En casi un año de trabajo, el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) ha realizado decenas de proyecciones y pronósticos, que quedaron plasmados en documentos oficiales, titulares de prensa y posteos en Facebook o Twitter.
Pero de todas las predicciones fruto del trabajo conjunto de los mejores médicos, epidemiólogos, biólogos, matemáticos e ingenieros del país, pocas han sido tan proféticas como las que salieron de boca de sus dos principales coordinadores, los doctores Rafael Radi y Henry Cohen, que sobre fines de enero alertaban sobre cómo la polarización política podía asociarse directamente a un aumento de casos y muertes por covid-19. Incluso investigaciones académicas publicadas en revistas de prestigio y revisadas por pares advertían que la alta polarización podía ser un buen predictor de alta incidencia de contagios y menor control de la epidemia.
Dos meses después de las advertencias del GACH, Uruguay ingresó a la fase más crítica de la pandemia en un contexto de creciente crispación política y pase de facturas entre diversos protagonistas de la gestión pública.
En el medio del fuego cruzado quedaron esta semana los propios médicos, a partir de una campaña en redes sociales de su sindicato que comenzó a circular el pasado fin de semana para exponer el grado de saturación del sistema de salud. El Comité de Crisis del SMU compartió entre sus afiliados un video de ejemplo que mostraba cómo filmarse "para hacer la campaña" y recomendó enviar el material del personal de la salud a los grupos de Whatsapp con integrantes que no sean médicos "para generar la viralización" buscada y también "impacto", señalaba el mensaje.
La campaña fue cuestionada y las críticas volvieron a poner en el centro de la polémica al Sindicato Médico del Uruguay (SMU), que en los comienzos de la pandemia ya había quedado golpeado por su propuesta de la cuarentena obligatoria, que provino especialmente de su secretaria médica e infectóloga Zaida Arteta. Sin embargo, el presidente Luis Lacalle Pou rechazó el planteo.
En los últimos meses, y con el progresivo deterioro de la situación sanitaria, el SMU volvió a la carga con el reclamo de mayores medidas restrictivas. El pasado 15 de marzo una delegación del sindicato y algunas sociedades científicas, encabezada por Arteta, se reunión con el ministro Daniel Salinas, para pedirle que desde el gobierno se apliquen medidas para bajar la cantidad de casos diarios para cuidar a la población, al personal de salud y evitar la saturación del sistema sanitario. Arteta dijo a La Diaria que el sistema de salud “está empezando a tensionarse en varios puntos” por la cantidad de test que se solicitan a diario y por el número de camas de unidades de cuidados intensivos ocupadas, entre otros aspectos.
Una semana después el SMU realizó una conferencia de prensa en la que su presidente, Gustavo Grecco, leyó una carta en nombre de la comunidad científica en la que le pidió al Poder Ejecutivo que tome medidas para reducir la movilidad para "evitar más muertes, enfermedad y dolor", similares a las que el gobierno adoptó al comienzo de la pandemia, en marzo de 2020.
Luego de la conferencia dos sociedades –la Sociedad de Gastroenterología del Uruguay y la Sociedad Uruguaya de Patología Clínica–salieron a aclarar que habían sido incluidas en el comunicado sin su consentimiento, y que si bien comparten la preocupación por la situación sanitaria, no aceptaban ser incluidas sin su autorización.
Todo ello en un contexto de cercanía de elecciones en la interna sindical, que enfrentará a la agrupación Fosalba –actualmente la mayoría que conduce al SMU– y al bloque Juntos, una coalición de corrientes opositoras que dicen ir en busca de un sindicato "menos ideologizado".
Mientras que desde el oficialismo, y en particular desde el Partido Nacional, acusaron al SMU de "jugar con el miedo de la gente" en busca de "rédito político", la oposición se aglutinó en defensa de los médicos y cuestionó que integrantes del gobierno cargaran contra los profesionales de la salud en un momento de pico de casos y tensión sobre el sistema sanitario.
Los cruces tuvieron como uno de sus principales protagonistas al presidente Lacalle Pou. Es que luego de vacunarse este lunes 29 en el Hospital Maciel, el mandatario fue consultado en rueda de prensa sobre los reclamos de medidas más restrictivas por parte de organizaciones médicas y de científicos.
Ante los medios, Lacalle Pou volvió a cuestionar al SMU por haber pedido hace un año la cuarentena obligatoria, aunque en este caso no fue una de las medidas solicitadas por ese colectivo.
“Ahora, si se sigue tirando la piolita, si se siguen tomando medidas, lo que se va a pedir entonces es cuarentena obligatoria. Bueno, el gobierno no va a establecer la cuarentena obligatoria porque no cree en un estado policiaco porque no cree que haya que aplicar medidas prontas de seguridad. Si ese es el final de todo el camino, no va a haber cuarentena obligatoria”, respondió el presidente.
La primera alerta fue en enero. La llegada de la primera ola y el consiguiente aumento de casos había introducido una fuerte discusión en el ambiente político sobre las medidas a tomar, y hasta en el GACH aparecían señales de disenso, desgaste y disconformidad.
"En el GACH somos un conjunto de académicos con opinión independiente y naturalmente conversamos con el gobierno. La polarización política es un factor de riesgo en la pandemia y nosotros estamos por afuera. El GACH trabaja con el gobierno, no trabaja para el gobierno, acá no hay lugar a la confusión, nosotros trabajamos para la sociedad", zanjó Radi el 27 de enero, entrevistado por Telenoche.
Pocos días antes, Cohen había señalado en entrevista con El País, que el GACH había sido "la garantía de la no polarización" y que había que "cuidar ese tema". "Yo como médico tengo una obligación: tratar de evitar la enfermedad, cuidar a los pacientes, acompañar. Los científicos deben evitar polarización política", comentó por ese entonces el coordinador del área salud del órgano asesor del gobierno.
Según lo constatado por diversos análisis científicos internacionales –algunos de los cuales incluso analizaron el caso de Uruguay en 2020–, la polarización política impacta en el manejo de la pandemia en la medida que, por un lado, erosiona la confianza en las medidas del gobierno y, por otro, afecta la toma de decisiones de las personas a cargo de la gestión sanitaria.
La psicóloga Alejandra López, integrante del Observatorio Socioeconómico y Comportamental del GACH, dijo este miércoles en radio Sarandí que los datos de febrero no sugerían "diferencias significativas" en los comportamientos según filiación política, aunque señaló que esperaban procesar los datos de marzo para evaluar si el panorama cambió con el mayor número de casos y la polarización de las últimas semanas.
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