¿Por qué América Latina sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo?

Según el organismo, el 10% de la población más rica del continente se queda con el 55% de los ingresos y el 77% de la riqueza, mientras que el 50% más pobre recoge el 10% de los ingresos y solo el 1% de la riqueza. La CAF también señaló que otras metodologías para medir la concentración de la riqueza en América Latina confirman este patrón.

Pese a que en los últimos años muchas personas han logrado superar el nivel educativo de sus padres, estos progresos no se dan de igual manera en otras áreas neurálgicas para la movilidad social, como la laboral o la de ingresos.

Durante el siglo XX, América Latina logró una expansión educativa significativa, pero esto “no fue suficiente” para mejorar la situación de vida de las generaciones que sí pudieron acceder a la educación, se explayó el análisis. Uno de los mayores desafíos para el continente radica en que los hijos de las personas no universitarias puedan egresar de la educación terciaria.

“La fracción de hijos de padres no universitarios que sí logra finalizar estudios universitarios es aún muy baja en la región, ya que apenas supera el 10%”, profundizó el estudio. Sin embargo, la CAF también indicó que los hijos que sí logran ser universitarios y romper con la realidad de sus padres no necesariamente alcanzan oportunidades laborales que les permita acceder a una mejor situación socioeconómica.

“Esto puede sugerir tanto que los progresos educativos no han sido suficientes, como que la estructura económica de la región no está logrando absorber o premiar esos mayores niveles educativos”, explica el estudio.

La desigualdad en el continente es “persistente” y está anclada en la cultura regional “profundamente”, donde la trasmisión de generación en generación es esencial para entender esta consolidada realidad, explica el documento.

“La escasa movilidad social es un problema importante para América Latina y el Caribe. Y no lo es solo por sus consecuencias sobre la equidad, sino también por su impacto en otros componentes centrales del desarrollo económico, como el crecimiento y la estabilidad político-institucional”, dijo Dolores de la Mata, coautora del reporte y economista principal de la Dirección de Investigaciones Socioeconómicas de CAF.

“La falta de movilidad social tiende a alterar los incentivos al esfuerzo y a distorsionar la asignación del talento humano, afectando por esas vías a los niveles de productividad y al crecimiento”, desarrolló De la Mata.

La experta puntualizó, además, que la desigualdad “puede corroer la confianza entre los ciudadanos y en las instituciones”.

Según la CAF, alrededor del 45% de las nuevas generaciones habitan en la misma zona geográfica que sus padres, y más de un tercio de los encuestados vive, incluso, en la misma vivienda que sus progenitores.

“Emparejar las oportunidades laborales requiere, en buena medida, disminuir las desigualdades entre regiones y entre distintas zonas al interior de las ciudades de la región”, afirmó Lucila Berniell, también coautora de la publicación y economista principal de la Dirección de Investigaciones Socioeconómicas de CAF.

“Diferentes políticas pueden colaborar en este objetivo, como aquellas que mejoran la infraestructura urbana básica y los equipamientos clave para la provisión de servicios de educación, salud, seguridad pública, entre otras”, concluyó la experta.