Las redes internacionales son la vía para conseguir oportunidades en el extranjero.

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Qué es lo que estimula la fuga de cerebros de Uruguay y la advertencia sobre cómo impacta en la economía

Estudio del Instituto de Economía de Udelar demuestra que los doctorados muy satisfechos con su trabajo tienen 60 puntos porcentuales menos posibilidades de irse del país que sus pares muy insatisfechos
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02 de enero de 2023 a las 05:00

Cada 100.000 habitantes de Uruguay, hay una minoría que se cuenta con los dedos de una sola mano y es capaz de generar el mayor nivel de conocimiento: los doctores. No como sinónimo de médico o de abogado, sino aquella elite que consiguió el tercer grado universitario (primero licenciatura, luego maestría y por último doctorado). Pero un nuevo estudio del Instituto de Economía de la Universidad de la República demostró que decenas de esos talentos tienen intenciones de dejar el país: porque su trabajo está poco relacionado con lo que estudiaron, por el área de desempeño, por tener investigadores junior a cargo y, sobre todo, por insatisfacción laboral (más allá del dinero).

La llamada “fuga de cerebros” —como se conoce a esta elite que cotiza en los equipos de investigación e innovación y decide irse de su país— es un dolor de cabeza incluso para los países más desarrollados. Pero en Uruguay, donde casi un tercio de los jóvenes manifiesta su intención de dejar el país, la tendencia se agrava. Por ejemplo: la quinta parte de los doctorados que residen en Uruguay manifiesta querer irse a otro destino, al menos por un tiempo.

Aquellos doctorados que están “muy satisfechos” con sus trabajos tienen 60 puntos porcentuales menos intención de emigrar que sus pares “muy insatisfechos”. Quienes estudiaron Ciencias Sociales son 11 puntos porcentuales más proclives a irse del país que sus colegas de Ingeniería o Tecnología. Las mujeres tienen cinco puntos porcentuales menos de chances de querer irse que los varones. Y los que ya vivieron en el extranjero cuentan con siete puntos más de posibilidades.

Así lo constata un estudio liderado por Luciana Méndez y Sofía Santín, quienes concluyeron que “los investigadores que declaran estar muy insatisfechos con el trabajo son más propensos a informar la intención de emigrar”. Pero, a diferencia de lo que muchos podrían asociar a la satisfacción laboral, las autoras encontraron que los “investigadores uruguayos valoran los aspectos no pecuniarios del trabajo, lo que a su vez afecta su intención de migrar”.

Tras el análisis en profundidad de los resultados del primer censo de doctorados que se había realizado hace un lustro, y teniendo en cuenta el seguimiento de un panel y un conjunto de ecuaciones que permitieron quitar la influencia de unas variables sobre otras, el estudio de Méndez y Santín consigue afirmar que entre las personas más calificadas circula la información de oportunidades laborales por las propias redes internacionales de sus labores, lo que hace que en la bolsa de opciones entren aspectos como la autonomía para investigar, la posibilidad de financiar proyectos, la infraestructura, y el salario.

Una primera versión del estudio, que fue presentado a principios de diciembre en el congreso de la Asociación Latinoamericana de Población, advierte que “si la intención de los investigadores a emigrar termina concretándose, la fuga de cerebros podría ser una gran preocupación para Uruguay, ya que el desarrollo económico podría verse comprometido”. 

La Universidad de la República había advertido en junio, cuando ingresó el proyecto de ley de  Rendición de Cuentas, que la principal retención de docentes, el régimen de dedicación total, cuenta con 53 solicitudes aprobadas académicamente pendientes de financiación. La mayoría de ellos tiene título de doctorado.

La cifra de estudiantes de posgrado (maestrías y doctorados) en la Udelar viene en aumento en la última década. En diez años casi se duplicó el egreso (la titulación) de estos profesionales más especializados.

Esa política de posgrados, junto al régimen de dedicación total, son algunos de los elementos que atraen a los jóvenes uruguayos que se fueron a estudiar al exterior y, a la vez, previene la exportación de cerebros, había dicho el rector Rodrigo Arim.

El censo de doctorados ya había advertido que más de la cuarta parte de la elite de investigadores uruguayos reside en el extranjero. Y que más del 60% se formó en una universidad fuera del país.

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