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Por qué no hace falta que lo sepas todo sobre la vida de tu empresa

La transparencia es indispensable, pero llevarla a extremos insospechados lleva al estrés improductivo y a la ineficacia de quien maneja un material sin valor
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04 de febrero de 2019 a las 12:07

Hace algunos días el fundador y CEO de Tesla, Elon Musk, enviaba un memorando a su plantilla a la una y veinte de la madrugada, comunicando algunas estrategias de la compañía y avisando sobre la posibilidad de algunos despidos. The Wall Street Journal, que se hacía eco de esta carta de Musk a sus empleados, dudaba de la efectividad de este tipo de comunicación y criticaba el hecho de que el fundador de Tesla no tenga filtro (horario en este caso) para dirigirse a quienes trabajan con él.

Dejando aparte el derecho de desconexión, el peligro de los rumores en el lugar de trabajo o las supuestas cualidades como verdadero líder que denota este tipo de comunicación, cabe preguntarse si en cualquier organización es necesario saberlo todo, a la hora que sea, como sea. La cuestión es si merece la pena estar enterado de todo; si compensa formar parte del grupo de personas que acceden a una información supuestamente estratégica e imprescindible que la mayoría de las veces queda en nada y resulta insana, preocupante e ineficaz. Carlos Recarte, socio director de Recarte & Fontenla executive search, considera que "con esa comunicación a la 1,20 de la madrugada, Elon Musk está estresando a su compañía. Y la información igual para todos no es un buen ejemplo de liderazgo. No es lo mismo el comité de dirección (donde se resuelven los problemas) y como no lo son los niveles inferiores, donde hay que ir filtrando. En casos como este lo que se consigue es generar estrés y adelantar cuestiones que luego no ocurren".

CEO y fundador de Tesla, Elon Musk

Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, coincide en que, ante la duda, en una organización es mejor pecar por exceso en dar información que no darla. La transparencia ha de ser un valor en sí mismo que no perjudica. Pero esto no vale para todos los niveles de la organización por igual. No es semejante el comité de dirección que los becarios de la compañía. Algunos han de estar informados acerca de lo más estratégico y a otros les debe bastar con grandes cifras sobre la compañía comunicadas periódicamente. En todo caso, hay que evitar que, en situaciones difíciles y comprometidas para la organización, se caiga en la ambigüedad porque ésta genera rumores e incertidumbres. La desinformación o la no información pueden ser muy perjudiciales".

Por su parte Juan San Andrés, consultor de dirección en organización y RRHH, cree que "un estilo comunicativo como el de Musk desactiva el poder que en muchas empresas tienen algunos círculos de personas allegadas al poder que cuentan con información privilegiada que administran para su beneficio. Estos círculos existen en casi todas partes y son personas que adquieren un poder añadido al de su puesto sólo por saber cosas que aún no sabe la mayoría".

Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, asegura que "ese tipo de mensajes de madrugada a los empleados, aunque parezca moderno porque utiliza algún medio digital, es algo que ya hacían otros directivos y dueños de empresas muy tradicionales de la década de 1980. Han cambiado las formas, pero no los comportamientos. Podría decirse que lo que ha cambiado es la forma de relacionarnos con 'la empresa".

Pérez añade que "hasta que llegó la obsesión de la reingeniería empresarial, las modas de management de los admiradores de Gordon Gekko (el personaje interpretado por Michael Douglas en la película Wall Street) y el achatamiento del organigrama, todo era bastante sencillo, bastaba con fijarse en lo que decía el de arriba y vigilar a los que estaban abajo. Todo era mucho más lineal. Hoy estamos obligados a observar en todas direcciones. No basta con hablar de los resultados de fútbol en la máquina de café. Hay que estar pendiente de lo que sucede en la sede de Reino Unido, porque se puede producir un efecto mariposa y un reajuste en el departamento de IT de Londres puede afectar a los programadores de Sant Cugat del Vallés. Y si no está al tanto, puede ser el próximo en caer".

Necesidad y virtud

Para Jesús Vega, experto en recursos humanos, "todo lo que no es relevante, sobra. La información es necesaria, sobre todo la que precisamos para hacer nuestro trabajo y que nos dé contexto para hacerlo y desarrollarnos como profesionales. Tener más información de contexto implica contar con más criterio para decidir y adelantarnos, pero todo esto se exagera y se lleva a extremos insospechados en las grandes empresas, donde es más común que haya profesionales dispuestos a medrar con la información. En las grandes organizaciones es posible encontrarse con asuntos que en realidad no importan a nadie, pero hay quien está dispuesto a manejarlos y comerciar con ellos".

Marta Romo, socia de la consultora española Be-Up, cree que "es sano informar, pero el problema está en que en este mundo en el que cambia todo muy rápido y la incertidumbre es una constante, hay que reposar determinadas informaciones para asegurarse que son válidas y reales, porque pueden cambiar. Es fundamental manejar bien los tiempos. Ofrecer información es un buen antídoto contra la inestabilidad y el malestar que puede generar la incertidumbre y el ritmo de cambio acelerado, pero debemos plantearnos qué beneficios y perjuicios tiene el hecho de que formemos parte de ese grupo de gente que siempre se entera de todo en la compañía y accede a información supuestamente estratégica que en el 80% de los casos ni lo es ni se cumple".

Romo añade que "el hecho de estar sometido a información que la mayor parte de las veces no se cumple puede generar malestar y escepticismo. Y esto conduce a medio plazo a reducir motivación e incluso productividad. También ayuda a que las personas que están más informadas estén preparadas para interpretar la información estratégica y tengan una visión global para comprender por qué pueden no suceder algunas cosas o no llegar a término. Que sepan mirar más allá de la simple información. Los beneficios aparecen cuando se da a quienes conocen de antemano la información y la posibilidad de contribuir a esa estrategia. Pueden aportar otras visiones y sentirse partícipes de algo más grande, más allá de su rol como empleado".

Vega explica que "si se analiza el trabajo diario de muchos profesionales se observará que más de la mitad del tiempo se dedica a obtener y manejar información que en realidad no tiene valor. Demasiada información implica una cultura corporativa que se ha convertido cada vez más en política. Lo saludable es que la gente se centre en el negocio, en los clientes, que la estrategia sirva como medio de hacer cosas y no como impedimento que lleva a no hacerlas". Concluye que "la transformación digital ha descubierto muchas vergüenzas: departamentos y funciones innecesarios que se dedican a negociar con una información que no sirve para nada".

¿Hasta qué punto es bueno que sepamos demasiado acerca de nuestra compañía? Marta Romo asegura que "la transparencia es un valor en auge en el mundo de las organizaciones. Cada vez tenemos más información sobre lo que acontece fuera y dentro de nuestros entornos de trabajo, y ofrecer información o 'demasiada información' es positivo. Lo que marca la diferencia es cómo se traslade esa información e incluso cuándo (sobre todo viendo las horas en las que envió el correo electrónico Elon Musk). Mandar un correo a esas horas transforma el email en incendiario. De un lado podemos pensar que Musk ha remitido ese correo en un momento de enfado, sobre todo conociendo sus excentricidades. Sin embargo, seguramente ha sido totalmente pensado y calculado. En su mensaje pide un esfuerzo extremo a sus empleados, habla de que hay que trabajar más y que deben sacrificarlo todo por la misión de Tesla. Y lo que está haciendo es dar ejemplo y ser coherente con lo que está pidiendo".

Una nueva posición

Andrés Pérez opina que "hoy progresan quienes, en lugar de comer un menú del día con los compañeros, se quedan en la oficina compartiendo una ensalada de quinoa con los de un escalón superior". Añade que no somos empleados, sino proveedores de servicios: "Hoy todas las empresas son de trabajo temporal, y por eso debemos estar pendientes de lo que ocurre en ese mercado, ese ecosistema a pequeña escala para el que estamos trabajando. Nuestro jefe es el consumidor de nuestro producto. La empresa que nos paga la nómina es el cliente. Los compañeros son la competencia, pero también pueden ser los aliados o los prescriptores. Por eso hay que estar revisando siempre cómo cambian las necesidades de cada uno, detectar si hay una modificación de prioridades y saber adaptarse a ello".

Pérez concluye que "si un profesional por cuenta ajena se limita a hacer su trabajo pero se mantiene desinformado de los cambios y los movimientos más o menos invisibles de la organización, tiene todas las papeletas para quedarse fuera de juego. A diferencia del mundo exterior a la empresa, en el que la información y la desinformación están al alcance de cualquiera, en las organizaciones todavía funciona aquello de la información es poder y esta circula por los canales más tradicionales, persona a persona, cara a cara o, como mucho, mediante una llamada telefónica o un correo electrónico discreto".

Fuente: Expansión - RIPE

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