El Banco Central del Uruguay (BCU), corrigió mínimamente a la baja sus proyecciones de crecimiento para la economía uruguaya en 2021, y modificó ligeramente al alza su pronóstico de inflación para cierre de año.
El informe de Política Monetaria correspondiente al primer trimestre publicado este jueves, estima que la economía local crecería 3,5% este año en lugar de 3,6%, y lo haría un 3,1% en 2022.
La autoridad monetaria indicó que “se mantiene un alto nivel de incertidumbre en la proyección del PIB, asociado a la velocidad y magnitud de la recuperación luego del shock vinculado a la pandemia”.
Según el BCU, los indicadores adelantados de actividad dan cuenta que a inicios del trimestre “se habría profundizado” el enlentecimiento de la economía observado en los últimos meses de 2020. Sin embargo, esa tendencia se revirtió en marzo para algunos indicadores que mostraron mejoras significativas, como exportaciones de bienes, importaciones de bienes de capital y energéticos, y algunos indicadores de consumo.
Al mismo tiempo, en marzo “la confianza de los consumidores se redujo fuertemente como consecuencia del deterioro de la situación sanitaria, lo que cuestiona la sostenibilidad de la recuperación de los indicadores de consumo”, dice el reporte.
A nivel sectorial, todos los sectores muestran signos de reactivación, aunque a velocidades diferentes. El agro y la industria manufacturera han sido de los primeros en recuperarse, mientras que el comercio y los servicios se encuentran más rezagados y exhiben comportamientos diversos, destaca el BCU. “De esta forma, coexisten actividades con una evolución positiva, como las telecomunicaciones, por el uso intensivo de datos durante la pandemia, y la construcción, por el inicio de las obras vinculadas al ferrocarril central y UPM II, junto a otras aún muy afectadas, como el turismo y las actividades de entretenimiento”, señala el reporte.
En relación al comportamiento futuro de la inflación, en el escenario base el BCU proyecta que al cierre de año se ubicaría en 6,3%, desde un 6% previo, y en 5,2% final del horizonte de política (24 meses).
El informe explica que en los primeros trimestres los principales factores macroeconómicos que contribuirían al proceso de desinflación serían la dinámica del tipo de cambio, más moderada que la observada en 2020, y la mayor capacidad ociosa, reflejada en la persistencia de una brecha PIB negativa y un mayor nivel de desempleo relativo a su nivel previo a la pandemia. El periodo puente aprobado en materia salarial y los menores ajustes previstos para los precios administrados contribuirían también a esta trayectoria.
La inflación interanual a marzo se ubicó en 8,34%, y disminuyó 1.07 puntos porcentuales respecto al registro de diciembre. Aun así se mantuvo por encima del rango meta de 3% a 7% vigente fijado por el Comité de Coordinación Macroeconómica (CCM).
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