Cuesta creer como este Peñarol, que es un alma en pena, sigue siendo el principal candidato a coronarse como campeón uruguayo. Son cosas propias de este particular fútbol doméstico. El aurinegro volvió a tener una pésima presentación y con el Campeonato Uruguayo servido en bandeja, por una increíble derrota de Liverpool ante Racing, dio otro paso atrás.
Ya había dado un paso atrás ante Liverpool, su rival directo. También contra el Nacional más flojo de los últimos años, que lo superó de punta a punta en el trámite pero que no lo supo ganar por los errores de su entrenador a la hora de manejar los cambios. El martes no pudo contra el último del Clausura, Cerro Largo. Apenas sacó un empate. Y este domingo siguió en la misma tónica ante Danubio que lo derrotó 2-1 en Jardines, un equipo de irregular campaña pero que venía entonado por ganarle 3-1 a Nacional en el Gran Parque Central.
La cuestión no es el entrenador. Estos bajones el equipo ya los vivió con Alfredo Arias quien pese a haber ganado el Apertura se tuvo que ir por la puerta de atrás en la segunda fecha del Intermedio.
Darío Rodríguez no fue un cambio que potenciara el nivel general del equipo, aún con un fuerte período de pases de por medio.
Y el menos responsable de lo que se vio este domingo es Juan Manuel Olivera quien preparó el partido a partir del jueves y que allanó la llegada de Marcelo Broli que se concretará este lunes.
Peñarol se encomienda a un entrenador de`primer nivel pero padece problemas de fondo que parecen difíciles de superar con escaso tiempo de trabajo.
Hay rendimientos individuales que llaman la atención y ausencias que son imposibles de disimular.
Matías Aguirregaray -aún con un par de cierres oportunos en el segundo tiempo-, Carlos Sánchez y Ángel González son jugadores que no han dado la talla. Por nombrar solo algunos.
Con todos los altibajos que ha tenido, Peñarol extraña a Hernán Menosse en la zaga (no a Maximiliano Olivera cuyos últimos rendimientos fueron paupérrimos) y la falta de Sebastián Rodríguez por acumulación de amarillas hizo que el equipo deambulara por la cancha sin orden, sin concepto, sin ideas. Sin nada.
Olivera colocó a dos centrodelanteros que quedaron completamente aislados del resto del equipo.
Y Danubio, con la zurda de Alejo Cruz que le ganó los duelos a Matías Aguirregaray y aprovechando un fortuito gol de rebote de Kevin Lewis se le puso en ventaja.
Esa dosis de fortuna del equipo de Mario Saralegui se apoyó en méritos futbolísticos. Cada vez que Danubio se asoció por los carriles centrales, forzó a la zona media de contención de Peñarol a pegar duro. Coelho y Damián García (otra vez el mejor del equipo) terminaron con amarilla y Nahuel Herrera metió un patadón de amonestación, aunque Leodán González no cobró ni falta.
Y sobre el filo del primer tiempo llegó una jugada que refleja a las claras lo que es este Peñarol. Un equipo que padece algunas lagunas de concentración insólitas.
En un tiro libre lejano, el Colo Romero picó en diagonal a las espaldas de un Carlos Sánchez que ni se enteró y bien habilitado por Leandro Sosa tuvo tiempo para enganchar ante Herrera y ver pasar a Coelho, quien llegó tarde a cubrir a su compañero de zaga. El ex Nacional la acomodó con gran calidad al segundo palo.
Durante toda la temporada, la hinchada de Danubio se le caía encima cada vez que tocaba la pelota. En cuatro días el Colo se los metió en el bolsillo con goles y triunfos a los dos grandes.
Para el segundo tiempo, Olivera sacó al Cepillo González -uno de los pocos de los que se puede esperar que genere algo en este equipo- y puso al argentino Ángel González que nuevamente aportó poco y nada.
El equipo descontó aprovechando un error posicional de Lucas Ferreira, pero no fue hasta el minuto 88 cuando llegó por primera vez en bloque y con la pelota a ras del piso.
Y así es imposible.
Peñarol sigue cuatro puntos abajo de Liverpool en el Clausura y uno arriba en la Anual donde Defensor Sporting se puede quedar a tres si este lunes le gana a Boston River.
El aurinegro tenía servida una ventaja de cuatro puntos en la Anual y apretar en el Clausura. Pero sus propias limitaciones lo tienen envuelto en una nube de dudas.
El equipo hace fuerza para no salir campeón uruguayo y a esta altura parece más probable que lo logre más por defectos ajenos que por méritos propios.
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