Ellos no se conocen. Están padeciendo los últimos minutos de una cita de Tinder que salió mal y quieren refugiarse en su casa lo más pronto posible. Él está desanimado, ella apenas hace otra cosa que mirar por la ventana del auto. Pero a pesar de la distancia y la frialdad, ambos quedan enganchados, unidos al instante por una luz cegadora y una sirena: una patrulla de policía, que en medio de la noche les hace señas para que se detengan al costado del camino. En el fondo, ellos lo saben. Por más que se quieran demostrar tranquilidad, están asustados y lo saben. Son un hombre y una mujer negros, parados por un policía blanco, en medio de una helada madrugada de algún punto desierto del estado de Ohio. Y con todo lo que eso significa en el Estados Unidos de hoy, él se baja del auto. Sin chistar.
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