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Río de Janeiro: mucho más que maravillosa

Playas, música, gastronomía, naturaleza e historia: todo eso en un mismo lugar. Influencia francesa y portuguesa, pasado de caña de azúcar y café, y un entramado cultural que invade el espíritu de la ciudad
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04 de enero de 2018 a las 05:00

Llegué a Río con la intención de conocer la bahía de Guanabara sin apuro. La vista desde la ventanilla del avión prometía el arribo a una gran ciudad. Casas, iglesias antiguas, edificios y morros se perdían en el horizonte en un paisaje infinito. Muchas lagunas y ensenadas junto a un manto verde que la rodea y se cuela entre los edificios fue la primera impresión desde el aire.

[Por Gabriela Viera] Apenas aterricé, la ciudad me recibió con 30 ºC. El Aeropuerto Internacional de Galeão se ubica a unos 20 km del centro de la ciudad, mientras que mi hotel se encontraba en la Avenida Altántica en pleno Copacabana, frente a la playa. Una vez realizado el check in, salí a caminar para conocer la zona y buscar un buen lugar para almorzar.

Con los pies en la arena

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Las playas de Río se identifican por postos (puestos de vigilancia en la arena), y el mayor movimiento se ubica desde el posto 4 de Copacabana en adelante. Desde el Morro de Leme hasta el Fuerte de Copacabana son 4 kilómetros de playa. Copacabana es una de las playas más famosas de la ciudad y llega hasta el Fuerte del mismo nombre. Sobre el paseo marítimo —Orla para los brasileños— hay paradores o quioscos donde probar los clásicos cocos helados, jugos frutales, cerveza o una sabrosa caipiriña, además de vendedores de las clásicas artesanías y recuerdos.

Recomiendo hacer una parada en alguno de los restaurantes que se encuentran dentro del predio del Fuerte de Copacabana. Es uno de los rincones favoritos de los cariocas para un almuerzo o para la hora de la merienda. Las mesitas en una galería a orillas del mar son un buen plan para cualquier hora del día. La vista de Leme y Copacabana desde allí es espectacular y es como un oasis en la ciudad.

El barrio de Copacabana debe su nombre a una imagen de Nossa Senhora de Copacabana, que llegó a lo que en ese entonces era una aldea de pescadores, traída por comerciantes peruanos desde el santuario de esta virgen, en Bolivia, en el siglo XVII. El auge de la zona comenzó en 1892 con la llegada del tren y fue uno de los barrios más acomodados hasta la década de 1950. Su crecimiento demográfico y el auge de la construcción fueron deteriorando un poco el entorno y extendiendo el movimiento a barrios vecinos como Ipanema y Leblon, en la actualidad más sofisticados que Copacabana. Cerca del posto 3 se ubica el majestuoso hotel Copacabana Palace; un hotel cinco estrellas que data de 1923, que se ha convertido en un emblema de la ciudad y de los mejores años del glamour carioca.

Otro paseo recomendado es ir hasta la piedra de Arpoador para ver el atardecer. Se ubica donde termina Copacabana y comienza Ipanema. Por su costa se encuentra una escultura en homenaje al músico Tom Jobim, quien compuso la música de Garota de Ipanema. Otro buen punto para tener una vista de toda la zona es el Mirador de Leblon.

Los clásicos

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Salgo del hotel en las primeras horas de la mañana para ir temprano al Cristo Redentor, lo que es preferible para evitar las grandes colas y esperas. Llevo mis entradas compradas con anterioridad para subir a la cima del Corcovado de manera más ágil. El cerro tiene una altura de 713 metros y la vista panorámica desde allí es espectacular. La escultura de 30 metros y un pedestal de 8 metros muestra imponente su gesto de brazos abiertos a modo de bienvenida, abrazo y bendición. Se realizó con motivo de los 100 años de la ciudad y su construcción —que llevó 5 años— estuvo a cargo del constructor Héctor Levi siguiendo la obra del escultor francés Paul Landowski. El Cristo de Río fue inaugurado el 12 de octubre de 1931 y significó un antes y un después en las postales obligadas de la ciudad. Antes de su construcción el Corcovado ya era un sitio de interés, de hecho, el tren del Corcovado es el más antiguo y data del año 1884. Para aquellos que no tengan apuro y puedan hacer el paseo con calma, es una buena opción.

Mi próxima parada es el antiguo barrio de Santa Teresa y la mítica escalera de Selarón. La zona rodeada de bares y restaurantes es ideal para caminar, perderse por un rato y probar alguna de las recetas clásicas de Brasil. En Santa Teresa se respira creatividad y un estilo bohemio. El barrio tiene un aire colonial con casas antiguas donde se ubican varios talleres de artistas y artesanos. La mejor forma de llegar a la escalera es en los tranvías de Santa Teresa que pasan cada media hora y tienen un costo de unos 20 reales. El recorrido pasa por los arcos de Lapa, el viejo acueducto de Río y deja a unas cuadras de la escalera de mosaicos, obra del artista chileno Jorge Selarón, que la realizó en homenaje al pueblo brasileño por su hospitalidad. En 2013, Selarón falleció al pie de la escalera mientras trabajaba. La obra tiene 215 escalones cubiertos por más de dos mil azulejos de más de 70 países.

De la escalera nos fuimos al Sambódromo Da Marqués de Sapucaí, planificado por el arquitecto Oscar Niemeyer e inaugurado en 1984. Los 550 metros de largo invitan a sacarse una foto con un traje fantasía que alquilan en el lugar por unos 10 reales. Para seguir con los emblemas de Río, nos dirigimos al estadio mundialista Mario Filho, más conocido como el Maracaná. Allí se concretó la hazaña del fútbol uruguayo al ganarle la final del Mundial de Fútbol a Brasil en 1950 por 2 tantos a 1.

La otra Río

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Además de las playas y los clásicos atractivos, Río de Janeiro ofrece una faceta no tan conocida pero casi tan o más cautivante. He leído que un plan ideal es ir a desayunar o a almorzar al Parque Lage que forma parte del Parque Nacional de Tijuca, cerca de la Laguna Rodrigo de Freitas. La laguna en el corazón de la ciudad, es un pulmón verde y espacio de esparcimiento en el medio del cemento. El Parque Lage tiene en el medio de los jardines un palacio romano de estilo europeo que se ubica a los pies del Corcovado. Esta casona, fue parte de lo que se conoció como Ingenio del Rey, tierras de cultivo de caña de azúcar, propiedad de Rodrigo de Freitas Mello primero y del empresario Henrique Lage después. La monumental edificación es un recinto ideal para desayunar o almorzar en el restaurante que funciona en el lugar. Actualmente también se ubica allí la Escuela de Artes Visuales.

A pocas cuadras se encuentra el Jardín Botánico, que tiene una exuberante variedad de especies de árboles y plantas. Una joya natural en el corazón de Río. Apenas ingreso al parque el ruido de la calle deja paso al silencio y a una atmósfera relajada. 137 hectáreas de verde, 9.000 especies de plantas nativas y foráneas, una colección de bromelias de 10.000 ejemplares y 3.000 ejemplares de orquídeas de 600 especies, son solo algunos de los tantos secretos que regala el lugar. Para los que aman la naturaleza, otra de las opciones es realizar un tour en jeep por la selva tropical de Tijuca. Además de ser un excelente plan, permite embarcarse en una aventura no tradicional a minutos del centro. Una excursión ecológica de cuatro horas que permitirá vivir el contraste de estar en una selva frondosa e inmensa al lado de la ciudad.

Encantos de ciudad

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Después de un descanso me dirijo al centro de la ciudad, más específicamente a la peatonal Gonçalves Dias para dejarme llevar por el encanto de la confitería Colombo, un espacio que transporta al pasado, a años de lujo y opulencia. Data de 1894 y fue fundada por los portugueses Joaquín Borges de Meirelles y Manoel José Levrao. Es una expresión de la Belle Époque carioca. Su cafetería y restaurante es uno de los más bonitos del mundo, con espejos belgas, muebles de madera de jacarandá tallada, vitrales exquisitos, y mesas y bancos de mármol italiano. En el período de 1912 a 1918 se realizó una decoración de estilo Art Nouveau que aún se conserva. Sentarme allí a disfrutar de un café me hace sentir por un rato en otra época.

Luego hago un viaje al futuro y me voy caminando hasta la bahía para conocer el Museo del Mañana. El imponente edificio que parece colarse en el mar, es una mezcla de barco, nave espacial y una enorme flor blanca que se destaca entre la arquitectura de la zona. Inaugurado en diciembre de 2015, el proyecto forma parte de la revitalización de la zona portuaria. El edificio es la primera obra en Latinoamérica del arquitecto español Santiago Calatrava, quién se inspiró para su creación en las bromelias del Jardín Botánico. Son quince mil metros cuadrados dedicados a la ciencia, la innovación, la tecnología y la eficiencia, donde hay muestras sobre cambio climático, instalaciones interactivas, juegos y simulaciones.

Río me deja con la sensación de que tiene mucho más para contar. Andar por fuera de los tradicionales circuitos me permitió acercarme al espíritu carioca más auténtico y confirmar que hay que dejar que Río te sorprenda.

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Recorrido por las favelas

Para los que quieran conocer otros aspectos de la vieja capital brasileña, también se puede contratar un recorrido por las tradicionales favelas que se elevan por los morros. Esta alternativa permite vivir una jornada educativa e informativa, y conocer la realidad del pueblo brasileño desde otra perspectiva. La favela de Rocinha es una de las más famosas y populosas de Río en la zona sur de la ciudad. Las agencias de turismo ofrecen este circuito desde hace varios años y son miles los turistas que las visitan año a año.

En dos ruedas

Lo mejor para recorrer la zona costera de Río es alquilar las bicicletas del servicio Bike Río, que se encuentran en varias estaciones a lo largo de la ciudad. Lo único que hay que hacer es bajar la aplicación en el celular y registrarse en la web para poder acceder al servicio. Hay una muy buena red de ciclovías y una de las mejores se extiende por todo el paseo marítimo. En la ciudad hay 60 estaciones donde tomar o dejar la bicicleta.

Piques

Hay ómnibus urbanos muy buenos, con aire acondicionado y buena frecuencia. El 162, por ejemplo, recorre el paseo marítimo por 3,80 reales y va desde Lapa a Leblon.
Paseos clásicos en Río para turistas primerizos en la ciudad: el Cristo Redentor, el cerro del Corcovado, el Pan de Azúcar, la escalera de Selarón, el barrio de Santa Teresa, el Sambódromo, la Catedral, el Estadio Maracaná y el Parque Nacional Da Tijuca.

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