campeón, no el que sale tercero o cuarto. Porque vos podés jugar muy bien pero no te vale de nada jugar bien si después no tenés un título. Nosotros ganamos", le dijo una vez a Referí. Y acotó: "El fútbol lírico es cosa del pasado".
Con esa consigna llegó a Peñarol. El primer torneo del año le fue esquivo. Está claro, tiene la espina clavada.
Y en el segundo se encamina a la definición. Con su sello. Es cierto que jugó partidos donde el equipo lució, pero el objetivo siempre fue el triunfo por encima de todo.
Con esa consigna fue a Belvedere. Una cancha que en los últimos tiempos le resultó incómoda.
Y Peñarol se encontró con un rival que le puso compleja la cosa. Desde el inicio lo presionó impidiendo salir con comodidad. Liverpool lo arrinconó. El equipo se sintió atacado.
Apenas se jugaban cuatro minutos cuando el peligroso Federico Martínez entró dejando gente por el camino y el remate final de Royón se fue apenas afuera.
Liverpool, jugando con dos volnates por afuera y dos por adentro, le copó el medio a Peñarol que no sabía cómo acomodarse.
Pero mire como son las cosas.Cuando la incomodidad lo gobernaba, cuando Junior y Rossi no aparecían, con Petryck atado y Hernández sin subir, con los caminos al arco negrizul cerrados, Nandez se encontró con una pelota y metió un zapatazo de otro partido. La pelota viajó y se metió en el ángulo de Rodríguez para poner en ventaja al carbonero.
Liverpool, lejos de amedrentarse, fue por el empate. Obligó a Guruceaga que tapó un mano a mano a Royón y luego le sacó una pelota a Platero.
Sobre el cierre del primer tiempo Junior Arias le erró a la pelota cuando podía haber liquidado el partido en un contragolpe donde el local quedó mal parado.
Y como en el fútbol no hay mejor táctico que el gol, que derriba todos los sistema, a los dos minutos de iniciado el complemento Peñarol encontró el segundo tanto.
Tiro de esquina, peinada del Cebolla y el joven golero de Liverpool acompañó la pelota sin decidirse. Cuando bajó, pegó en el palo, y terminó en la red.
Liverpool sintió el impacto. Quedó en evidencia que sin Royón, que había salido lesionado a la media hora de juego, no tiene peso arriba. Martínez es más generador que definidor, por lo que quedó todo bajo la responsabilidad de Ramírez.
El trámite del partido se hizo lento, la pelota empezó a deambular. El golero Rodríguez le ahogó el gol a Nandez y luego se lo perdió Gastón Rodríguez.
A diez del final descontó Ramírez para poner a Liverpool en partido. Pero no alcanzaba solo con las ganas. Peñarol manejó el trámite. El aurinegro se terminó llevando los tres puntos de una cancha indómoda y quedó bien perfilado para recibir a Defensor Sporting. Con la final en el horizonte, será dueño de su destino.
Su verborragia. Aquella vieja cábala de recibir el caramelo de su amigo Carloncho. La vestimenta con el pantalón chupín y saco.
Pero tiene una característica que lo identifica. Es la chapa de su carrera como entrenador. Quiere ganar. No le importa la forma. Quiere ganar.
Su estilo chocó cuando llegó a Danubio. El trayecto estuvo marcado por muchos contratiempos. Pero se fue ganador. "La historia del club la hace el que salió campeón, no el que sale tercero o cuarto. Porque vos podés jugar muy bien pero no te vale de nada jugar bien si después no tenés un título. Nosotros ganamos", le dijo una vez a Referí. Y acotó: "El fútbol lírico es cosa del pasado".
Con esa consigna llegó a Peñarol. El primer torneo del año le fue esquivo. Está claro, tiene la espina clavada.
Y en el segundo se encamina a la definición. Con su sello. Es cierto que jugó partidos donde el equipo lució, pero el objetivo siempre fue el triunfo por encima de todo.
Con esa consigna fue a Belvedere. Una cancha que en los últimos tiempos le resultó incómoda.
Y Peñarol se encontró con un rival que le puso compleja la cosa. Desde el inicio lo presionó impidiendo salir con comodidad. Liverpool lo arrinconó. El equipo se sintió atacado.
Apenas se jugaban cuatro minutos cuando el peligroso Federico Martínez entró dejando gente por el camino y el remate final de Royón se fue apenas afuera.
Liverpool, jugando con dos volnates por afuera y dos por adentro, le copó el medio a Peñarol que no sabía cómo acomodarse.
Pero mire como son las cosas.Cuando la incomodidad lo gobernaba, cuando Junior y Rossi no aparecían, con Petryck atado y Hernández sin subir, con los caminos al arco negrizul cerrados, Nandez se encontró con una pelota y metió un zapatazo de otro partido. La pelota viajó y se metió en el ángulo de Rodríguez para poner en ventaja al carbonero.
Liverpool, lejos de amedrentarse, fue por el empate. Obligó a Guruceaga que tapó un mano a mano a Royón y luego le sacó una pelota a Platero.
Sobre el cierre del primer tiempo Junior Arias le erró a la pelota cuando podía haber liquidado el partido en un contragolpe donde el local quedó mal parado.
Y como en el fútbol no hay mejor táctico que el gol, que derriba todos los sistema, a los dos minutos de iniciado el complemento Peñarol encontró el segundo tanto.
Tiro de esquina, peinada del Cebolla y el joven golero de Liverpool acompañó la pelota sin decidirse. Cuando bajó, pegó en el palo, y terminó en la red.
Liverpool sintió el impacto. Quedó en evidencia que sin Royón, que había salido lesionado a la media hora de juego, no tiene peso arriba. Martínez es más generador que definidor, por lo que quedó todo bajo la responsabilidad de Ramírez.
El trámite del partido se hizo lento, la pelota empezó a deambular. El golero Rodríguez le ahogó el gol a Nandez y luego se lo perdió Gastón Rodríguez.
A diez del final descontó Ramírez para poner a Liverpool en partido. Pero no alcanzaba solo con las ganas. Peñarol manejó el trámite. El aurinegro se terminó llevando los tres puntos de una cancha indómoda y quedó bien perfilado para recibir a Defensor Sporting. Con la final en el horizonte, será dueño de su destino.
