Peñarol en canchitas

En los informativos Telemundo y VTV Noticias veo una entrevista con Marcelo Areco, candidato a la presidencia de Peñarol. Me sorprende antes que nada que sea exactamente la misma entrevista, la cual, por carecer de interpelación por parte de algún periodista de ambos noticieros, parece más bien un anuncio publicitario que un reporte informativo.

Areco dice varias cosas que hubieran dado para un cuestionamiento más inquisitivo y profundo pero, podemos suponer, faltó tiempo o ganas de hacerlo.

A raíz de los comentarios del candidato durante el "aviso promocional" surgen varias preguntas: en caso de ser electo y de conseguir llevar a Peñarol a jugar partidos al interior. ¿Serán amistosos, partidos oficiales, por alguna copa internacional? No se informa.

¿Para qué jugar ahí? ¿Cuál es el sentido si acabamos de inaugurar un nuevo estadio? No se indicaron las razones. ¿Con cuál equipo de todos, el de primera, el de tercera, o con los juveniles? Tampoco queda claro.

Puede interpretarse que los viajes al interior imaginados por Areco serían algo así como los que en otros países hacen los circos o las bandas de rock: para hacer algo de plata o promocionar un nuevo disco. También podría interpretarse que la intención es institucional, esto es, promocionar la imagen de Peñarol para aumentar el caudal de socios o la popularidad del club. Quién sabe.

Hay una cantidad de pormenores bastante mayores que atentan de entrada contra los dudosos planes de viaje al interior propuestos por Areco, figurando en primer lugar el estado de las canchas y de los estadios, si así se les puede llamar. Son, en su gran mayoría, un desastre.

Entonces, ¿llevar al equipo a jugar en baldíos agujereados para que los jugadores se lesionen o que la hinchada aurinegra tenga que aguantarse las ganas, como tuvo que hacerlo el domingo pasado en Belvedere por no poder acceder a los baños?

Antes de hacer propuestas tan atractivas como espejitos de colores habría que resolver los graves problemas de infraestructura, de lógica, y de carencia de imaginación del fútbol uruguayo, para lo cual se necesitan dirigentes que tengan soluciones de fondo, visión de futuro, y no circunstanciales paliativos.