Rodada en 3D y con efectos especiales aún más espectaculares que hace 13 años, la próxima semana llega a las pantallas del mundo entero —incluido Uruguay— la segunda parte de Avatar, una fastuosa producción como le gustan a Hollywood para ganar el corazón de los espectadores.
Avatar: El camino del agua vuelve a recuperar a algunos de los personajes de la primera y exitosa película, ambientada en Pandora, un satélite a años luz de la Tierra, donde viven unos seres de aspecto semihumano, con poderosas aptitudes físicas y una extraordinaria capacidad de conectar con su entorno natural. Como hace 13 años, con la primera Avatar del canadiense James Cameron, esa conexión con Pandora será decisiva al final.
Ese mensaje ecológico fue una de las claves del extraordinario éxito de Avatar, la película más taquillera de la historia, con cerca de 3.000 millones de dólares de recaudación desde su estreno, en 2009.
"No creo que el objetivo de Avatar sea decir lo que hay que hacer" a los espectadores, declaró Cameron en entrevista con AFP. "Creo que cualquiera que haya estudiado las cuestiones ecológicas puede decir lo que hay que hacer", añadió el director canadiense.
Cameron debe sus primeros megaéxitos en el cine a películas de alto contenido tecnológico: Terminator en 1984, o Aliens en 1986. Con Titanic (1997) dio un primer vuelco a su carrera, y se ganó el corazón de millones de fans con una historia de amor clásica.
Avatar supo mezclar ambos mundos: el amor, la emoción, y un ambiente de ciencia ficción, lleno de personajes y animales fantásticos.
El camino del agua se estrena en Uruguay el 14 de diciembre.
Cameron creía al filmar Avatar que la imagen en relieve, que necesita gafas especiales, se impondría en el mundo del cine. Aunque esa predicción no se cumplió, vuelve a utilizar la misma tecnología para aumentar la espectacularidad de las tomas.
El argumento de Avatar 2 está guardado bajo llave, pero se sabe que narra las aventuras de una tribu de autóctonos de Pandora, esta vez en el mar, y con supervivientes de la primera obra: Jake Sully (Sam Worthington), Neytiri (Zoe Saldana) y sus hijos.
Sigourney Weaver, la protagonista de varias entregas de Alien, vuelve también a repetir brevemente papel en la historia. Y al elenco se suma Kate Winslet, 25 años después de Titanic, que la encumbró. "Los humanos son los malos. Representan nuestro peor lado", explicó Cameron a AFP. Los Na'vis, el pueblo imaginario que habita Pandora, "representa nuestro lado bueno (...) aunque no se parecen a nosotros", añadió.
"El estreno de la película es todo un test para la industria mundial del cine", explica Eric Marti, director general del gabinete de análisis Comscore France. "Durante dos años, las plataformas arrasaron. Para los cines, este estreno es como El imperio contraataca: la reafirmación de la sala como lugar prioritario" para ver una película espectacular, explica.
El covid-19 generó mucha preocupación en el sector, pero el éxito arrollador de la segunda parte de Top Gun, con Tom Cruise, devolvió en 2022 algo de tranquilidad a las grandes productoras.
Hasta ahora James Cameron no ha sufrido ningún fracaso estreopitoso: antes de Avatar, Titanic, que había costado más de 200 millones de dólares, había sido la cinta más taquillera del cine, con más de 2.200 millones de dólares.
Obsesionado con lo digital y los efectos especiales, Cameron es una leyenda que revolucionó varias veces el cine. Y aunque la tecnología ocupa un lugar central de su obra, no lo es todo. Ahora que todas las producciones pueden acceder a los efectos especiales, y que se pueden invertir cientos de millones de dólares en un blockbuster, ese "talento artístico" es lo que marca la diferencia, considera el rey de la taquilla.
"Cualquiera puede comprar un pincel. Pero no cualquiera puede pintar una obra", dice el cineasta, entrevistado en París. La producción de esta película necesitó enormes recursos técnicos, como varias sesiones de rodaje bajo el agua, en apnea. "Soy una especie de filtro central de todo, pero tengo varios artistas que trabajan para mi, dibujan los personajes, la arquitectura, el mundo, las plantas, el vestuario", resume.
"Me gusta pensar que (la producción de la película) es como una gran comunidad hippie con un montón de grandes artistas", añade. "La tecnología no crea el arte. Son los artistas los que crean el arte".
Una película como Avatar, que se graba sobre un fondo azul antes de añadir los decorados, texturas y accesorios por ordenador, le debe todo a la interpretación de los actores, considera Cameron, aunque tras el procesado digital apenas se les reconozca.
"El corazón, la emoción, la creatividad... todo eso viene primero", durante el rodaje de escenas "reales", la primera etapa de construcción de la película, antes incluso de que se definan los ángulos de cámara y los planos. "Sólo después empieza el trabajo técnico", explica.
En cuanto a la "inteligencia artificial", utilizada para tratar las imágenes, Cameron asegura que no la utiliza para "sustituir a los actores, sino para ser aún más fieles a su interpretación".
El hombre de los récords reconoce que carga "con una gran responsabilidad". "No puedo ser caprichoso, imprevisible, o impulsivo, debo mantenerme concentrado para crear algo que me guste a mí, al público y que sea suficientemente comercial para recaudar dinero".
"No puedo ser demasiado intelectual, pero puedo darle un toque satisfactorio añadiendo un segundo o tercer grado de comprensión, que la gente captará o no", añade.
Como un Cousteau moderno, fascinado por el mar y sus profundidades, hasta el punto de ser uno de los pocos seres humanos que se ha sumergido en submarino en la fosa de las Marianas, la más profunda del planeta, Cameron vuelve a insistir en El camino del agua en el mensaje ecológico que contribuyó al éxito de la primera entrega.
"Creo que cualquiera que haya estudiado las cuestiones ecológicas puede decir lo que hay que hacer. Sabes que debes reducir tu huella de carbono, no votar a idiotas, comprar un automóvil eléctrico, consumir menos carne y lácteos. Pero puedes influir en los sentimientos de la gente", dice el director. "La película te pide que sientas algo por la naturaleza, no solo que llores al final o sientas una emoción hacia los personajes. Se trata de sentir indignación (...), de que la gente se enoje" en favor de la naturaleza.
"Esto despierta en nosotros esa conexión con la naturaleza. Aunque sea por unos minutos después de que termine la película, ves el mundo de otra manera".
(Con información de AFP)
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