El militar retirado Enrique Uyterhoeven, quien integró el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), que funcionó durante la dictadura, fue procesado con prisión este martes luego de que la jueza a cargo del caso, Ana de Salterain, confirmara su responsabilidad en torturas cometidas en el centro de detenciones que funcionaba en La Tablada.
Según señala la resolución, fue autor y coautor responsable en delitos de privación de libertad, abuso de autoridad y lesiones graves, informó La Diaria. A su vez, continúa siendo investigado por una causa que indaga abusos sexuales contra 28 mujeres detenidas y otra por las desapariciones de los comunistas Miguel Mato, Omar Paitta y Félix Ortiz en el mismo período.
En octubre de 2020, Uyterhoeven reconoció ante la Justicia que en La Tablada, donde operó OCOA entre los años 1977 y 1983 –y, se estima, estuvieron secuestradas unas 240 personas–, se cometieron torturas, castigos físicos y psicológicos a detenidos políticos.
Durante su participación, dijo, se realizaban interrogatorios que respondían a órdenes superiores, en las que siempre había un comandante del Ejército constatando la actuación. Sin embargo, la entonces militante comunista Ivonne Klinger replicó a La Diaria que “las torturas eran todos los días a toda hora” y que el superior "aparecía muy cada tanto".
“Él (por Uyterhoeven) me detuvo en la calle. Yo lo vi, y después lo pude ver de nuevo en el juzgado. Es una persona que sabe mucho de lo que sucedió ahí con los compañeros desaparecidos”, dijo acerca del militar, sobre quien, asegura, era el jefe.
Aunque Uyterhoeven aclaró que en esos operativos no había intención por parte de los militares de matar a los comunistas detenidos, reconoció que aplicaban la reconocida táctica del submarino para "dar la impresión de que no podían respirar". También admitió que por ese entonces los familiares de los desaparecidos desconocían la ubicación de sus parientes, pero no pudo explicar la razón que llevó a configurar ese centro como clandestino.
El excapitán, miembro del organismo entre marzo de 1981 hasta principios de 1982, declaró haber convencido a la expresa política Hilda Diez, también comunista, para que colaborar con la OCOA. Ambos mantuvieron una relación. Según contó, le planteó que debía eliminarse toda la estructura de la Unión de Jóvenes Comunistas y comenzar una nueva estructura con gente no conocida. “Esa fue la excusa que le di para que ella comenzara a hablar conmigo. Allí ella comenzó a hablar, incluso escribió a máquina un informe que yo controlaba”, declaró.
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