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Reformas en Cuba no cambian un país que vive a un ritmo cadencioso

Las tímidas reformas a la economía no alcanzan para cambiar un país que vive a ritmo cadencioso
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23 de abril de 2017 a las 05:00
En la Cuba del presidente Raúl Castro pareciera que el reloj se detuvo en los años de 1960. Las reformas emprendidas hace una década lograron cambiar el paisaje cubano, pero sin imponer un nuevo ritmo a la isla.

Frente a los edificios en ruinas del centro de La Habana, una escena típica: jugadores de dominó sentados en la acera bajo la mirada de residentes asomados a sus balcones, apenas perturbados por el ruido de los motores de los clásicos estadounidense de los años 1950 y de Ladas de la época soviética.

Esta visión indolente y anticuada de la vida cubana, que termina por atrapar a los turistas, es asociada con frecuencia al sistema comunista, en una isla donde "hacer colas" devino un arte de vida y la burocracia una fatalidad.

"Vivimos en cámara lenta, por ser isla, por ser Caribe y por todo lo que el tempo del socialismo nos ha legado, porque aquí el tiempo no es oro; muy pocas personas producen algo para sí mismas", explica la escritora cubana Wendy Guerra, de 46 años, que reside en la isla donde se publica muy poco su obra.
En su novela Todos se van, la heroína termina congelada en el Malecón, la costanera habanera, "en la inmovilidad de Cuba".

"El subconsciente de todo cubano es un salón de espera; nos han enseñado a esperar y no nos dimos cuenta", comenta a su turno Alejandro Campins, un pintor que convirtió al letargo cubano en uno de sus temas favoritos.

Hacer colas es parte de la idiosincrasia. "Aquí para todo es un problema acceder con facilidad a ciertas cuestiones: un servicio, la alimentación", confirma Daniel Ríos, un agente portuario de 36 años, al momento de hacer una larga fila en el centro de La Habana.

Este sentimiento de letargo y el ambiente anticuado son fuente de inspiración para escritores, pintores y otros artistas locales.

Para Dagoberto Rodríguez, miembro del colectivo Los Carpinteros, ir a Cuba es realizar un viaje al pasado. "El tiempo aquí no corre", explica. En 2012, el grupo realizó una performance recordada, al poner a un grupo de danza a bailar de espaldas en una céntrica avenida habanera, lo que simbolizaba el viaje permanente al pasado de los cubanos.

Momento de cambios

Pero para una parte de los cubanos, las cosas comenzaron a evolucionar tras la llegada de Raúl Castro a la Presidencia en 2008.

Durante su gobierno, Cuba emprendió una transformación, al menos en el aspecto económico: cada día llegan más turistas, las zonas wifi florecen y los restaurantes y hoteles privados –antes prohibidos– ahora saltan a la vista.

"El tiempo se aceleró en Cuba como resultado de la reforma económica", sostiene Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas Río Grande Valley, que también advierte sobre "una mejor interacción con el resto del mundo gracias a los avances tecnológicos".

Pequeños negocios privados, viajes, compraventa de inmuebles y autos: las reformas permitieron una ligera emancipación que, conjugada con un espectacular deshielo diplomático con Estados Unidos –impulsado por la administración del demócrata Barack Obama en diciembre de 2014–, logró modificar la percepción de Cuba en el exterior.

Actualmente, algunos consideran que el país se "abrió". Pero, aunque los jóvenes se sienten cada vez más atraídos por la zonas wifi, muchos juzgan los avances como superficiales. "El tiempo puede estar moviéndose rápidamente según los estándares cubanos, pero no para el resto del mundo", opina Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano. "Para la mayoría de los cubanos, la vida sigue igual", apunta.

De hecho, casi seis décadas después del triunfo de la revolución, con Fidel Castro a la cabeza, un Castro –su hermano Raúl– sigue en el poder, la oposición continúa amordazada, el embargo estadounidense está vigor y la economía de la isla, que el Estado controla en 80%, no logra los niveles de inversión extranjera necesarios. En esa línea de razonamiento, el representante en Cuba del grupo finlandés Nokia, Charles Ferrer, también cree que en ese país el tiempo es "mucho más largo" que lo que suele ser.

Desde su perspectiva, esa situación resulta difícil de entender para las corporaciones extranjeras, porque por ejemplo un contrato que en un país lleva tres meses, seis meses, en Cuba puede demorarse hasta uno o dos años.

El economista cubano Pavel Vidal, de la Universidad Javeriana de Colombia, lamenta que Cuba esté "en una dimensión de tiempo diferente", y también le preocupa que las reformas no se hicieran "con la velocidad y el alcance previstos".

Pero el presidente Raúl Castro lo dejó bien claro: las reformas se implementarán "sin prisa pero sin pausa". El general de 85 años se comprometió a dejar el poder en febrero. Aunque quizá para entonces le habrá faltado tiempo para completar los cambios.

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