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Por primera vez en medio siglo, la ONU realizará una conferencia para abordar la crisis del agua

La problemática subyacente al cambio climático no está cubierta por ningún tratado mundial ni es competencia de ningún organismo especializado de Naciones Unidas
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21 de marzo de 2023 a las 05:00

Inundaciones, sequías, olas de calor y tormentas ciclónicas, entre otros fenómenos climáticos extremos, atraen la atención de los medios en todo el mundo. Sin embargo, la crisis subyacente del agua no lo hace. Para poner de relieve el tema y analizar alternativas, Naciones Unidas (ONU) convocó por primera vez en muchos años a una conferencia internacional para analizar la crisis que por exceso o escasez registra la llamada “sangre vital” del planeta.

"La cumbre del agua debe desembocar en un ambicioso programa de acción que le otorgue al problema el compromiso que se merece", señaló el secretario General de la ONU, Antonio Guterres, con relación a la convocatoria, la primera desde la concretada en 1997 en la ciudad argentina de Mar del Plata para abordar un tema que no está cubierto por ningún tratado mundial ni es competencia de ningún organismo especializado de la ONU.

"Es la primera vez en casi medio siglo que el mundo se reúne en torno a la cuestión. Es ahora o nunca. Hemos roto el ciclo del agua y no queda tiempo por perder", afirmó en declaraciones a la agencia AFP Henk Ovink, enviado especial de los Países Bajos, coorganizadores junto con Tayikistán de la conferencia que se desarrollará en Nueva York desde este semana con la participación de unos 6.500 especialistas, 20 Jefes de Estado, decenas de ministros y cientos de representantes de la sociedad civil y el mundo empresarial.

"Estamos extrayendo demasiada agua del suelo, estamos contaminando el agua restante, y ahora hay tanta agua en la atmósfera que está afectando a nuestras economías y a nuestra gente debido al cambio climático", agregó el Ovnik. El resultado es demasiada agua por un lado y poca por otro, con inundaciones y sequías que aumentan y se multiplican en todo el mundo al compás del calentamiento global causado por las actividades humanas.

Según la ONU, 2.300 millones de personas viven en países con estrés hídrico. Además, en 2020, unas 2.000 millones no tenían acceso a agua potable, cerca de 3.600 millones carecían de instalaciones sanitarias y 2.300 millones no pueden lavarse en sus casas. Los expertos advierten que estas situaciones favorecen la aparición de enfermedades.

La problemática, además, está muy lejos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados (ODS) por la ONU en 2015, que incluyen garantizar el acceso generalizado a servicios de agua y saneamiento hacia 2030.

"Necesitamos desarrollar una nueva economía del agua que nos ayude a reducir el despilfarro, hacer un uso más eficiente del agua y permitir una mayor equidad en el acceso a este recurso básico”, comentó la directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, coautora de un reciente informe que advierte de "una crisis sistémica derivada de décadas de mala gestión humana del agua".

En este contexto, los especialistas aseguran que los gobiernos no deben contentarse con progresos graduales. “Debemos planificar una transformación profunda de nuestra gestión del agua en una nueva realidad climática para asegurarnos que existan soluciones concretas", consideró Ani Dasgupta, responsable del grupo World Resources Institute. "Asegurar el agua para nuestras sociedades en 2030 costaría poco más del uno por ciento del producto bruto mundial", agregó la oenegé en la previa de la conferencia.

Los especialistas subrayan que el rendimiento de las inversiones sería inmenso, desde el crecimiento de las economías hasta el aumento de la producción agrícola, pasando por la mejora de la vida de las comunidades pobres y vulnerables. Inversiones que califican de “esenciales” de cara a un panorama mundial que habla de la muerte un niño menor de cinco años cada ochenta segundos a causa de enfermedades provocada por el agua contaminada y cuando cientos de millones más crecen con perspectivas de vida disminuidas.

“Para empeorar las cosas, hemos entrado en un círculo vicioso en el que la interacción de la crisis del agua, el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad exacerban los tres fenómenos”, destacaron días atrás en un artículo publicado en Project Syndicate por Mariana Mazucato, profesora de economía de la innovación y el valor público en el University College de Londres, en coautoría con Okonjo-Iweala, Johan Rockström y Tharman Shanmugaratnam, los dos últimos copresidentes de la Comisión Global sobre la Economía del Agua.

“Como copresidentes de la Comisión Global sobre la Economía del Agua, hacemos un llamado a la acción colectiva para superar la crisis del agua. Debemos organizar una respuesta que sea más audaz, más integrada entre sectores, más interconectada a nivel nacional y mundial, y más equitativa. Nuestro trabajo demuestra que esto requerirá una nueva economía del agua, así como una estrategia integral”, señala el texto.

Los autores destacan que ningún país puede depender de su propio territorio para satisfacer sus necesidades. “El agua dulce proviene en última instancia de la precipitación, que depende de la presencia de océanos estables, bosques intactos y ecosistemas saludables. Sin embargo, la capacidad de los sistemas terrestres y oceánicos para generar agua se está desestabilizando”, advierten los autores en línea con las investigaciones científicas.

En este contexto, muchos expertos consideran fundamental reconocer el ciclo global del agua como un bien común y gestionarlo en consecuencia. Un enfoque que debería abarcar todas las funciones clave que desempeña el agua en el bienestar humano. “Eso significa tratar el agua segura para uso doméstico como un derecho humano y actuar colectivamente para estabilizar el ciclo hidrológico global mediante la gestión del uso del agua en la industria”, advierte el trabajo publicado en Project Syndicate.

La idea implica aumentar las inversiones a través de nuevas asociaciones público-privadas y garantizar que el valor creado colectivamente se comparta. “Debemos dejar de subvaluar el agua. Con precios adecuados y apoyo específico para los pobres, el agua se usaría de manera más eficiente, de manera más equitativa en todas las comunidades y de manera más sostenible tanto a nivel local como global”, señala el artículo

Según el trabajo, se deberían eliminar gradualmente unos US$ 700 mil millones anuales en subsidios a la agricultura y al agua, los que “a menudo fomentan un consumo excesivo y otras prácticas dañinas”, lo que liberaría recursos significativos con los que se podría incentivar la conservación del agua y apoyar directamente a los pobres. “Debemos establecer asociaciones para garantizar que los países de ingresos bajos y medianos puedan invertir en el acceso al agua, la resiliencia y la sostenibilidad, de manera que contribuyan tanto a sus objetivos de desarrollo nacional como al bien común mundial”, precisa el artículo.

El enfoque, según los expertos, ayudaría a reunir flujos de financiamiento, no solo al reorientar los subsidios ineficientes hacia mejores usos, sino que también permitiría que los bancos multilaterales de desarrollo aprovechen las finanzas públicas y atraigan más capital privado. “Los rendimientos económicos de las inversiones superarían ampliamente sus costos, especialmente si están diseñados para maximizar las sinergias con iniciativas para abordar el cambio climático y lograr un crecimiento más inclusivo”, agrega el texto.

La lectura señala que fortalecer los sistemas de almacenamiento de agua dulce requerirá gestionar en forma adecuada los humedales y los recursos de agua subterránea que se están agotado peligrosamente. “El desarrollo de una economía urbana circular orientada al reciclaje para el agua creará una nueva lógica para el tratamiento de aguas residuales industriales y urbanas”, dicen los autores.

Por lo pronto, la convocatoria realizada por la ONU apunta a establecer un acuerdo multilateral para gestionar los recursos hídricos. Hoy, el sistema está muy fragmentado y, según los expertos, es inadecuado para enfrentar el desafío. “Una herramienta útil es la política comercial. Al incorporar estándares de conservación a los acuerdos comerciales, podemos alentar prácticas más sostenibles y desalentar los subsidios de derroche de agua”, concluyen los autores del artículo.

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